Viernes, 26 de abril de 2024
En sus Marcas, Listos, Fuego

Usted y yo no somos iguales

Felipe Rodríguez Moreno

Felipe Rodríguez Moreno

PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.

Actualizada:

18 Ene 2022 - 19:02

La obligatoriedad de la vacuna ha generado una polarización digna del ser humano: se toma partido visceralmente, sin reflexión alguna, por una postura ajena y atractiva. Ello me obliga a escribir esta columna.

Antes de que entremos a analizar el asunto de la vacunación, el análisis debe partir de esta introducción y debemos preguntarnos: ¿ser iguales ante la ley significa que siempre somos iguales? La respuesta es no.

El sistema social funciona porque somos iguales únicamente frente a las mismas condiciones y ello no acarrea discriminación alguna. Para ello utilizaré ejemplos básicos, sencillos de entender, para que el análisis temático parta siempre de bases claras.

El mundo (en el que usted vive) está regulado por normas (en Derecho Público y en Derecho Privado). Y en este mundo de normas casi nunca somos iguales.

Si tú tienes 15 años y me estás leyendo (gracias por leerme y no andar soñando con ser youtuber) es porque eres un ser humano, pero te cuento que no tienes los mismos derechos que yo.

Por ejemplo, yo puedo votar, yo puedo entrar a discotecas, yo puedo comprar cigarrillos y en otros países hasta drogas más fuertes. ¿Sabes por qué? Porque la ley nos hace diferentes según la edad.

No eres menos humano que yo, pero eres un humano con restricciones. No te estoy discriminando, estoy protegiendo el bien común de la gente de tu edad, que aún no es apta para entender integralmente las consecuencias de sus acciones.

Si usted viaja al Vaticano y quiere entrar a la basílica de San Pedro, o viaja a Estambul y quiere entrar a Santa Sofía, no puede entrar con shorts, brazos descubiertos o minifalda. No porque discriminen su humanidad por su forma de vestir, sino porque existen reglas religiosas que usted respeta o no entra.

Así como usted es libre de fumar, pero no en lugares públicos, pues los que no fumamos tenemos derecho a que se respeten nuestros pulmones. Si se quiere matar, mátese, pero no contamine a los que queremos vivir.

Un gringo tiene el derecho a portar armas de fuego. Es su derecho de libertad y de autodeterminación. ¿Por ello puede entrar armado a un avión? No, ¿verdad?

No lo están discriminando y, por ende, no están violando su derecho a la libre movilidad, sino que están protegiendo la seguridad de todos.

Yo tengo el derecho a subirme a un avión donde no haya gente armada. ¿No le gusta? Vaya en auto y no joda a los demás.

En Latinoamérica, región de la delincuencia de arma blanca, no se puede entrar a bancos con gafas y gorra. La idea es que las cámaras permitan enfocar el rostro y así identificar al posible asaltante en caso de robo.

Y no, usted no está siendo discriminado. ¿Quiere entrar a hacer un depósito? Péinese bonito, pues yo tengo derecho a que protejan mi seguridad.

Usted quiere sacar un préstamo, pero no tiene ni casa ni carro. El banco no le está discriminando por no darle el crédito, sino que la ley exige al banco a prestar solo cuando existan garantías para el cobro, en caso contrario, la estabilidad financiera del banco y del público puede correr graves riesgos.

Mi estatura, por ejemplo, no me da para ser policía en Austria porque no represento ninguna garantía de control físico para un delincuente allá. Peor aun si tuviese epilepsia, no podía entrar a su ejército.

¿Eso quiere decir que discriminan a la gente por su condición física o de salud? No. Lo que hacen es dar garantías de seguridad a quienes deben defender.

¿Usted es el mejor biomagnetista y espiritista del planeta y quiere ejercer la medicina, pero no tiene título? Pues no va a poder, pues por seguridad de todos debemos tener la garantía de que estudió una profesión que lo capacita para tratar al cuerpo humano.

Así puedo seguir todo el día. ¿Qué quiero decirle? El sistema jurídico de normas siempre se ha sustentado en que todos somos iguales ante las mismas condiciones y, por ende, las restricciones son parte fundamental de la estructura social de cualquier grupo humano.

De otra forma no existiría el orden y todo sería anarquía. Si usted cree que toda restricción implica discriminación es porque usted transita por esta vida con los ojos cerrados o porque su falta de lecturas hace que no entienda lo que la discriminación significa.

¿Por qué existen restricciones? Porque quienes nos heterogobiernan buscan el bien común. Y a veces jode ese bien común.

A veces queremos saltarnos las reglas porque somos chéveres, o conspiracionistas, o simplemente pendejos. Es parte de ser humanos y ello no nos hace mejores o peores.

Pero quiero que esté tranquilo, nadie va a aplicarle un mata leones (llave de ju-jitsu) e inyectarle una vacuna. Usted no está obligado a vacunarse.

Acceder a un servicio o a un lugar es también opcional y la vacuna es uno más de cientos de miles de requisitos que nos hacen iguales y nos hacen tan distintos al mismo tiempo.

Por mi parte, yo seguiré defendiendo mi derecho a vivir en un mundo en el que a mis seres queridos no se les restrinja el acceso a una unidad de cuidados intensivos porque está saturada de infectados sin vacuna.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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