El indiscreto encanto de la política
Vicepresidenta Pinto: en salud, callar no es prudencia; es abandono
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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La decisión del presidente Daniel Noboa de encargar el Ministerio de Salud a la vicepresidenta María José Pinto fue, en principio, un gesto de autoridad.
En medio del desorden administrativo, la escasez de medicamentos y la erosión de la confianza pública, que la segunda autoridad del Estado asumiera la conducción del sector transmitía jerarquía y compromiso.
El mensaje era claro: para recuperar un sistema en crisis se necesitaba liderazgo político, no solo gestión operativa.
Tres semanas después, esa imagen inicial quedó eclipsada por una gestión sostenida en el silencio y la ausencia pública.
El caso de la bebé fallecida en Macas, entregada a sus padres en una caja de cartón, no es una falla administrativa: es una fractura ética que expone al Estado frente a su obligación más elemental, garantizar dignidad en el trato al ciudadano.
Ante un hecho así, la expectativa era evidente: la vicepresidenta debía dar la cara, reconocer fallas, tomar decisiones y comunicar con claridad.
Nada de eso ocurrió. No hubo explicación pública, ni una rendición mínima de cuentas, mucho menos un mensaje de solidaridad para la familia. En asuntos de vida y salud, callar no es prudencia; es abandono.
El vacío comunicacional se repite en otro frente crítico: la fallida alianza con HealthBird. La vicepresidenta no ha ofrecido declaraciones públicas sobre el tema, a pesar de que el sistema que esa empresa iba a desarrollar fue presentado meses atrás como la puerta de entrada a la modernización digital del Ministerio.
La falta de explicaciones sobre qué salió mal; qué alternativas se exploran o qué responsabilidades se determinaron alimenta la desconfianza en un sector donde la transparencia debería ser irrenunciable.
Mención aparte merece el lapsus del despacho vicepresidencial que, al no reconocer inicialmente el decreto que le asignaba estas funciones, dejó sin respuesta una solicitud de información de la Comisión Anticorrupción.
El error fue corregido días después, pero dejó instalada la sensación de una Vicepresidencia que ocupa el cargo sin ejercerlo plenamente.
En un contexto de crisis sanitaria, denuncias cruzadas y desinformación, no bastan los comunicados ambiguos ni los videos escuetos. El país necesita a la titular del Ministerio ofreciendo entrevistas abiertas y sin restricciones, explicando el manejo de la cartera, los alcances reales de su encargo, la situación de HealthBird y las consecuencias para los responsables del caso de Macas.
Pinto está a tiempo de corregir el rumbo. Tiene a su favor una imagen pública asociada a la honestidad, la sobriedad y la firmeza.
Para que esas cualidades se traduzcan en liderazgo real, debe asumir la voz del Ministerio, rendir cuentas sin reservas y enfrentar la crisis con presencia, empatía y rigor.
Si logra dar ese giro, no solo recuperará la legitimidad perdida: demostrará que el poder se sostiene en la responsabilidad, no en el silencio.