Viernes, 19 de abril de 2024

Hasta peluquerías abren en Guayaquil, pese a la emergencia

Autor:

Xavier Letamendi

Actualizada:

29 Abr 2020 - 0:03

Ciudadela Urdesa

Autor: Xavier Letamendi

Actualizada:

29 Abr 2020 - 0:03

Varios locales comerciales cerrados al público, en la ciudadela Urdesa, al norte de Guayaquil, el 28 de abril de 2020. - Foto: PRIMICIAS

En las zonas periféricas de la ciudad ya se forman congestiones de automóviles en los semáforos. El flujo vehicular crece y el número de vendedores informales en las esquinas también.

Guayaquil no respeta el semáforo en rojo. El movimiento en las calles cada vez es más notorio, pese a que las restricciones de movilidad siguen en pie. El puente de la Unidad Nacional sirve como termómetro para medir el tránsito de la ciudad.

El martes 28 de abril se formó un embotellamiento en este viaducto. La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) colocó un punto de control al final del puente, lo que dificulta aún más la circulación.

Las cámaras de esa entidad también detectaron un aumento del flujo. Si al inicio de la emergencia sanitaria rodaban por el viaducto 1.200 vehículos cada 24 horas, hoy esa cifra es de 2.000 diarios.

En las esquinas ya se observan filas de carros esperando que el semáforo pase de rojo a verde; lo cual es evidente en las calles Portete y 17, que atraviesan el populoso suburbio de la ciudad.

En ambas avenidas se observan negocios abiertos, como talleres mecánicos y de venta de llantas.

No se puede gritar limones con la mascarilla puesta

También han retornado los vendedores ambulantes, que ahora ofrecen alimentos e implementos de protección, como guantes y mascarillas.

Por las calles del tradicional barrio de clase media Urdesa camina Luis Rodríguez, un joven de 25 años. Lleva diez fundas de limones que vende a un dólar cada una. “Ya todos están saliendo, no puedo quedarme yo mientras el resto está trabajando”, dice.

Rodríguez lleva una mascarilla, pero la tiene a la altura del cuello y no le tapa ni la nariz ni la boca, como debe ser.

Dice que si se pone la mascarilla no puede gritar “limones”. Tampoco tiene alcohol para desinfectar las monedas que recibe a cambio de las frutas.

Los vendedores ambulantes, con la emergencia sanitaria, cambiaron su oferta. Dejaron atrás la venta de cargadores de celular, juguetes y otros artículos de bazar. “Se escogió limones porque eso se vende más rápido”, dice Rodríguez.

Hasta el 28 de abril, según datos oficiales del Ministerio de Salud, se registran 10.200 contagios de Covid-19 y 433 fallecidos en la provincia de Guayas. Pero estas cifras sólo toman en cuenta las pruebas de diagnóstico PCR, con base en la nueva metodología de medición del Ministerio de Salud. 

Mientras que hasta el 25 de abril, fecha en que se tienen datos de las pruebas rápidas y de PCR, solo en Guayaquil se reportaban 5.565 casos confirmados de coronavirus. 

Peluquerías abiertas en la Trinitaria

Pese a que las autoridades locales han advertido que aumentar la movilidad hace que el virus se propague, Guayaquil empieza a retomar a su ritmo.

Parece domingo por la tarde, antes todo se veía vacío y ahora hay full gente”, comenta Christian Ordóñez, un conductor de taxi que circula porque tiene la placa que lo autoriza para trabajar.

Hay puntos críticos. En los exteriores del Mall del Sur se forman a diario enormes filas. Son personas que quieren entrar a una de las agencias bancarias del centro comercial. Nadie guarda la distancia recomendada.

En el suburbio, las lubricadoras y los talleres mecánicos ya abrieron. A falta de transporte público las tricimotos incursionan en la calle 17, pese a que tienen prohibido circular en esta zona de la ciudad.

En la Isla Trinitaria ya se observan peluquerías abiertas y con clientes. Los buses de la metrovía y las rutas de la salud, unos circuitos de emergencia creados por la ATM, lucen llenos.

Guayaquil empieza a salir a la calle, incluso cuando el riesgo de una nueva ola de contagios de Covid-19 pesa en el aire.