Lunes, 29 de abril de 2024
Tablilla de cera

La revancha tardó cien años. De la crisis del cacao de 1920 al auge de hoy

Gonzalo Ortiz

Gonzalo Ortiz

Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.

Actualizada:

14 Mar 2024 - 5:59

El precio del cacao ha subido de manera espectacular. Día tras día rompe récords y este miércoles 12 de marzo alcanzó en Nueva York USD 6.634,58 la tonelada, el mayor precio de su historia, según las estadísticas de la Organización Internacional del Cacao.

El precio actual duplica el de hace solo 6 meses y más que triplica el de inicios de 2018. Alguna vez, a fines de los años 1970 el precio de la tonelada pasó ligeramente de USD 4.000, pero jamás se aceró siquiera al de estas últimas semanas.

Esta alza ha influido, como es lógico, en el precio de los elaborados, tanto que en la Navidad de 2023, un Cadbury, un Toblerone o un Lindt costó en Europa entre 50 y 80 por ciento más que en la Navidad de 2022, como refería The Economist.

Una subida tan fuerte no deja de tener consecuencias, porque lleva a la restricción de la demanda. Mondelez International, propietario de Cadbury, a pesar de traspasar sus costos al consumidor, ha anunciado que reducirá su plantilla de trabajadores en 5%.

Mucho peor es el recorte previsto por el mayor fabricante de chocolate del mundo, Barry Callebaut: 18% de su plantilla global, equivalente a 2.500 empleados. Esta firma procesa más de 2,3 millones de TM de cacao y chocolate al año y, entre las docenas de procesadoras que posee en el mundo, tiene una en Durán, Ecuador.

¿Por qué el cacao se puso tan caro? En buena parte, por los cambios extremos del clima, pero no solo por eso.

La mayor parte del cacao del mundo se produce en países del África Occidental (60% de la producción mundial se concentra en Ghana y Costa de Marfil, y también son importantes productores Nigeria y Camerún), más sus cosechas quedaron arruinadas el año anterior por lluvias torrenciales causadas por las perturbaciones de El Niño (Costa de Marfil soportó las precipitaciones más intensas en 20 años).

Tras cuernos, palos: hoy Ghana y Costa de Marfil sufren, en cambio, una áspera sequía. 

Hay otras causas, como el recrudecimiento de las plagas que afectan a los árboles de cacao en África, donde, por si fuera poco, las fincas —por lo general, de pequeño tamaño—, enfrentan un exceso de regulación estatal, altos impuestos y bajos precios al productor (el actual precio en puerto es 300% superior al de finca), lo que desincentiva el cuidado y renovación de los cultivos.

Además, el cacao africano ha venido afrontando en los últimos años problemas regulatorios en Europa por los casos de trabajo forzoso, trabajo infantil, deforestación y alto uso de pesticidas. 

Por todo esto, se prevé que este año el déficit entre la producción y la demanda global será el peor de la historia, superando las 450.000 toneladas.

Aquí es donde entra el Ecuador, tercer productor mundial de cacao: todo lo que coseche este año y los siguientes va a poder vender a excelentes precios. ¡Es una oportunidad que no ha tenido durante 100 años!

Los ojos de los compradores voltean a verlo como la alternativa. Es que la producción ecuatoriana es fuerte, ha crecido en los últimos años, tiene una calidad superior y, además, posee el cacao fino de aroma, esencial para conseguir bombones de pedigrí.

Es el momento de exportar y de sembrar para exportar, porque la demanda, momentáneamente afectada por la subida de precios, seguirá creciendo, y el mundo está ansioso de consumir nuestro cacao.

Cacao en grano, pero también elaborados, en especial los confeccionados con prácticas de comercio justo y producción sostenible y respetuosa del ambiente, como ya estamos viendo en el caso de Pacari y otras marcas originales.

El Ecuador ya ha estado reaccionando al auge de precios: en 2013 producía 225.000 TM al año y hoy produce 462.000 TM, y puede, sin deforestar, producir más, renovando cultivos.

Cuando dije 100 años no fue exageración. Justamente hace 100 años el Ecuador vivió la primera gran crisis de su comercio exterior. Tras décadas de auge (1880-1920), vino la crisis: el quintal de cacao ecuatoriano, que en 1919 se vendía en Nueva York a USD 26,76 se comerció en 1920 a menos de la mitad, USD 12, y en 1921, a tan solo USD 5,75, ¡a la quinta parte en solo dos años!

Las consecuencias fueron devastadoras: caída de la cadena de pagos, quiebras, despidos y, como el precio de las crisis siempre se traslada a los pobres, creciente miseria e intranquilidad social, lo que llevó al estallido de noviembre de 1922 y la matanza obrera en Guayaquil.

Las causas de aquella crisis de hace un siglo son como un espejo cóncavo de lo que hoy sucede en África Occidental: hace 100 años empezó a inundar los mercados mundiales el cacao de la Costa de Oro, la actual Ghana —donde los ingleses habían desarrollado inmensas plantaciones con semillas y plántulas llevadas subrepticiamente desde el Ecuador—. No importaba que el producto fuera de inferior calidad, a los compradores de Europa y EE. UU. interesaba su bajo precio.

Y también tras cuernos, palos: las plagas. Hace un siglo la monilla y la escoba de la bruja diezmaron las plantaciones ecuatorianas e impidieron que el país se aprovechara del aumento de la demanda en la segunda mitad de la década de 1920: ¡no tenía cacao para vender, cuando un cuarto de siglo antes vendía entre la mitad y un tercio del grano del mundo!  

Fue el inicio de las dos décadas más terribles del siglo XX, con déficit fiscal, escasez de divisas, especulación de precios, devaluaciones del sucre y desestabilización política recurrentes. Más de 20 gobiernos, golpes de estado cada dos por tres, una guerra civil (la “de los Cuatro Días”, que no por tener un nombre irónico fue cualquier cosa), la invasión de 1941 y la cesión forzada del territorio nacional en 1942.

No sería la última de esas crisis: con el petróleo, e inclusive con el banano, el Ecuador ha experimentado estos ciclos de auge y caída, no una sino varias veces, con dramáticas consecuencias.

Algunas cosas han cambiado, sin embargo. En 1920 campeaban en todas las grandes economías las medidas proteccionistas, cundía el “nacionalismo económico” y reinaba un gran desorden monetario (que, a poco, llevaría a la hiperinflación en Alemania).

Hoy, en cambio, los países desarrollados han evitado la recesión que se veía venir, el nacionalismo económico está desterrado (a menos que Trump vuelva a la presidencia) y existe una institucionalidad mundial, como el FMI y la OMC.

Por su parte, el Ecuador tiene hoy tratados de libre comercio, un mercado interno libre, sus agricultores han mejorado la productividad, más de 60 empresas exportan elaborados, aumentó sus exportaciones de cacao y elaborados en 40% entre 2021 (USD 940 millones) y 2023 (USD 1.323 millones).

Es decir, tiene la capacidad para afrontar esta oportunidad. Una oportunidad que su cacao estuvo esperando durante 100 años.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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