Jueves, 28 de marzo de 2024
Efecto Mariposa

El poder de la gratitud

Yasmín Salazar Méndez

Yasmín Salazar Méndez

Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.

Actualizada:

16 Mar 2022 - 19:00

Hace algún tiempo recibí como sugerencia escribir un diario de gratitud. El ejercicio consiste en anotar diariamente en una aplicación las cosas por las que me siento agradecida.

Al inicio busqué pretextos para no escribir el diario porque pensaba que no iba a tener motivos para agradecer todos los días. Además, como es una tarea que hago justo antes de dormir, me vencía el cansancio.

Sin embargo, recordando que hace años leí unos estudios que decían que las personas gratas tienen mayores niveles de satisfacción con la vida, decidí agradecer todos los días.

En psicología, la gratitud se define como la emoción que sentimos después de recibir algo que consideramos valioso, como palabras, favores, comida, consejos, servicios, regalos, tiempo, atención.

Esta definición tiene algunos cuestionamientos, puesto que considera que, para que exista el agradecimiento, se debe recibir algo de otra persona, pero hay casos en los que se puede agradecer sin considerar un receptor directo.

Por ejemplo, hay personas que agradecen por tener salud, por despertarse, por un nuevo día; aunque, en algunos casos, este tipo de agradecimientos pueden dirigirse a un ser supremo.

En la aplicación que estoy escribiendo mi diario de gratitud se asegura que el agradecimiento diario ayuda a sentirse mejor, pero con la lluvia de opciones que prometen maravillas, que van desde aumentar el bienestar hasta mejorar la salud en pocos minutos, pueden quedar dudas.

Con todo, existen estudios serios, realizados principalmente por psicólogos y neurocientíficos, en los que se da cuenta de que las personas gratas se sienten más satisfechas con sus vidas.

Esta relación entre gratitud y satisfacción con la vida estaría explicada porque el ejercicio de agradecer hace que, a pesar de todo, reconozcamos lo positivo del mundo. En otras palabras, la gratitud es la forma que tenemos los humanos de identificar las cosas buenas de la vida. 

En este punto, se puede confundir la gratitud con el optimismo o la esperanza, no obstante, estos se relacionan con expectativas y un futuro esperado, mientras que la gratitud nace de hechos reales, se agradece por cosas concretas. 

Según las investigaciones, el agradecimiento puede favorecer la buena salud física y mental, puesto que las personas agradecidas podrían tener menos posibilidades de sentirse deprimidas o de experimentar ansiedad y estrés al no enfocarse únicamente en cosas negativas.

Otro de los beneficios que se reportan de las actitudes agradecidas es que estas promueven relaciones más satisfactorias y saludables entre el donante y el receptor. Estos efectos son observados particularmente en las relaciones familiares y laborales. 

Como toda investigación, también hay limitaciones. Estudios más recientes sugieren que los beneficios de la gratitud pueden variar dependiendo del contexto y de la importancia y el significado que cada persona otorga al agradecimiento.

Por ejemplo, en personas que pasaron experiencias aterradoras o complejas, como los veteranos de la guerra de Vietnam, y que padecen estrés postraumático, se observa que están menos dispuestas a agradecer; y no es para menos.

De la misma manera, se reporta que los beneficios de la gratitud diaria no se sienten inmediatamente, hay que perseverar en el proceso.

Cada uno de nosotros tiene sus luchas individuales. Además, las noticias de la corrupción, de la Asamblea, de la gasolina, de los conflictos en Afganistán, Ucrania y en otros países, nos inundan. Si solo nos enfocamos en eso, corremos el riesgo de perder la cordura.   

Concuerdo con muchos lectores en que las cosas increíbles que pasan en nuestro Ecuador, y en el mundo, no dejan ganas de agradecer por nada. Sin embargo, si miramos con calma y sin soberbia, hay espacio para el agradecimiento.

Hay espacio para hacer una pausa y no alimentarnos de tanto veneno. Hay espacio para mejorar nuestras relaciones y agradecer.

Agradecer a la persona que preparó la comida, aunque parezca que es su obligación; al amigo que no se hizo a un lado en los momentos difíciles y compartió su tiempo y consejos; a la cajera que prestó un servicio, y a todos los que nos dan algo valioso, por muy simple que esto sea. 

No pretendo vender ninguna receta para que los lectores se sientan más satisfechos con sus vidas. Entre nos, no creo en esas cosas mágicas que ofrecen cambios de la noche a la mañana; pero, sí creo en que actos sencillos, como agradecer, pueden proporcionarnos momentos de satisfacción y hacer que la vida sea más ligera.

Llenando mi diario de gratitud, el primer día me sorprendí al ver que tenía muchas cosas por las que agradecer. En los días siguientes la tarea fluyó con más facilidad. 

En verdad, el acto de agradecer me ayuda a ver que no todo lo que me rodea es malo; incluso en los días difíciles hay motivos para decir gracias. También, ahora soy más consciente de ser grata y de los actos de gratitud que recibo. Realmente agradezco a la persona que me sugirió llenar mi diario de gratitud.

Para finalizar, agradezco a usted lector que se tomó el tiempo de leer esta columna y a la editora que cada semana la pule. También agradezco a mi mamá, quien pacientemente lee y critica constructivamente mis columnas antes de que las envíe a la editora. 

El poder de la gratitud es inmenso. No nos olvidemos de dar y recibir las gracias con el corazón abierto.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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