Viernes, 19 de abril de 2024

Disfraces, juegos y cantos por Whatsapp: la reinvención de las maestras de preescolar

Autor:

Jonathan Machado

Actualizada:

30 May 2020 - 22:55

educación

Autor: Jonathan Machado

Actualizada:

30 May 2020 - 22:55

Profesoras dictas sus clases virtualmente durante la pandemia del coronavirus. - Foto: cortesía

La teleducación ha obligado a que los maestros utilicen nuevas estrategias de pedagogía para captar la atención de sus estudiantes, sobre todo de los más pequeños.

Johanna Rojas usa cada día un nuevo disfraz. Un día es una muñeca, al día siguiente una payasa y después un personaje de cuentos infantiles.

No solo lleva un disfraz, sino que canta, hace mímicas y juega. Con la combinación de esos recursos lúdicos capta la atención de sus estudiantes que apenas tienen dos años de edad.

Esta profesora del centro educativo estatal San Francisco, del cantón La Maná, en Cotopaxi, ha encontrado en estas actividades una entretenida interacción virtual con sus pequeños alumnos, a los que no ve en persona desde hace más de 75 días.

Doris Sosa, Peggy Prado y Josselyn Chavarría, profesoras del preescolar del colegio Montebello Academy, en Quito, emplean instrumentos musicales, títeres y utensilios de cocina para que sus clases sean entretenidas.

Doris Sosa improvisa una batería con las ollas y cucharones de su casa y simula ser una astronauta con un cedazo como casco.

Peggy Prado confecciona títeres para interactuar a través de ellos con sus alumnos. Josselyn Chavarría toca la guitarra y canta para enseñar los colores en inglés.

Gabriela Bernal, profesora de la escuela fiscal Carmen Amelia Hidalgo de Cumbayá, adaptó en la sala de su casa un pequeño mercado, para enseñar a sus estudiantes los números y colores.

Su compañera, Marlene Chuquimarca, utiliza cuentos infantiles para enseñar los números y colores y canta los nombres de los utensilios de cocina a sus alumnos de primero de básica.

Ellas tienen varias coincidencias, pero la más importante es que la pandemia les obligó a perder el miedo a la tecnología, para grabar y editar los videos con los que comparten sus clases.

Una tarea demandante en la que emplean los recursos disponibles en sus respectivos hogares, pero a la que -dicen- no pueden eludir si quieren mantener la atención de sus estudiantes.

"Así el proceso de aprendizaje no se ve tan perjudicado por la falta de interacción directa entre alumnos y maestros", afirman.

En Ecuador, alrededor de 1,8 millones de niños del régimen Sierra-Amazonía reciben clases de manera virtual desde el 18 de marzo de 2020 cuando se declaró la emergencia sanitaria en el país.

A ellos se sumarán cerca de dos millones de estudiantes del ciclo Costa que empezarán el año escolar el lunes 1 de junio.

Johanna Rojas y Marlene Chuquimarca dicen que sus personajes son elaborados con sus propios recursos, así como los materiales que usan en sus clases: cartulinas, lápices, marcadores de colores y los diferentes tipos de papel.

Rojas afirma que la motivación para disfrazarse se basa en "querer que los estudiantes vean a su profesora en otras facetas que no conocían".

Peggy Prado señala que la creatividad, los juegos, los títeres, los cuentos y las experiencias sensoriales son parte de las herramientas pedagógicas que utiliza el colegio. La diferencia es que ahora se han trasladado a la teleducación, y los maestros no tuvieron otra opción que adaptarse.

Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró al virus como pandemia, las autoridades sanitarias tomaron drásticas medidas de confinamiento para frenar los contagios.

Una de las primeras fue el cierre de escuelas y colegios para cuidar la salud de los millones de estudiantes.

La pedagoga Cristina Sandoval dice que la educación virtual "ha golpeado a muchos niños porque han perdido el acercamiento cotidiano con sus maestras". Pero estas actividades lúdicas logran reducir en algo esa brecha.

Pero pocos hablan del sacrificio de los maestros, un colectivo que -como la industria alimenticia, el personal de salud, policías, recolectores de basura, periodistas y otros- nunca dejó de trabajar y se sumó desde su espacio a aquella "primera línea de combate a la pandemia".

Aunque con poco reconocimiento.

Las maestras del sector fiscal entrevistadas para este reportaje coinciden que por el esfuerzo diario que dedican a su trabajo es injusta la reducción salarial del 8,33% decretada por el Gobierno dentro de su política de austeridad fiscal.