Columnista Invitado
¿Es malo copiar?

Economista por la Sorbona y máster en Corporate Finance por EDC Paris. Consultor en estrategia e inversión, especializado en mercados emergentes y análisis macroeconómico. Radicado en París, analiza y escribe con la mirada de una nueva generación.
Actualizada:
En la escuela te dicen que sí. Copiar es hacer trampa, copiar es no pensar. ¿Pero y si copiar te ahorra tiempo, dinero y reduce el riesgo de equivocarte?
Ecuador discute una nueva Constitución y vivimos en un mundo tan moderno, con herramientas que nos permiten leer, comparar, ver lo que funciona y copiarlo. El desafío no es solo hacer la Constitución, es hacer que se apruebe en la nueva Asamblea Constituyente. Para eso necesitamos un gran acuerdo nacional, una unión de ecuatorianos, así como en el mundial de desayunos de Ibai o como cuando juega la Tri.
Quiero hablarles de un país pequeño; con cuatro idiomas y culturas diferentes, con 30 % de su población extranjera, sin recursos naturales, sin acceso al mar: Suiza.
A los 18 años vi a mis primos suizos llenar su declaración de impuestos. Veía impresionado cómo, sirviendo café, ganaban 25 francos (31 dólares) la hora. Mi primo menor hoy sirve con orgullo a su país en el servicio militar obligatorio, en una unidad de élite del ejército. Afuera de las granjas hay puestos sin supervisión, donde la gente deja su dinero y se lleva los productos frescos. En cada consulta popular llega por correo un sobre con las papeletas y un folleto con argumentos a favor y en contra para cada pregunta.
En Suiza el poder está abajo, no arriba. Las comunas (municipios en Ecuador) deciden primero; lo que excede su competencia pasa al cantón; y solo lo que requiere coordinación o normas uniformes llega a la Confederación. Así, Berna asume materias como relaciones exteriores, aduanas o defensa; el resto queda en niveles inferiores, lo más cerca posible de la ciudadanía.
Si en la comuna hay un bache en la calle, la comuna lo repara y no espera tres años a que un burócrata de la capital encuentre el presupuesto, las aprobaciones y el proveedor para solucionar un problema que se puede solucionar en un día.
¿Te sabes los nombres Correa, Noboa, Macron, Trump, Putin, Xi, Milei, Lula? Seguro sí…
¿Pero conoces el nombre de algún político suizo?
Suiza nació con un acuerdo: tres cantones que se unieron para defenderse. Como iguales, se protegían los unos a los otros, y no unidos alrededor de un rey como era común en la época.
Otro ejemplo de gran acuerdo sería su política fiscal y monetaria. Freno a la deuda y banco central independiente en la Constitución. El resultado es contundente, el franco suizo se ha mantenido como una de las monedas más fuertes del mundo durante décadas, y la administración tributaria es tan eficiente que, en algunos cantones, los excedentes fiscales se devuelven a los ciudadanos.
Hay varios otros fun facts suizos: desde 1815 tienen neutralidad perpetua; y pese a eso pueden levantar un ejército equipado y preparado de 100-150.000 hombres en pocos días. No hay generales en tiempos de paz; ningún político escoge un “jefe” del ejército. Tampoco han tenido guerras desde Napoleón. Hay democracia directa: los suizos votan unas cuatro veces al año sobre temas como impuestos, seguridad social, inmigración, infraestructura vial, etc.
Los resultados: es el país más innovador del mundo; tienen una inflación cerca del 0,2 % anual en 2025; la tasa de desempleo ronda el 2,8 %; y los salarios promedio son de aproximadamente CHF 81 456 (USD 92 000) anuales.
Finalmente quiero hablar de la educación. ¿Sabías que el país más innovador del mundo no empuja a todos a la universidad?
En Suiza, a los 15-16 años (al terminar lo que en Ecuador se conoce como décimo de básica) tienes dos caminos: o seguir el bachillerato para ir a la universidad y volverte abogado, ingeniero o doctor; o seguir una formación profesional dual: aprender en una empresa y en el aula. Puedes escoger entre más de 200 profesiones y, a tus 16 años, ya puedes comenzar a ganar tu sueldo. Las profesiones técnicas, como electricista, carpintero o mecánico, no solo están bien remuneradas: gozan de un alto prestigio social. El saber hacer se respeta y se valora.
Eso, en Ecuador, correspondería en educación municipal, planeada en el territorio, cerca de la gente. Donde una joven machaleña vaya a institutos técnicos en agroindustria, logística de exportación, comercio exterior. Donde un joven otavaleño tenga un instituto técnico que le enseñe idiomas, hostelería, gastronomía, y manejo ambiental. Eso es modernizarse, adaptarse al mundo en el que vivimos.
¿Copiar la Constitución suiza? No. Copiar su lógica, sí.
Importar mecanismos que funcionan: disciplina fiscal constitucional; una democracia más directa, con iniciativas y referendos que permitan corregir leyes sin incendiar ciudades; gobernanza más descentralizada, donde ciertas decisiones públicas se tomen cerca del territorio y no únicamente desde un ministerio lejano; menos cambios de reglas, más previsibilidad para invertir y trabajar.
No es solo Suiza; podemos inspirarnos en lo que ya funcionó cerca: Perú, Chile, Uruguay, Panamá…
Esta debe ser la Constitución de todos. Un gran acuerdo nacional con una visión a 20, 30, 40 años. Copiar lo que funciona es la forma más eficiente de dejar de improvisar y empezar a crecer.