El Chef de la Política
Un discurso escueto: Noboa en el inicio de su primer período

Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip)
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Pocas certezas se desprenden del discurso de posesión presidencial. En lo político, prácticamente nada. Apenas una ligera referencia al titular de la Asamblea Nacional y a su afinidad partidista. Punto final. Sobre posibles reformas o enmiendas constitucionales, silencio. Aunque el destino del país puede variar mucho o poco en función de lo que se pueda modificar de la constitución de Montecristi, no se dieron señales. Sobre el rol de colegislador del presidente y el tipo de relación que espera mantener con la legislatura, tampoco. Mucho menos sobre posibles cambios al sistema de partidos políticos y a las reglas del juego electoral. Sobre la justicia y algunas instituciones problemáticas, como el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, mutis por el foro.
En el plano económico, poco que reseñar. Llamó la atención que la primera referencia haya sido a la inversión pública como vía para dinamizar la economía. Esa declaración dejó descolocado a más de uno pues esa no parecía ser la línea ideológica del Jefe de Estado. Aunque se mencionó al sector privado y a la necesidad de fomentar su participación, eso vino después. Si de marcar prioridades se trata, el discurso presidencial fue claro en ese aspecto. En cuanto a política tributaria, nada. Aranceles y comercio internacional, ausentes. Subsidios, ignorados. Algunas palabras para relievar un posible espacio a las alianzas público-privadas y con eso, a otra cosa mariposa.
Lo social tuvo el mayor espacio dentro del discurso presidencial, aunque con declaraciones generalísimas y, como corolario, con pocas especificaciones de política pública. Noboa habló de educación, vivienda y salud como sectores en los que se pondrá mayor atención. El bono de maternidad fue mencionado y, aunque fuera de contexto, la edificación de un museo en Quito. La halagadora referencia a la vicepresidenta, aunque en otro momento del discurso, haría pensar que el amplio sector de lo social estará a su cargo. En principio, luce una buena división social del trabajo presidencial. El tiempo lo dirá.
También en infraestructura pública hubo ciertas referencias. Puentes, puertos y medidas para evitar más apagones, concentraron la atención del presidente. Así, como referencias, pero al menos eso. Igual sucedió en el campo de la seguridad y el crimen organizado. Más allá de alusiones al temple que tendrá el gobierno, policías y militares incluidos, para el combate a la delincuencia, no hubo señales de cuáles serán las estrategias que se utilizarán, ni los recursos que se provisionarán, ni los aliados que se sumarán a la gran tarea de devolverle la paz al país. En todo caso, viendo el medio vaso lleno, este discurso de Noboa fue, de lejos, más emotivo y sustancioso que el ofrecido al asumir el poder luego de la denominada muerte cruzada.
Grandes ausentes, más allá de la inmensa mayoría de presidentes de América Latina, la política exterior y el mundo indígena. Nada sobre el posicionamiento del país en el contexto internacional. Nada sobre una porción de la población ecuatoriana, como es la de los pueblos y nacionalidades indígenas, que juegan un rol clave en la vida nacional. A ese grupo de ignorados se sumó la dolarización, cuyas referencias en aras de generar certidumbres de diversa naturaleza, fueron constantes en los discursos de los anteriores presidentes. En esa misma línea de orfandad se situó el respeto a los derechos humanos, a la libertad de expresión y a las garantías ciudadanas. Esperemos que sean meras coincidencias.
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Cierto es que la enorme esperanza que guarda la población respecto al gobierno de Noboa no se desvanece por el solo hecho que su proclama de inicio de gobierno haya sido mínima; sin embargo, los mercados financieros, los actores políticos y otros sectores sociales sí esperaban algo más de certezas. Habrá que esperar a los cambios en el gabinete ministerial y a las primeras decisiones puntuales para saber cuáles serán los senderos que transitará el nuevo presidente. Hasta tanto, tendremos que conformarnos con un discurso escueto.