Lo invisible de las ciudades
¿Qué pasa con el Túnel Guayasamín?
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Los prolongados congestionamientos de tránsito, provocados por las personas que viajan de los valles al hípercentro -y viceversa- hacen que sea inevitable ver las grietas que han aparecido en los muros del túnel Oswaldo Guayasamín. Su presencia es de conocimiento público desde hace años. Sin embargo, ahora han adquirido un grosor que las hace visibles incluso a la distancia. Dichas grietas son predominantemente horizontales, y se encuentran en mayor número en el muro sur, que da hacia el exterior de la montaña. Algunas de esas grietas tienen manchas, cuyas formas pueden ser interpretadas como filtraciones de agua; y cuyo color blanco parece ser síntoma de deterioro estructural. En algunas partes del muro sur se pueden ver pegados algunos dispositivos, que sirven para medir la dilatación de dichas grietas. Otras han sido recubiertas con algún material, que no sabría decir si se trata de un epóxico o de un impermeabilizante.
Si revisamos la historia del túnel Guayasamín, encontraremos que este ha tenido una serie de inconvenientes y tropiezos; desde su concepción hasta nuestros días. Comencemos mencionando, que el proyecto original planteaba la construcción de dos túneles paralelos, separando así el sentido de los carriles; tal como se puede ver en los túneles de San Roque y San Juan. Los estudios geológicos demostraron que la calidad del suelo sólo podría permitir la construcción de un túnel. Eso significó reducir el flujo vehicular posible a la mitad; solo un carril de ida y otro de vuelta. En un intento por compensar esto, al carril central para emergencias se lo convirtió en un tercer carril de circulación; que cambia su dirección de flujo, según el tránsito en horas pico.
Luego, a mediados de la década pasada, se comenzó a hablar de la “Solución Vial Guayasamín”; una alternativa que buscaba reemplazar el túnel que no se construyó por una vía externa, que siguiera el contorno de la quebrada. Se asignó la realización de dicho proyecto a una empresa china, la cual recibiría los ingresos del peaje que se cobra por el uso del túnel. El proyecto nunca se realizó. Se presume que la inestabilidad de la quebrada, junto a la cual se construiría la vía, sería su mayor impedimento.
Y así fue como lo que iba a mejorar la conexión entre el hípercentro quiteño y los valles orientales terminó siendo el mismo embudo que era antes el partidero a Tumbaco. El tiempo y el aumento del parque automotor de la capital hicieron lo suyo para que actualmente, dicha conectividad resulte aún peor.
Desde su inauguración, el número de edificaciones construidas sobre el túnel ha aumentado considerablemente. ¿Podría ser esto un factor relevante para explicar el surgimiento de las mencionadas grietas? Es muy probable. Eso explicaría que haya más grietas en el muro sur del túnel, que es el que da hacia la quebrada. A dicho factor hay que agregarle los años de inclemencia climática, que pueden haber provocado grietas y filtraciones en el hormigón armado del túnel. Eso explicaría la presencia de las manchas que mencionamos anteriormente.
Evidentemente, esto no es causado por la administración municipal actual; viene de algunas cuantas alcaldías atrás. Pero sí debería ser el alcalde Muñoz quien solicite un reporte del estado actual del túnel, y lo comparta con la ciudadanía.
Si esto derivara en intervenciones de reparación que cerraran el paso del túnel, la ciudad debería preparar un plan de contingencia vial, que proponga alternativas de conexión seguras entre Quito y las parroquias rurales orientales.
No creo que es momento de alarmismos; pero sí creo conveniente que se dé una explicación clara y fidedigna sobre el estado actual del túnel Guayasamín. No hablar de esto podría dar pie a escenarios peores.