La economía mundial se encuentra en un periodo de desaceleración. Es decir, el crecimiento (aumento de la producción) es inferior al que se registraba en décadas pasadas.
La falta de producción repercute en pérdida de empleo y de ingresos de los hogares, así como en la reducción de ingresos de los Estados para proveer de servicios públicos a los hogares.
Las crisis económicas generan crisis de bienestar. Las personas se ven limitadas en el acceso a bienes y servicios necesarios para satisfacer sus necesidades básicas, y coartadas en las oportunidades de lograr el proyecto de vida que tienen (por ejemplo, por falta de ingresos, muchos jóvenes deben dejar de estudiar para empezar a trabajar).
Una forma de mitigar las crisis es generando regímenes de bienestar basados en la solidaridad (protección social, que incluye a la seguridad social y una serie de servicios públicos para garantizar un nivel mínimo de bienestar).
Y para salir de las crisis se requiere reactivar la economía, esto se puede lograr mediante inversión pública que sea complementaria a la inversión privada, y también reduciendo las tasas de interés para facilitar el acceso a financiamiento de inversión.
Lo que no se debe hacer en medio de un contexto de crisis de bienestar es imponer medidas de “austeridad fiscal” que reduzcan aún más el ya golpeado ingreso de los hogares: reduciendo subsidios y servicios públicos, y redistribuyendo el ingreso de los trabajadores hacia las empresas al eliminar el pago de horas extra y extraordinarias o permitiendo contratos precarios sin estabilidad.
Este tipo de medidas no sólo agrava la pérdida de bienestar, sino que además asfixia la capacidad de consumo y lleva a la economía en un círculo vicioso de estancamiento (menor consumo, menor producción, menor consumo…), y genera mayor desigualdad. No sólo es ineficiente e inequitativo, sino que, además, es injusto.
Es justamente cuando se hace evidente que la toma de decisiones económicas no guarda relación alguna con la búsqueda de eficiencia y equidad y que, por el contrario, buscan favorecer a determinados grupos de la sociedad sin dar solución alguna a los problemas de bienestar que afectan a las mayorías, que se manifiestan las protestas sociales, como en Chile, Colombia, Francia, Ecuador, entre otras naciones.
Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.
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