En sus Marcas Listos Fuego
Ley de Inteligencia for Dummies

PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
Actualizada:
La Asamblea Nacional acaba de aprobar la Ley Orgánica de Inteligencia y más de un vivísimo ha saltado, alarmando a la sociedad, contándonos cómo se avecina 1984 de George Orwell.
“Acaban de aprobar el espionaje estatal” aúllan; “nos van a espiar hasta lo que comemos” braman; “esto sólo ocurría en la KGB y en las SS” vociferan.
Por eso es tan importante explicar, tal cual la colección de libros “For Dummies”, si tanto escándalo proviene de un sesudo análisis normativo o si, por el contrario, a sus detractores les sobra todo menos inteligencia (con todo respeto a los brillantes penalistas que sí han realizado un análisis procesal cauto, histórico y práctico).
Así que, nuevamente, vamos con una explicación de preguntas y respuestas.
1. ¿La nueva ley de inteligencia permite que el Estado intercepte comunicaciones sin orden judicial y con fondos reservados?
Pero obvio, de lo contrario no sería una Ley de Inteligencia, sino una Ley de Estupidez Estratégica.
2. ¿Existen países civilizados y democráticos con leyes similares?
Obvio. De hecho, para que la civilización sobreviva frente a quienes se oponen a ella, se necesitan leyes de inteligencia que permitan que el Estado intercepte comunicaciones sin orden judicial, so sorry.
Así, encontramos vigente el día de hoy:
En Estado Unidos la Wiretap Act y la Foreign Intelligence Surveillance Act; en Reino Unido la Investigatory Powers Act; en Francia la Intelligence Act; en Suiza la Intelligence Service Act; en México la Constitución (ajá, en la mismísima Constitución, miren el artículo 16); en Canadá la Anti-Terrorism Act y el Communications Security Establishment; en Alemania la ley G-10; en Austria la Telekommunikationsgesetz y la Security Police Act; en España la Ley General de Telecomunicaciones y la Ley de Inteligencia; en El Salvador la Ley Especial sobre Interceptación de Telecomunicaciones, la Constitución y la Ley Telecom; y así puedo seguir hasta llenar 30 columnas.
3. ¿Es esto un cheque en blanco para que el gobierno nos espíe hasta cuando vamos al baño?
No, bajo ningún concepto. Y el que haga eso comete varios delitos. La ley no está hecha para espiar a ciudadanos honestos, pero siempre existe el riesgo de un “inteligente” que utilice la ley para persecuciones o retaliaciones personales.
Como siempre, el riesgo no está en la ley, sino en quienes la aplican.
4. Entonces, ¿para qué sirve?
Para poder anticiparse a graves ataques a los ciudadanos y a la seguridad pública. Déjenme ponerles un ejemplo de la vida real, previo a la promulgación de esta nueva ley:
La policía sospechaba de 5 individuos que ingresaron al país desde Colombia. Esos individuos no habían cometido delito alguno, pero por información de inteligencia, se conocía que iban a “fumigar”. Hasta aquí hay nada. No contaban con nada sustancial para denunciar en Fiscalía y conseguir que, dentro de una investigación, un fiscal solicite orden judicial para interceptar comunicaciones.
Estos agentes de inteligencia querían interceptar las líneas de esos individuos y hacerles seguimientos. ¿Podían? No. Días más tarde, esos cinco asesinan a un candidato presidencial.
Si los encargados de inteligencia hubieran contado con una Ley de Inteligencia que les hubiera permitido anticiparse a los hechos y prevenirlos, ¿moría el candidato?
5. ¿Es decir que antes de esta ley en Ecuador no se podía hacer operaciones de inteligencia preventiva?
Así es, no se podía (legalmente), porque el sistema estaba estructurado para sancionar delitos, no para prevenirlos.
6. ¿Es posible combatir a grupos de delincuencia organizada y terroristas sin una Ley de Inteligencia como esta?
No, no es posible. De hecho, es suicida y poco inteligente, pues sin normas que permitan hacer un trabajo preventivo, debemos esperar a ver en redes sociales el cuerpo abaleado de un ser humano en el suelo, con el rostro tapado con una camiseta, el riachuelo de sangre yendo a las cunetas y escuchar los gritos desgarradores de dolor de sus hijos, para recién salir a buscar a los sicarios.
Las leyes de inteligencia, en ningún lugar del mundo eliminan el crimen, pero sí lo reducen y, para empezar a tener paz, debemos lograr tener menos muertos.
Debemos entender que esta discusión no se da en el marco de “exceso de muertos en las vías por conductores borrachos”. Se trata de una de las etapas más oscuras, siniestras y sangrientas de nuestra historia, de verdaderos carteles organizados para apoderarse del país.
7. ¿Y si le espían a usted, Felipe Rodríguez, seguirá sosteniendo lo mismo?
O sea, si me hacen labores de inteligencia van a ocurrir varias cosas, y en este orden:
El policía a cargo de escuchar mis conversaciones va a ampliar su léxico literario, aprender nuevas malas palabras y escuchar el humor negro más oscuro de todos los tiempos. Pero se va a divertir (si es que sus neuronas le permiten entender la ironía).
