Viernes, 19 de abril de 2024
Contrapunto

Historia del famoso adagio que nunca escribió Albinoni

Fernando Larenas

Fernando Larenas

Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.

Actualizada:

21 Ago 2020 - 19:01

Para la mayoría de estudiosos la música barroca nació y murió con Johan Sebastian Bach (1685-1750), pero no es cierto porque ya por 1600 en Italia apareció la música para instrumentos de teclado -órgano y clave- y el mayor representante fue Girolamo Frescobaldi.

Entre 1630 y 1680, considerado el barroco medio, la música de cámara alcanzó enorme significado en el norte de Italia.

Bach y Händel, ambos nacidos el mismo año en Alemania (1685), fueron figuras descollantes. Pero en Italia ya se habían adelantado Arcángelo Corelli, Torelli, luego Vivaldi y así la música barroca -y también la ópera- tuvieron en la península itálica una época de esplendor.

En ese período aparece un personaje talentoso, pero que no se dedicó –como la mayoría de sus colegas- a estudiar y componer exclusivamente música; era lo que entonces se conocía como un diletante, equivalente a aficionado o amateur; en definitiva un no profesional, incluso un empírico y de muy buen gusto musical. 

Tomaso Albinoni (1671-1751) escribió un total de 50 óperas, 40 cantatas para voz solista y 79 sonatas para varios instrumentos. Con sus ocho sinfonías alcanzó una enorme popularidad más allá de Italia. El mismo Bach utilizó algunas ideas del italiano para escribir algunas de sus famosas fugas.

Se ha escrito que Albinoni fue el primer compositor que escribió conciertos para oboe y orquesta. Fue considerado entonces como uno de los músicos más importantes del período barroco, que fue el que precedió al clasicismo.

Si bien en número supera a Verdi, a Puccini, Donizetti o al mismo Wagner, generalmente sus composiciones operísticas no están en los repertorios de los escenarios europeos. Sin embargo, la obra más conocida de Albinoni aparece en casi todos los catálogos y también en lo que en la actualidad se conoce como playlist o lista de reproducción.

Se trata del famoso Adagio de Albinoni, así está catalogado y figura como una de las obras más célebres del diletante italiano. Según los historiadores solo alcanzó a componer una línea y seis compases de la melodía, pero sin principio ni fin.

Como se sabe, en música el tempo adagio es más lento que el andante y más rápido que el largo. En una sinfonía es fácil descubrir el adagio porque generalmente el compositor lo ubica en el tercer movimiento, aunque esto no necesariamente es una norma.

Se dice que el manuscrito que contenía el fragmento escrito por Albinoni fue encontrado por Reno Giazotto en la Biblioteca Estatal de Dresde, Alemania, en 1945.

Giazotto era un especialista en Albinoni y fue él quien completó la obra añadiéndole el acompañamiento de órgano. Creía Giazotto que el músico italiano había concebido la obra para ser interpretada en la iglesia.

Entonces, ¿quién fue este genio que inmortalizó el Adagio? Reno Giazotto (Roma 1910–Pisa 1998) fue un crítico de la música, que se dedicó a estudiar a los grandes compositores, como el mismo Albinoni y también a Antonio Vivaldi.

Según Música Antigua, un medio online especializado en música escrita antes de 1750, el fragmento que encontró Giazotto en Dresde disponía tan solo del pentagrama del bajo y de seis compases de la melodía. Sugiere que se trata de una obra “enteramente original de Giazotto”.

El hallazgo se produjo después de la Segunda Guerra Mundial mientras el musicólogo completaba una biografía y una clasificación de la obra de Albinoni. Giazotto –se la juega el autor del estudio-compuso sin crédito el famoso Adagio en 1945 y lo tocó por primera vez en 1958.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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