Viernes, 29 de marzo de 2024
Contrapunto

No es novela ni cuento es 'Seda', de Alessandro Baricco

Fernando Larenas

Fernando Larenas

Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.

Actualizada:

18 Mar 2022 - 19:03

El famoso Ulises o Ulysses del irlandés James Joyce fue publicado hace un siglo; su autor dijo que se hablaría del libro durante 300 años y es cierto.

Seda, del italiano Alessandro Baricco, fue publicado en 1996 y continúa en el top de los libros más leídos en el mundo en casi todos los idiomas.

Las diferencias son notables, desde lo voluminoso en la obra de Joyce -entre 800 y 1.000 páginas- y apenas 125 que tiene el libro del italiano.

Daría la impresión de que, en tan pocas páginas, no habría mucho para narrar; pero no, 'Seda' está considerada entre las 100 mejores novelas de todos los tiempos.

Con esa premisa había que descubrir el porqué de ese enorme prestigio del italiano nacido en Turín, en 1958, y que ha escrito casi una docena de excelentes novelas y ensayos; aunque ninguna alcanzó tanta fama como 'Seda'.

Para quienes dudan si se trata de una novela o de un cuento, no es ni lo uno ni lo otro, como explica el autor; es una historia de viajes entre Francia, China, Egipto y finalmente Japón para transportar miles de diminutos huevos de donde sale la materia prima para elaborar la seda.

En el siglo XIX la seda era tan o más valiosa que el oro y la plata. Hervé Joncour, el protagonista de la historia, emprendía viajes de hasta seis meses solo para transportar los huevos del gusano y siempre por la misma ruta.

Lo curioso del relato es que todos los viajes eran iguales, por los mismos mares, las mismas montañas, los mismos barcos tripulados siempre por contrabandistas holandeses y el retorno a su pueblo, siempre en el día de la Misa Mayor.

Año 1861, mientras Flaubert escribía Salambó y la iluminación eléctrica era apenas una hipótesis, Joncour abandonaba la posibilidad de convertirse en militar para dedicarse a vender la materia prima con la que se elaboraban las más finas prendas femeninas.

Eran los tiempos en que Japón, en efecto, estaba ubicado al otro lado del mundo, era una isla hecha de islas, que no permitía el ingreso de ningún extranjero y tampoco dejaba salir a nadie, pero si alguien lo intentaba era condenado a muerte.

Los relatos decían que en esa isla se producía la seda más bella del mundo desde hacía mil años. Era una isla llena de gusanos a la que no había ingresado ningún mercader chino ni un asegurador inglés.

Por su aislamiento del mundo era imposible que los huevos se contaminaran con la pebrina, una plaga que arrasaba con los gusanos.

Un velo de seda japonesa entre las manos era como tener entre los dedos la nada, así de liviana, así de fina, tal como relata Baricco en su historia.

Mientras algunos creían que la seda era cosa de mujeres, Joncour aprendió que era cosa de hombres, porque la seda significaba dinero y eso le dio estatus y una vida con características burguesas.

Pero de Japón no solo le fascinó la calidad de los huevos, se apasionó por los pájaros y por una mujer llena de misterios que le cambiaría la vida para siempre.

Nunca es tarde para leer 'Seda', que combina romanticismo con lucro, viajes, cultura, incluso roza aspectos profundos de la ecología.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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