Tablilla de cera
Noboa pierde la consulta, pone un tuit y se manda a cambiar
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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Entre los dichos famosos del general Charles de Gaulle está el de que “Les référendums, on les fait pour les gagner”, “los referendos se hacen para ganarlos”.
O sea, el político y héroe de la Segunda Guerra Mundial pensaba que solo tiene sentido cuando hay la seguridad del triunfo y de un respaldo nítido de los votantes.
Lo recordábamos el martes con un diplomático extranjero que está solo dos años en el Ecuador y que ya ha visto cinco elecciones, preguntándonos qué necesidad tenía Noboa de convocar a la consulta.
Él y su equipo se sintieron tan seguros (y tan picados) que pasaron de una encendida polémica con la Corte Constitucional a abocarnos a las urnas.
Cualquier conjunto de preguntas era ganable meses atrás, pero, desubicado, Noboa llamó a la consulta muy tarde, cuando su popularidad se había desgastado y, para colmo, cuando retiraba el subsidio al diésel, medida recibida con resignación, pero impopular.
Lo que siguió después, la feroz represión al paro en Imbabura y a los brotes en otros cantones, sumada al olímpico rechazo a dialogar, puso al país a contemplar espantado los choques y la devastación de aquella provincia durante un mes entero, mientras estallaban bombas terroristas en Guayaquil y en dos puentes importantes, había nuevas masacres en las cárceles y el crimen seguía rampante.
La campaña fofa, sin condumio, se negó a explicar cómo se quería la constitución, qué rumbo se quería dar al país.
Y el propio presidente la saboteó con tanto bono, tractor, adelanto del 13º sueldo al sector público, traslado apresurado de presos a una nueva cárcel sin terminar, cabalgatas con Kristi Noem y paseos en el Porsche azul por las polvorientas y humildes calles de Olón.
A lo que sumó al menos dos declaraciones absurdas: que una de las bases militares extranjeras iba a estar en Galápagos y que los servicios de salud del IESS debían pasar al Ministerio de Salud.
La gente no come cuento: demasiados intentos de “hacerse popular” a la fuerza, se le volvieron en contra. Porque la gente contrasta eso con el estilo presuntuoso, la permanente confrontación y el sufrimiento en carne propia de la falta de seguridad y salud.
Galápagos es uno de los temas más sensibles y no ahora sino a lo largo de toda la historia del Ecuador. Confiar el IESS al Ministerio de Salud en medio del descalabro en que este se halla es una burla sangrienta.
Reculó Noboa, pues las encuestas deben haber revelado el daño que sus declaraciones le estaban haciendo, y habló de bases solo en Manta y Salinas y de un cambio solo administrativo de los servicios de salud del IESS, otra barbaridad por la corrupción e ineficiencia de ese ministerio.
Su equipo no se quedó atrás, y la ministra Núñez declaró que el Ecuador es el único país en el que hay un 13o y un 14o sueldos, lo que, además de ser falso, sembró el temor de que iban a suprimirlos.
Los resultados de las urnas mostraron la derrota del Gobierno, pero su respuesta a este grito ha sido pálida y mustia. Una minicrisis de gabinete, sacrificando a Alegría Crespo, una buena ministra, con una de las mejores imágenes; cambiando de silla a dos ministros ineficientes como Rovira y Burbano y, sorpresa mayúscula, incorporando en el delicado cargo de ministro de Gobierno al radiodifusor Álvaro Rosero, a quien un sector del público conoce por su “Show de la Papaya”.
Dicen que Álvaro se ha hecho pana del presidente. Y le deseo el mejor de los éxitos en el difícil reto de manejar la política. Pero, francamente, en un gabinete corresponsable de la derrota, ¿cómo es posible que sigan un Sensi-Contugi, un Reimberg y un Loffredo? Figurones cuyo único mérito parece ser la lealtad con Noboa, a quien no le hacen bien porque no lo hacen bien.
Preocupa que se haya nombrado ministra de Salud a María José Pinto. Aunque capaz y trabajadora, una vicepresidenta de la República no debería tener que enfrentarse con las siniestras mafias que saquean los fondos de los hospitales y tienen descalabrado al sistema.
Más asombroso aún es que tras una alerta tan clara de las urnas, que debería llevar a una reflexión seria y a una reorientación de estilo y sustancia, de parte de Noboa solo veamos un breve mensaje en X y un comunicado oficial anunciando los pocos cambios en el equipo. Y que lo siguiente que sepamos es que ha tomado el avión a los EE. UU.
Nadie sabe a qué va. ¿Va a explicar a Rubio y a Noem su derrota? ¿Va a traer algo bueno?
Lo que todos se preguntan, recordando la cabalgata playera, es cómo va a retomar las riendas del chúcaro que aún debe montar durante 42 meses y cuatro días más.