Menos tu vientre, todo es confuso

Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Los conquistadores españoles que llegaron al Nuevo Mundo (nuevo para ellos) se toparon con frutos y animales exóticos, que nunca antes habían visto, de modo que los nombraron a partir de ciertos parecidos con especies conocidas para ellos. Así, a ese fruto jugoso y ácido con gruesa cáscara diseñada en rombos la llamaron piña por la semejanza que guarda con la semilla del pino. Y a las tortugas gigantes las bautizaron con el nombre de una silla de montar llamada galápago.
Pues lo mismo hacemos hoy que una nueva época está surgiendo con violencia y desfachatez. Como nadie entiende bien lo que está pasando, por ejemplo, en EE.UU, se intenta encasillar ese proceso tumultuoso y cambiante en alguno de los modelos políticos conocidos, inclinándose muchos a tildarlo de fascismo.
Aunque el gobierno de Trump tiene algunas características del modelo fascista tales como: el supremacismo blanco y la satanización del otro, del impuro, la persecución a la justicia, a los periodistas, a las universidades y hasta al conocimiento científico, obviamente la sociedad norteamericana, el mundo y la ciencia son muy distintos de la Europa de los años 20 del siglo pasado.
No hay que olvidar que el fascismo surgió como una respuesta política a la posibilidad real de que los socialistas y los comunistas apoyados por la Unión Soviética se tomaran el poder. Hoy, la ideología comunista es cosa del pasado y los socialismos del siglo XXI no fueron más que una etiqueta para encubrir el asalto a los fondos públicos.
Pero puestos a buscar semejanzas, no es un secreto que Putin, admirador confeso de Stalin, en su afán de restablecer las fronteras de la extinta Unión Soviética, amenaza a la Europa democrática que surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, cuando (supuestamente) se había enterrado al fascismo para siempre.
Por otra parte, la ideología woke, sin sufrir de los rigores racionales del marxismo, tiende a la exageración y al discurso moralista. Esto la convirtió en el antagonista perfecto para la campaña presidencial de Donald Trump y el movimiento Make America Great Again. Y eso de exacerbar el resentimiento de los blancos derrotados para recuperar un pasado glorioso le asemeja a Mussolini, quien se asumía como el heredero de la Roma Imperial.
¿Qué es lo radicalmente distinto hoy? Ante todo, el vertiginoso desarrollo de las redes sociales y de la Inteligencia Artificial. No solo que estas tecnologías lo están transformando todo –incluida la especie humana como la entendíamos hasta ahora–, sino que están en manos de un puñado de billonarios cuyo poder y cuyas fortunas son inconmensurables. Y bien sabemos con quién se alinean Musk, Zuckerberg y compañía.
Entonces, no es que se aplique el modelo de un Estado fascista sino que se utilizan varias de sus técnicas políticas para concentrar el poder y embestir contra la globalización y el libre comercio. Al mismo tiempo, se busca socavar el sistema democrático liberal y la organización que abanderó la defensa universal de los derechos humanos: la ONU.
Por otro lado, la palabra ‘fascista’ se ha convertido en una etiqueta que se aplica a cualquier cosa pues lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Pero no toda violencia política es fascismo, ni todo racismo, ni cualquier ataque a la prensa y la academia, aunque sea doblemente perverso que la campaña contra las vacunas, por ejemplo, esté encabezada por un Kennedy, cuyo prestigioso apellido es un símbolo de la élite política demócrata a la que denigra Trump, este líder indefinible e impredecible que luego de haber respaldado la demolición de Palestina, ahora se yergue como el gran pacificador.
En este panorama desconcertante donde las cosas no son lo que parecen, debemos estirar las viejas palabras tal como los españoles bautizaron a las tortugas con el nombre de una silla de montar. O podemos decir con Miguel Hernández, el poeta que murió en una cárcel del fascismo español: ‘Menos tu vientre/ todo es confuso…’