Columnista Invitada
Se buscan constituyentes con buena letra

Dra. en Jurisprudencia, Decana de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UDLA, Directora Ejecutiva Participación Ciudadana. Con más de 20 años trabajando temas de democracia, procesos electorales, Transparencia y Diálogo Político.
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Si los ecuatorianos deciden ir a una Constituyente, como resultado de la Consulta Popular de noviembre próximo, se avecina para el país un escenario tan determinante como incierto para el destino democrático del Ecuador.
Por lo tanto, si se quiere que este proceso sea beneficioso para la democracia ecuatoriana, será necesario que quienes asuman la delicada tarea de redactar la nueva Constitución, lo hagan con buena letra y con una caligrafía especial; de esa que se escribe con la tinta de la lucidez, perfilada con la fuerza de la experiencia, y sellada con compromiso democrático y el patriotismo.
Escribir con buena letra quiere decir, que el texto de la nueva Carta Magna debería ser el resultado de debates conceptuales y participativos, donde destaquen el pluralismo. En esa línea, el conocimiento técnico de los temas, tiene que ser el matiz que determine la redacción de aspectos importantes como la estructura del Estado, por ejemplo, el sistema de partidos; la seguridad y el estado de derecho; y los derechos fundamentales entre otros temas importantes.
Pero, lograr ese cometido, ciertamente dependerá de la calidad de los constituyentes que lleguen a ocupar ese importante espacio. Por eso, quizás valga la pena que los ecuatorianos demanden tempranamente a las tiendas políticas que planeen postular a sus militantes o afines, se dignen en escoger buenos representantes, que cumplan a cabalidad con la responsabilidad histórica que van a asumir, porque la improvisación no puede tener cabida esta vez.
Y hablando de partidos políticos, -que son los únicos actores que pueden presentar candidatos-y toda vez que ya está definido el estatuto, se entiende que ya se habrán dado cuenta, que está diseñado para que los partidos que actualmente están dominando el espacio legislativo, puedan tener grandes posibilidades de alcanzar una presencia mayoritaria también en la Constituyente, amén de la metodología de asignación de escaños que va a ser utilizada.
Sin embargo, hilando fino, no todo podría estar dicho. ¿Y qué tal, si los partidos que todavía sobreviven –aunque sean pocos los partidos de verdad- se organizan y, abriendo ellos mismos una ventana de oportunidad, se unen alrededor de un acuerdo ético político, logran un consenso y proponen una lista de candidatos con buena letra?
Algunos dirán que esta propuesta no es posible, y que el karma que les persigue por sus pecados cometidos, cual maldición gitana les pone el camino cuesta arriba. Sin dejar de ser cierto este temor, no obstante, podría ser una buena opción para que la Constituyente pueda ser matizada por la presencia de una masa crítica diferente. Un grupo de gente que, con su aporte, contribuya a garantizar un buen nivel de debate, y que al mismo tiempo, logre equilibrar la representación política en la Constituyente.
Se entiende que semejante plan no es fácil –consensuar nunca lo es-, pero si la actoría política va a ser la única con posibilidad de participar, se anotarían un golazo si logran reclutar como candidatos en sus listas, no solo a políticos, sino también a académicos y expertos técnicos; representantes de movimientos sociales; colectivos ciudadanos, y gremios profesionales.
En una Constituyente está muy bien que vayan políticos, pero no basta sólo con ellos. Se necesita contar con participación ciudadana efectiva, que además opere como eje articulador para después; porque no hay que olvidar que una vez que la Constitución esté escrita, debe pasar por un referéndum aprobatorio. Por lo tanto, lo mejor que puede pasar, es que la ciudadanía se haya sentido parte de este ejercicio y asuma a la nueva Carta Magna como necesaria y viable. Si esto sucede, entonces el referéndum aprobatorio recibirá la anuencia ciudadana. De lo contrario, y si no se logra aprobar, el esfuerzo que se habrá hecho terminará siendo en vano.
Por eso, vale la pena insistir en que los partidos despierten de su marasmo y se pongan a trabajar en la construcción de listas de unidad con buenos candidatos y le den al país la oportunidad de contar con un proceso constituyente con legitimidad.
El país necesita una Constitución bien hecha, y que dure muchos años. Para eso, se busca constituyentes con buena letra….