Leyenda Urbana
La hoguera que precede el retorno de Ecuador a las urnas

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Cómo registrará la historia el blindaje a Quito que la fuerza pública debió imponer para evitar que la capital de los ecuatorianos fuera ultrajada, una vez más, por aquellos que desprecian la democracia y se nutren de la violencia y el caos, se pregunta la gente, en instantes en que la tensión se mantiene a flor de piel, por los momentos convulsos que atraviesa el país.
La consigna de “tomarse Quito” verbalizada por el presidente de la Conaie, Marlon Vargas, hizo que no solo quienes habitan la capital, sino los ecuatorianos de todos los rincones dimensionaran la afrenta que aquello suponía, por lo que la condena a la insolente amenaza fue total, al igual que la determinación de las autoridades nacionales de proteger a la ciudad, para evitar se repitieran las manifestaciones violentas de 2019 y 2022, que dejaron muertos, heridos y millonarias pérdidas.
El blindaje también evitó que se replicara en la capital el terror vivido en Imbabura a lo largo de tres semanas, tiempo durante el cual algunas de sus ciudades han permanecido bajo asedio y con una demencial violencia manifiesta, que ha provocado sufrimiento y cuantiosas pérdidas económicas.
Cuando se cumplen veintitrés días del paro convocado por la Conaie, tras la eliminación del subsidio al diésel, resulta difícil avizorar la deriva de la medida de hecho, pero es visible que la polarización se ha incrementado a niveles peligrosos, con unos canallas que se han aprovechado de quienes reclaman porque sus condiciones de vida se han visto afectadas por la medida, para alimentar el odio entre compatriotas y lucrar de ello.
Es evidente que fuerzas siniestras azuzan desde las sombras a la gente más necesitada, no con la intención de ayudarla sino para usarla y desestabilizar al poder, porque si ellos no tienen el control total del país su futuro poco les importa.
Personajes como Leonidas Iza que en su libro Estallido afirma que el poder hay que tomarlo por la fuerza, pero por ambición participó como candidato a la Presidencia y desbarrancó políticamente a Pachakutik, al sacar apenas el 5% de apoyo, cuando Yaku Pérez logró casi 20% y 27 asambleístas, son capaces de todo.
De esa misma condición es Marlon Vargas, actual presidente de la Conaie, quien, en junio de 2022, en medio de las protestas, dijo que hay que tomarse los pozos petroleros, para “dejar sin gota de petróleo a Lasso, para ver de qué vive”.
Que estos personajes estén al mando del paro es un peligro para la democracia y para la sobrevivencia misma de Estado, porque es obvio que buscan imponer el caos.
En ese contexto se debería entender que al reclamo por la eliminación del subsidio al diésel que motivó la reacción, hayan sumado la exigencia de bajar el IVA y el rechazo a la consulta popular y referéndum, lo que desvela la intención de prolongar la medida y buscar desgastar a la autoridad.
Por eso, a la tensión que se siente en el país se ha sumado la sensación de angustia cuando se toma conciencia de que, en 32 días más el país irá a las urnas para responder preguntas fundamentales planteadas por el Ejecutivo, entre las que consta si se aprueba o no ir a una Asamblea Constituyente, y hay conciencia de que el tiempo para la reflexionar resulta escaso.
A estas alturas, y antes siquiera de saber el pronunciamiento del pueblo en las urnas, los ecuatorianos deberían estar debatiendo sobre los nombres de quiénes la integrarían y los cambios que requiere la Carta Magna en vigencia, que son temas esenciales antes de elaborar una nueva Constitución sabiendo que es la ley fundamental del Estado.
Pero qué va.
Estamos hablando del paro de 2025 de la Conaie que ha fragmentado más al país que ya estaba descoyuntado, y ha sacado a flote ese monstruo de mil cabezas que es el odio entre compatriotas, que resulta indeseable en cualquier momento, pero que es altamente peligroso cuando se está camino a las urnas, y en instantes en que el crimen organizado transnacional -el verdadero enemigo de los ecuatorianos-, acecha en varias zonas del país.
En momentos de tanta complejidad solo la cordura de quienes aman de verdad al Ecuador podría dar luces para una salida confiable y duradera, porque a la política rastrera que solo busca sacar ventaja personal y de grupo, no le importa que el país se estanque, la sociedad retroceda y la Patria siga en riesgo.
El paro de la Conaie, aunque ha estado focalizado en zonas específicas, le ha quitado al país la posibilidad de debatir decisiones complejas, no exentas de dudas y suspicacias, que se toman estos momentos; y reflexionar en colectivo sobre el daño que le hicieron al Ecuador los sastres de alquiler que, en 2008, le confeccionaron un traje a la medida de quien gobernaba en esos momentos, con una carga ideológica retardaría que le ha atado al país a un pasado que ya no existe más.
Y, con esa lección aprendida, con dolor y lágrimas, si se presenta la posibilidad de redactar una nueva, no cometer los mismos desatinos.
Para eso, hay que pensar en positivo, animados por la experiencia de Quito, la capital de todos, que, en medio del caos, se hizo respetar y salió airosa, y eso debe ser interpretado como un buen augurio, para pensar que Ecuador es capaz de pasar de la hoguera atizada por el paro, a las unas, y acertar.