Columnista Invitada
Ecuador federal: una tentación que podría cambiarlo todo
Dra. en Jurisprudencia, Decana de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UDLA, Directora Ejecutiva Participación Ciudadana. Con más de 20 años trabajando temas de democracia, procesos electorales, Transparencia y Diálogo Político.
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A puertas de la Consulta Popular, el ejecutivo ha lanzado algunas pistas acerca de posibles temas que, de ganar el SI, formarían parte de los cambios que se incluirían en la nueva Constitución. Uno de ellos, es la propuesta de transformar al Ecuador en un estado federal. Esto, representaría un cambio radical para el país.
Entonces surge una pregunta obligatoria para todos: ¿le conviene al Ecuador transformarse en un Estado federal? La respuesta requiere de un análisis profundo, porque implica tomar en cuenta varios aspectos como, mirar la historia territorial ecuatoriana y valorar si en realidad el país está listo para dar un salto así.
Si bien un estado federal puede ser una oportunidad para corregir el centralismo histórico, promoviendo que las regiones diseñen sus propias políticas acorde a sus realidades económicas, culturales y ambientales, para que resulte beneficioso, requiere de algunas condiciones.
Una de ellas es que existan instituciones fuertes; capacidades locales instaladas y una visión nacional compartida para que el cambio de modelo sea exitoso. Actualmente, no se puede hablar de un país con institucionalidad fuerte, es más, existe un cansancio ciudadano y desconfianza hacia las instituciones y un tejido social desgastado por la polarización y el desencanto; y qué decir sobre la política…
Adoptar el modelo federal en contextos complejos de inseguridad y violencia por la presencia del crimen organizado podría ser riesgoso. Basta con imaginar qué pasaría en aquellas regiones donde se ha instalado el crimen organizado. Una versión federativa, con provincias autónomas cooptadas, podría convertirse en el escenario ideal para que los grupos de delincuencia organizada capten más poder.
En Ecuador, el modelo centralista ha sido un aspecto pendiente para resolver, especialmente porque ha primado el criterio de que contribuye a acrecentar las desigualdades entre provincias. Esto, porque generalmente las decisiones nacionales, tradicionalmente han sido tomadas al margen de las realidades culturales, fiscales o productivas de las diferentes regiones.
No obstante, el federalismo por sí solo no resuelve los problemas de todo el país; ni tampoco garantiza por sí solo, el desarrollo y el progreso. Su implementación es bien compleja.
La autonomía sin capacidades, puede generar poca o nula eficiencia y gran descontento ciudadano; y la descentralización sin control, puede promover autoritarismos locales; cacicazgos de poder controlando recursos, sin mecanismos de rendición de cuentas.
Ahora bien, si el debate constituyente se produce, vale la pena aterrizarlo, y someterlo a una discusión nacional, acerca de que si una nueva Constitución, debe o no incluir un cambio en el modelo territorial.
No sería conveniente que el federalismo se introduzca bajo el amparo de una bandera política, sino más bien que sea el producto de un plan trabajado a la luz de diagnósticos sostenidos en datos y tenga como base una planificación territorial, económica y social.
Conviene reflexionar acerca de que la idea de transformar al Ecuador en un federalismo, viene con retos importantes. Respecto de la administración de la seguridad, por ejemplo; ¿cuál sería el organismo encargado de ella?; cómo sería la nueva visión acerca de la educación por regiones? ¿Cómo hacer que los polos de desarrollo no concentren más recursos en detrimento de las provincias con menos capacidades y recursos? Y finalmente: ¿Cómo evitar la desconexión de unas regiones con otras favoreciendo el separatismo en un país tan chico? Estas dudas deberían ser despejadas con respuestas técnicas que planteen reformas profundas, consensos duraderos y una visión estratégica de país.
Por lo tanto, quizás antes de decidir si los ecuatorianos quieren ir hacia una federación, se debería trabajar por un acuerdo país que logre unidad, y desde esa idea, el debate podría pasar más bien por discutir acerca de ¿cómo construimos un Estado que conciba al Ecuador desde la unidad y no relegue a sus territorios?
Si la propuesta del federalismo descansa en la visión de buscar mejores mecanismos de distribución de recursos y mayor capacidad de autonomía y decisión local, talvez convenga trabajar en crear herramientas técnicas efectivas que logren una descentralización real sin afectar la idea de nación.
La Constitución debe ser un pacto social que sostiene a todos, por lo tanto, no debe escribirse con urgencia ni ansiedad, sino desde el sentido de patria y unidad.