Pobres machos: solos, depres, plutos, etc.
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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En estos días de felicidad comercializada, no son pocos los que sienten aquello que Pablo Neruda describió en tres líneas: “la soledad más espesa/la de la noche de fiesta/ bajo el sonido de sombras y campanas”.
Quizá por eso, la tasa de suicidios aumenta en el día de Año Nuevo: cuando la gente anda deprimida, desempleada y abandonada a su (mala) suerte, la expectativa de un año más de lo mismo, o peor, es poco halagüeña. Pero este es solo un pequeño pico estadístico de un problema mucho más amplio que, ojo, afecta mucho más a los hombres que a las mujeres.
Escuchaba el otro día un podcast sobre la situación de los hombres en EE.UU. e Inglaterra, problema que respaldaba con datos el entrevistado, un cincuentón seguro de sí mismo, simpático y convincente. Humm, serán cosas que pasan en el mundo desarrollado, pensé yo. O son datos que se inventa este tal profesor Galloway para vender algún menjunje de hierbas contra la depresión.
Ya me había olvidado del tema cuando leí un reportaje sobre la soledad masculina publicado en ‘El Comercio’, donde se muestra que algo muy parecido está sucediendo en este Quito desmantelado por sus alcaldes de a luca y sus élites escapistas. ¡Wow! ¿Quién podía imaginar que el otrora poderoso género masculino andaba tan mal en todas partes?
Empecemos allá. El profesor Galloway –graduado en Berkeley, millonario, autor de libros, gran comunicador y divulgador, profesor de NYU durante años– dice que, en asuntos de ‘dating’, las mujeres suelen buscar parejas que sean económica y emocionalmente viables. El problema, para los hombres, es que mientras las mujeres siguen ascendiendo en su perfil académico y socioeconómico, la mayoría de los hombres se estanca o desciende; salvo, claro, el 10% superior de hombres, que son tremendamente codiciados y disponen a su antojo. (Supongo que este discurso no debe caer bien en el área del metoo, pero ni modo).
Redondeando, el matrimonio puede ser visto como un lujo: 4 de cada 5 hombres en el quintil superior está casado; solo 1 de cada 3 lo logra en el quintil inferior. Esto significa un desastre social y sicológico porque los hombres sin un mínimo abanico de oportunidades se frustran y ya sabemos por los extremistas y fanáticos que en el mundo han sido, que nada hay más peligroso que un hombre joven, solo, desempleado y con rabia.
Por ello, el índice de probabilidades de caer en el alcohol y las drogas es mucho más alto en el género masculino; y en las cárceles hay 12 hombres por cada mujer.
Dicho sin subterfugios: los hombres más ricos se casan cuando les da la gana; los más pobres las ven canutas. Para más inri, otros estudios señalan que la mejor manera de evitar que un hombre joven marginal se deslice a la delincuencia es que tenga una pareja estable. Suena lógico entonces que, de cada cien suicidas, entre 70 y 80 sean hombres. Es como para tener piedad de tanto macho maltrecho del hemisferio norte. Veamos ahora qué pasa en esta soleada mitad del mundo.
Pasa que se van agudizando también, en Quito, fenómenos como la ruptura de la familia, la desintegración de la vida barrial, la inseguridad y la emigración de miembros cercanos. A ello cabe sumar la decadencia de partidos políticos, de los sindicatos, los clubes y otras instituciones que fomentan la interacción social. (Ir al estadio o al concierto de rock es solo un paliativo, estrepitoso cuanto fugaz porque ni siquiera ahí se desprenden del celular).
Según los datos publicados por ‘El Comercio’, aproximadamente 81% de los encuestados dice vivir estresado y el 25% declara tener algún problema de salud mental. Lo grave es que estos hombres tardan en buscar ayuda médica por aquello de que los machos no deben mostrar debilidad. Ellos no lloran, no, pero se matan: el 77% de los suicidas pertenecen al género masculino, datos muy cercanos a los del Norte.
Desglosando, el grupo más vulnerable y afectado por la soledad y el sinsentido es el los adolescentes, que suelen pasar más de 8 horas conectados al Tik Tok. Otro grupo masculino en aprietos va de los 30 a los 37 años de edad, década cuando ya pesan los remordimientos por los proyectos juveniles frustrados y los caminos que se acobardaron de tomar, junto a las rupturas o divorcios y una situación laboral muy poco satisfactoria.
Escribo esto el día 25. He escuchado ya testimonios, no de hombres sino de tres mujeres de distintos estratos sociales y distintas actividades, pero las tres pasaron solas anoche y no recibieron ningún regalo ni brindaron con nadie. Ellas concluyen que cualquier cosa, tener que cocinar para todos, aguantar las peleas familiares, cualquier cosa es mejor que estar solas en las fiestas.
Habría que ahondar en la cara femenina de la moneda.