Sábado, 27 de abril de 2024
El Implacable VAR

Piqué y el fútbol que se mira en pijama y comiendo galletas

Alejandro Ribadeneira Tobar

Alejandro Ribadeneira Tobar

Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.

Actualizada:

19 Mar 2024 - 5:57

Tremendo revuelo están causando las recientes palabras de Gerard Piqué, ganador de todos los títulos posibles en el fútbol con el FC Barcelona y la selección de España. Piqué, ahora empresario, ha dicho que el fútbol actual es aburrido y que, o cambia oriéntandose al espectáculo, o se convertirá en una actividad en declive.

Incluso, se atrevió a decir esto: "La experiencia en casa, en pijama, con galletas en el sofá, es mejor que ir al estadio". Y concluye que, en un futuro no muy lejano, los clubes deberán pagar a los hinchas para que vayan a las gradas.

¿Tiene razón el buen Piqué? ¿O solamente está impulsando el negocio que realmente le importa, el de un torneo virtual con jugadores diseñados por Inteligencia Artificial y a partir de los gustos de los consumidores?

En primera instancia, ¡claro que entran ganas de insultar a Piqué, decirle que se vaya a la capital de Egipto y que se lleve sus galletas, sus pijamas y su sofá! ¡Y ojalá Shakira le saque la cresta en otra canción!

No obstante, si nos desapasionamos un poco, Piqué no está tan desenfocado. Por supuesto, se trata de un empresario y promociona lo que le conviene. No obstante, también habla desde la experiencia de sus hijos pequeños y de sus amigos, y encuentra que las nuevas generaciones no se están conectando con el fútbol como espectáculo.

Por supuesto, en parte de Europa aún se vibra con la Premier League, quizás ahora mismo la mejor competición del mundo, y otras ligas. Pero son pocas, un puñado apenas. En América, una vez que la Messimanía ha descendido en Estados Unidos, solo se puede encontrar emoción superlativa en Argentina, Brasil y no más.

Ojo, estamos hablando de emoción para la masa de niños, no para los hinchas ya evangelizados que pueden soportar partidos soporíferos porque ven algo más, desde la táctica hasta lo simbólico.

Quizás sí está pasando algo parecido a lo que el crack neerlandés Ruud Gullit predijo a inicios del siglo XXI, cuando se lamentaba de que los niños de Países Bajos -y de Europa- preferían los videojuegos, lo cual terminó vaciando las canchas y calles de los barrios: ya no había muchos pequeños que jugaban a la pelota.

Hoy, son los inmigrantes y sus descendientes los que nutren de jugadores a los clubes y selecciones como Bélgica, Alemania y otras (Francia es un caso especial). Si no fuera por los inmigrantes, Bélgica ni siquiera podría ganarle a Andorra.

Otro dato para inquietarse: en 2020, la FIFA ganó más dinero con las licencias para videojuegos que con el fútbol mismo.

Estamos en la era de la inmediatez y todo se consume rapidísimo. Paciencia para series de 100 capítulos ya no hay, porque el espectador quiere 'maratonear'. TikTok es el templo de lo fugaz. Y los profesores de literatura afrontan una monumental oposición cuando piden libros largos. Mientras más cortito el texto, mejor.

Y como esta columna ya está quedando algo larga, acabemos. Por todo lo anterior, quizás no es mala idea analizar el estado del fútbol como espectáculo para garantizar que siga siendo el deporte rey, aunque toque verlo en pijamas.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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