Viernes, 29 de marzo de 2024
Efecto Mariposa

Si se matan entre ellos, moriremos todos

Yasmín Salazar Méndez

Yasmín Salazar Méndez

Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.

Actualizada:

24 Ene 2022 - 19:03

El pasado viernes en la noche, una veintena de personas se encontraba en una cancha ubicada en la cooperativa San Felipe, sector Playita del Guasmo, sur de Guayaquil.

Otro grupo de 15 personas, armado con fusiles, sub ametralladoras y revólveres, llegó en lanchas y disparó 80 veces contra quienes estaban en la cancha.

El resultado: cinco muertos y nueve heridos. Los cadáveres quedaron tendidos en la cancha. Los heridos fueron socorridos por vecinos y familiares y llevados a hospitales.  

Las autoridades, en sus pocas declaraciones, han señalado que algunas de las víctimas registraban antecedentes penales, y que todo apunta a que sería un ajuste de cuentas entre organizaciones criminales.

Más tarde, se mencionó el nombre de dos bandas y se aclaró que apenas dos de las víctimas tenían pasado judicial. También se informó que, entre los asesinados, había gente buena: pescadores, artesanos e indigentes.

Me enteré de esta noticia en la madrugada; desperté huyendo de una pesadilla. Aunque estaba con el corazón agitado y la mente confusa, vino rápidamente a mi mente una historia inolvidable por lo macabra, que sucedió también en enero, pero en 2010, en Ciudad Juárez.

Catorce jóvenes, que celebraban una fiesta de cumpleaños, fueron asesinados por un grupo de sicarios.  

Horas después, el expresidente Felipe Calderón, declaró que era un ajuste de cuentas entre cárteles de la droga. La tensión y la conmoción bajaron, pues "se estaban matando entre ellos". Después, debido a los justos reclamos de los familiares, se supo que los que murieron eran, aunque pobres, gente de bien.

A pesar de todas las penurias que pasamos en Ecuador, nunca imaginé que viviríamos de cerca los actos violentos que suceden en otros países. De alguna forma, alimentaba la idea de que somos una isla de paz.

El trillado no somos ricos, pero vivimos tranquilos, acabó; no sé cuándo, ni cómo, y ahora tenemos historias de violencia muy parecidas a las que sucedían en México en 2006, año en el que el expresidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el narcotráfico en ese país, iniciando un periodo de violencia sin precedentes.

Algunos estudios reportan que, durante el periodo presidencial de Calderón, la violencia se resume en: 70.000 muertes violentas, incremento del número de cárteles del narcotráfico y del tráfico de drogas.

Específicamente, en 2008, hubo casi 7.000 asesinatos atribuidos a organizaciones criminales, cifra que representa un incremento del 140% con respecto a las muertes violentas de 2007. En 2011, la situación se salió de control y se produjeron 17.000 asesinatos, lo que equivale a 47 asesinatos diarios, uno cada 30 minutos.

Las noticias que comenzaron a llegar de México se sintetizan en: decapitados; muertes macabras cuyos cadáveres eran dejados en plazas y hasta en discotecas; mensajes con advertencias y amenazas entre los miembros de distintas bandas.

Se volvieron familiares nombres de lugares como: Michoacán, Sinaloa, Tijuana y Tamaulipas. Acapulco, conocido por ser un lugar paradisiaco, pasó a ser asociado con peligro.

En 2012, acabó el mandato de Calderón, y Enrique Peña Nieto continuó la guerra contra el narcotráfico que, según algunos especialistas, fue una guerra perdida; muestra de eso es el nivel actual de violencia de ese país y, quizá por eso, el presidente Andrés López Obrador declaró el fin de la guerra en 2019.

Me estoy desviando mucho del tema central de esta columna, la muerte de cinco personas en la Playita del Guasmo, pero es inevitable no encontrar similitudes entre México y Ecuador.

Últimamente, abundan las noticias de muertes violentas en las calles de todo Ecuador y en las cárceles. Solo en Guayaquil, en lo que va de este mes, se han producido 72 homicidios. En enero de 2021, fueron 20. Solo el fin de semana se produjeron 18 muertes.

Las víctimas son un turista que conocía Guayaquil, una señora que salió a pasear, los asistentes a una fiesta. Además, se cuentan entre las víctimas personas que, según las autoridades, pertenecían a una de las bandas que operan en Ecuador.

Así, estas muertes corresponderían a luchas de territorio y guerras entre bandas, dejando espacio para pensar que las víctimas eran delincuentes y que su destino era ese.

Las autoridades también hablan de narcotráfico y reportan que capturan grandes cantidades de drogas casi a diario. Casi siempre dicen que es un nuevo récord y, cada vez, nos superamos.

Sin embargo, no hay explicaciones claras y oportunas de qué es lo que realmente está sucediendo en Ecuador.

Tampoco hay un plan de seguridad que nos dé algo de esperanza. Recién se anunció que la Policía presentará al presidente Lasso un plan de fortalecimiento institucional y que para implementarlo se requieren USD 1.100 millones. 

El silencio de las autoridades frente a la violencia que vive el país y, en particular, a las muertes en la Playita del Guasmo, aumenta la incertidumbre. Romper el silencio no significa que necesitamos declaraciones diciendo que son las bandas, que las muertes son entre ellos.

¿Cuál es el plan para combatir la inseguridad? ¿Cómo se parará la violencia en Ecuador?

Las redes sociales revientan con las historias y conjeturas de los usuarios. Es tanta la incertidumbre que algunos usuarios de las redes sociales tuvieron ánimo para bromear con esta desgracia, supongo que no lo hacen por maldad y solo practican ese me río para no llorar.

Cuanto terminé de escribir esta columna, 24 horas después del acto sangriento en la Playita del Guasmo, en las redes sociales de la Policía Nacional la noticia continuaba en desarrollo.

A estas alturas, la historia de que eran miembros de bandas delictivas quienes murieron ya no convence. Reconozcamos que, si mueren ellos, morimos nosotros, morimos todos.

Los números que presenté en esta columna fueron recogidos de algunos medios digitales. Si hay alguna imprecisión, el lector sabrá comprender. Esta vez, más que las cifras, me interesan los hechos. Me interesan y me preocupan las coincidencias con México.

La recopilación de los hechos y las cifras de México fueron tomados de algunos artículos y notas de prensa.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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