Sábado, 20 de abril de 2024
Leyenda Urbana

Moreno rompe la cuarentena para ir a la Asamblea a hablar del futuro; la gente rechaza las medidas

Thalía Flores y Flores

Thalía Flores y Flores

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC de España.

Actualizada:

25 May 2020 - 19:00

“No me importa ser popular”, dijo el presidente Moreno, en la Asamblea Nacional, y su deseo se cumple. Comienza su cuarto año de gobierno con apenas 18% de aprobación. Inició su administración, en mayo del 2017, con 66% de respaldo.

La ceremonia del domingo 24 de mayo de 2020 quedará registrada en la memoria del país. Fue diferente, hasta lúgubre, se podría decir. El hemiciclo lucía semivacío, con apenas 42 personas entre integrantes del Gabinete, altos funcionarios de Estado y unos pocos legisladores. 

La imagen de los Granaderos de Tarqui, con su elegante traje y con mascarillas, fue conmovedora, así como como ver a las autoridades y a los ministros de Estado con tapabocas.

En estricto sentido de la palabra, el presidente Lenín Moreno no rindió un informe a la Nación; dio un mensaje en el que anunció su programa de gobierno para los 12 meses que le restan de su gestión.

Enérgico y sin tropiezos, nada que ver con el mandatario deslucido que había hecho erráticos pronunciamientos desde su confinamiento, en Carondelet, durante la crisis sanitaria. El domingo fue una hipérbole política. 

Anunciar cuatro ejes para el último de los cuatro años de su mandato, con temas de gran calado: salud, alimentación, empleo y dolarización, para encarar el post Covid-19, fue un golpe de efecto.

Así, también esquivó aludir a la pobre gestión de su tercer año de gobierno, durante el cual lo más relevante proviene de dos graves crisis: la revuelta de octubre y la feroz pandemia.

Apelar a la emocionalidad podría ser la tabla de salvación para un gobierno sin músculo político, pero su debilidad es tal que hasta tiene frente interno. No ha trascendido, pero los asambleístas del Bloque Alianza País-Aliados hicieron un comunicado oponiéndose a las medidas del Ejecutivo. 

Dicen no estar de acuerdo con los despidos realizados, peor aún en los sectores de salud y educación. Tampoco con la disminución de la jornada laboral de los servidores públicos, e instan a que se reconsideren las medidas. Se desmarcaron de decisiones que ha sacado a la gente a las calles.

El mensaje tuvo sus bemoles porque el relato no puede confrontar la realidad que la gente ha vivido en carne propia.

Moreno se quejó de que en Ecuador se creó una infraestructura hospitalaria a gran escala, pero se cerraron cientos de centros de salud de pueblos y comunidades y no se generaron procesos de salubridad en los sectores marginales. Y eso es verdad, pero no hubo un mea culpa de su administración, que en tres años no fue capaz de revertir esa deplorable realidad.

Que el discurso hablara del futuro le obvió también decir algo de su oferta estrella de campaña incumplida: las 325.000 viviendas del plan 'Casa para Todos', que en 2019 bajó a 220.000 y, en 2021, a 200.000.

“Gracias Otto, gracias amigos ministros por haber puesto su vida en riesgo cuando nadie más quería hacerlo”, dijo, en otro pasaje de su alocución, en un oportuno guiño político al segundo mandatario, cuando el país ha visto como el vicepresidente Sonnenholzer se ha bajado (o le bajaron) de la tarima mediática, coincidiendo con las cifras altas de respaldo que alcanzó, y las bajísimas del mandatario.

El momento político del país es grave. El discurso de Moreno y sus cuatro pilares de acción no desactivaron la reacción de los sectores sociales que, ayer, se echaron a las calles, incluso, desafiando el contagio del mortal virus.

El presidente Moreno sabe que, a estas alturas de su gestión, todos miran al 2021. Haber conseguido la aprobación de dos leyes esenciales fue un logro que, probablemente, no volverá. Lo más probable es que el movimiento CREO, aliado de ocasión, se apartará.

Aunque las elecciones están previstas para febrero de 2021, una encuesta de Cedatos, sobre las perspectivas electorales del país, da cuenta que 70,9% quiere que venga ya un nuevo gobierno. 

Esa misma encuesta revela que la credibilidad del presidente es de apenas 14,7%. Ha perdido 48,3 puntos en comparación al 63% que tuvo cuando asumió la Presidencia, en mayo de  2017.

El débil gobierno de Moreno planteó el domingo 24 construir el futuro. La gente quiere que su gobierno termine. Por ahora, protesta en las calles, en rechazo a las últimas medidas.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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