Jueves, 02 de mayo de 2024
De la Vida Real

El nuevo dialecto youtuber de mi hijo

Valentina Febres Cordero

Valentina Febres Cordero

Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido. 

Actualizada:

2 Ago 2020 - 19:00

-No hables como español. Además, aquí no decimos “tío”. Se dice “man”. ¿Qué es eso de decir gilipollas?

-Má, relax. Te pones brava nivel Dios. 

-Tampoco hables en inglés y no le metas a Dios en esto.

Desde hace unos tres meses, este es el diálogo más recurrente que tengo con mi hijo Jerónimo (Pacaí), de nueve años.

Antes de la pandemia, hablaba como todo quiteño. Con la efe al final de cada palabra, el gerundio mal utilizado, con los clásicos diminutivos intercalados con uno que otro quichuismo. Como, por ejemplo: "Achachay. "Má, dame pasando un saquito, porfaf".

Con la llegada del coronavirus y la eterna cuarentena, los niños dejaron de ir al colegio para quedarse viendo YouTube. Como mamá, debo reconocer que no me parecía nada malo. Pero sí, noté que está más culto que antes. Cada cinco minutos me dice:

-Má, ¿sabías que…? Y me lanza un dato sorprendente. 

Se ha vuelto un erudito en la Segunda Guerra Mundial y conoce los secretos más extraños que he escuchado. "Má, ¿sabías que si una abeja come una araña, ésta no hace su digestión? Porque se muere de una".

-Ma, ¿sabías qué Mark Zuckerberg es daltónico? Por eso la F de Facebook es azul.

Mientras lavaba platos el otro día, oigo que el Pacaí hablaba realmente en otro idioma. 

-Cae ahí, tío. Qué hostia, coño. Se me cogen todo, chaval. Madre mía, me cago en tu tía. Voy a saco. No, el que trae puesto chándal.

-Pacaí, ¿con quién hablas así, rey?

-Con el Mateo, má, pero él ve más a los YouTubers mexicanos. 

Mi cerebro hizo corto circuito. ¿Qué tiene que ver Fortnite con YouTube y esa forma tan extraña de hablar? Me quedé sentada junto a él para descubrir este mundo. Le hice unas preguntas que fueron contestadas de manera lógica y razonable.

-Mi vida, solo puedes jugar PlayStation una hora al día.

-Sí, má, es la hora de mi telesocialización. 

Dejó el juego, soltó el control y me dijo que si quería, me explicaba todo. 

Acepté, sin saber que esto me resultaría una tortura. Por tres horas seguidas, mi hijo hablaba y cambiaba de dialecto como un camaleón cambia de color. Mi oído viajaba entre Chile, España, México y Argentina.

En resumen, entendí que los YouTubers son una especie de seres que comentan en línea por medio de una aplicación que se llama Twitch, y que Fortnite es todo un juego de estrategia de marquetera.

Y yo que pensaba que era un juego de guerra y que YouTube era un espacio para ver tutoriales.

-Estoy que flipo con todo lo que sé.

-Pacaí de mis amores, te he oído toda la mañana. Te felicito por el conocimiento adquirido, pero te suplico que hables como ecuatoriano.

-Má, la neta que es muy guay hablar así. Ya no sé qué es de aquí y qué es de allá.

-Rey, por Dios, solo habla como nacional.

-Ah, o sea, dices que hable como los de Enchufe TV.

Mi cerebro hizo otro corto circuito. ¿Cómo es posible que un niño de nueve años vea ese programa? ¿Cómo sabe que existe? ¿A qué hora lo ve?

-Má, es un programa que mola. Mola muchísimo. Es cheverazo.

-Sí, Pacaí, prefiero que hables como los de Enchufe TV.

-¿Le ubicas al Chichico? ¿Sabías qué?...

-Chiquito mío, ¿en dónde ves tanto YouTube? 

-En la compu. ¿Tú pensabas que estaba haciendo inglés?

Me paso todo el día en la casa con los niños. ¿Cómo es que no me he dado cuenta de que ve estas cosas? 

Sí, debo reconocer que me llamaba la atención que hiciera tanto el deber de inglés, pero la verdad ya habla como gringo. Le he oído hablar mientras juega PlayStation con un inglés fluidísimo. 

La sensación que tuve fue de un alejamiento brutal con él, a alguien a quien le conocía a la perfección desde el día que nació. Claro, cuando iban al colegio tenía control de todas sus actividades, pero la vida se dio la vuelta.

Ahora, cada uno busca su espacio para matar el tiempo en el encierro. Obvio que él sale a jugar al jardín y se pasa horas con la cámara tomando fotos maravillosas. Pero también ha tenido este lado desconocido para mí. 

Le pedí que jugáramos PlayStation juntos. Por fin entendí lo que él tanto me decía. No se puede poner pausa, porque es un juego en vivo.

Jugamos Minecraft, que trata de construir aldeas y casas. Tiene una música que te deja flipando. Mientras juego, veo los directos que trasmiten los del Escuadrón Salchichón, que han sido muy majos.

-Má, ¿sabías que el canal con más suscriptores no es el de Luisito Comunica, sino es T-Series? 

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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