No va a encontrar indicios de delito alguno, por lo cual, ni me mosqueo (teóricamente).
Se va a ir a la cárcel, por utilizar el sistema de inteligencia para fines distintos a los de prevenir delitos contra el orden del Estado.
Además, ya durante el correísmo me intervinieron las llamadas, mandaron al sargento Anangonó a seguirme desde que salía de mi casa hasta que regresaba (saludos sargento), y todo sin ley. Así, igual que miles de ecuatorianos víctimas de un grupillo de sanguinarios.
Bueno ya, pero como no nací ayer, sé que si quien aplica la ley es un cretino, entonces, seguramente se tergiversarán mis conversaciones y cuando diga “voy a lanzar una bomba” refiriéndome a un polémico post en X, me acusarán de terrorismo.
Otra vez: yo no le temo a la norma, le temo al humano normal, capaz de todo con o sin ley.
8. ¿Qué más contempla esta ley?
Algo muy obvio: por fin a los agentes infiltrados se les permite tener una identidad ficticia, avalada y certificada en el Registro Civil.
Y esto era obvio, de hecho, sobre esto escribí un libro en el 2012. Los agentes infiltrados que usan “identidad supuesta” deben contar con evidencia documental de esa identidad. Así, si el policía Juan Quiroz dice llamarse Benito Chalá frente a una banda criminal, al menos deberá tener una cédula real para que le crean.
Por eso, ahora el Registro Civil puede crear identidades en sus bases de datos para los agentes infiltrados, tal cual ocurre hace años en más de 50 países civilizados de este aguachento planeta.
9. ¿Y es verdad que regresan los fondos reservados?
Verdaderísimo. En operaciones de inteligencia siempre se debe contar con fondos para pagarlas. Por ejemplo, ¿el agente infiltrado con qué dinero come o entra a lugares de entretenimiento nocturno con la banda criminal que pretende desmantelar? ¿Con qué dinero se paga a informantes? Para asegurar la operación, siempre, sin excepción, los fondos deben ser reservados, ergo, su uso no puede ser de conocimiento público ni puede haber reembolso de gastos con factura.
Así lo hace el FBI (USA) o el Secret Inteligencie Service (Reino Unido) y la Direction Générale de la Sécurité Extérieure (Francia).
10. ¿Y quién controla que no haya abuso o peculado?
La Contraloría.
11. Pero doctor Rodríguez, no sea huevón. ¿Nació ayer o qué? Si todos sabemos que la Contraloría está podrida, que la Policía está podrida, que la justicia está podrida ¿cómo podemos confiarles una ley así?
Tienen razón ¡pero qué pendejo soy! Me olvidaba que esto no es Dinamarca, que los encargados de la inteligencia no serán suizos y que debemos colocarnos de rodillas frente a los narcos.
Me olvidé de perder la esperanza. Y claro, si todo está podrido, eliminemos la Contraloría y que jamás haya la esperanza de control.
Instauremos un candado de sigilo bancario para la UAFE y el SRI, pues, ¿cómo vamos a ser tan tacaños como para pretender que el dinero de lavado de activos no inunde la economía nacional.
Desarmemos a la Policía, pues ¿cómo vamos a ser tan cojudos de permitir que haya policías ecuatorianos armados en las calles?
Eliminemos la figura de los jueces y fiscales, y que la justicia se administre con un palo encebado, sogas y un bidón de gasolina.
Porque claro, si todo está podrido, ¿para qué vamos a buscar una ley que nos haga más inteligentes que los criminales?
12. ¿Qué me preocupa?
Lo de siempre. Me preocupa la historia, porque está repleta de abusos por parte de los órganos de inteligencia. De hecho, la historia demuestra que los primeros en ser condenados por arbitrariedades son los directores de inteligencia.
En lo local tenemos de ejemplo a Rommy Vallejo y a Pablo Romero.
Yo amo el Derecho y apoyo que exista una ley de inteligencia. Lo que me hace falta que me garanticen es que quienes la administrarán tendrán el lóbulo frontal desarrollado y la ética y legalidad como camisa de fuerza. Sin eso, esta no es una ley, sino una bomba (otra).
13. ¿Y qué con el periodismo y los abogados?
Este es otro tema que me preocupa. Cabe recordar al Gobierno que, en virtud de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos suscritos por el Ecuador, las conversaciones entre periodistas y sus fuentes y entre abogados y clientes son inviolables y ninguna ley puede autorizar su vulneración.
Si eso se vulnera, desaparece toda posibilidad de vivir en una democracia.
¿Ven? Regreso así al origen de todo. Las leyes son una belleza siempre y cuando se apliquen de la forma y para los fines para las que están previstas. Las leyes son nuestra sepultura cuando quienes las aplican ocupan pantalones que les quedan demasiado grandes, algo así como esa frase que dice que existen dos tipos de policías: los que hacen al uniforme y a los que les hace el uniforme.
Así que como siempre, Daniel: toma tu ley, ahora, empuñándola, sé el estadista que prometiste ser.