Miércoles, 24 de abril de 2024
Contrapunto

La muerte convertida en música

Fernando Larenas

Fernando Larenas

Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.

Actualizada:

17 Abr 2020 - 19:00

Un articulista del diario brasileño Folha de Sao Paulo lo dijo en palabras muy llanas: “la gente tenía todo, tecnología de punta, ciencia avanzada, carros que se conducían solos... hasta que en Wuhan a un chino se le antojó preparar un churrasco de murciélago”.

Según las evidencias científicas, en realidad así comenzó la epidemia del coronavirus; en un principio se dijo que los más vulnerables serían los ancianos, pero con el transcurrir de las semanas y lo meses, se ha comprobado que el virus no respeta edad y que muchos niños han muerto.

La ciencia no había avanzado tanto, hubo pestes que arrasaban con pueblos enteros, hasta que se descubrieron las vacunas. Aquí vamos a contar una historia de uno de los más grandes músicos de finales del siglo XIX y comienzos del XX: Gustav Mahler (1860-1911), quien compuso nueve sinfonías y una décima dejó inconclusa. Musicalizó poemas como La Canción de la Tierra, que tiene que ver con la vida y con el dolor. 

Pero, ¿qué impulsó a Mahler a escribir un lied (canción) Canciones de los niños muertos, basada en poemas del alemán Friedrich Rückert, quien había escrito 428 poemas dedicados a la muerte de tres de sus 10 hijos por causa de la fiebre escarlatina? Tal como aconteció con los hijos del poeta, el compositor también sufrió la muerte de una de sus hijas, pero antes, en su infancia Mahler, el segundo de 14 hijos, vio morir a seis de sus hermanos.

La muerte por difteria en 1907 de su hija María, o Putzi, como se la denominaba familiarmente, ocurrida cuando tenía cinco años de edad, golpeó terriblemente a la familia. Algunos historiadores sugieren un destino trágico, otros relacionan la muerte directamente con la canción de marras, pero el músico intenta explicar la muerte en un diálogo con su esposa Alma Schindler, que está registrado en el libro Preludios, de Santiago Miralles Huete.

Te advertí –dice Alma a su esposo- “que estabas tentando al destino cuando compusiste las Canciones a los niños muertos, ¡era un tema horrible! Y nuestra Putzi, nuestra pobrecita Putzi murió. Alma –responde Mahler- por el amor de Dios, Putzi enfermó y se murió, ¿qué tuvo que ver mi música con su muerte?

En su réplica Alma califica a los versos de “mal augurio”. Mahler defiende los poemas de Rückert porque son conmovedores y no tenían nada que ver con su vida personal, pero si hubiera habido algo mío, insiste, podría haber sido, como mucho, el “homenaje a la muerte de mis hermanos, sobre todo de Ernst cuando éramos pequeños”.

“Murieron mis hermanos, mi padre, mi madre, tengo el corazón lleno de heridas, como todos los seres humanos. Por eso te digo que ahora siento que puedo mirar a la muerte cara a cara, entenderla y convertirla en música”, relataba Mahler.

Y cuando se habla de lied la atención vuela hacia Canciones de los niños muertos, basada en los poemas del alemán Rückert.

Ahora el sol saldrá radiante

Como si la noche no ocultara desgracia.

La desgracia solo me ha tocado a mí,

mientras el sol brilla para todos.

No dejes que la noche te consuma,

húndela en la luz eterna.

Se ha extinguido una llama en mi mundo.

Bendita sea la luz que da alegría al mundo

A menudo pienso que solo han salido

que pronto volverán a casa.

Hace un buen día, ¡No te preocupes!

Sólo han ido a dar un largo paseo.

Sí: ¡sólo han salido un instante

y pronto volverán a casa!

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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