De la Vida Real
La huella que nadie puede copiar
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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La semana pasada me llegó, por varias vías, un texto que supuestamente había escrito mi papá.
Con solo leer las dos primeras líneas supe que no era de él. Algún imitador intentó escribir como él, pero una imitación nunca es igual al original. En este caso ni siquiera se parecía: era un estilo burdo, un humor fácil y una puntuación paupérrima.
Ni con la mejor inteligencia artificial ni con el plagio más exacto se puede copiar un estilo.
El estilo de un escritor, pintor, artesano, poeta o cantante es único. Esa pieza lleva su alma. Cada detalle tiene la huella digital del autor. Y esa es la delicia del arte. Sobre todo, cuando se intenta imitar a un escritor tan meticuloso con la palabra, tomar su nombre y escribir cualquier cosa es, en el fondo, desprestigiarlo.
Existen imitadores profesionales. Pero incluso ellos, dentro de su imitación, dejan su huella, su alma. Revelan quiénes son y están orgullosos de su trabajo. Dedican tiempo a perfeccionar el arte de otro hasta convertirlo en propio, y eso —eso sí— es talento.
En este caso no. Aquí se trató de suplantar, de la manera más tosca posible, la identidad y el estilo.
Con los años he aprendido que un estilo literario es único. A un escritor le toma tiempo llegar a un punto sólido de evolución, dominar el ritmo, la puntuación y la armonía entre lo que piensa y lo que escribe.
El escritor pelea con la palabra, con la oración, con la puntuación y con el significado de cada cosa que pone sobre el papel.
Por eso supe, en la segunda oración, que ese texto no había sido escrito por mi papá. Él, más que nadie, tiene un estilo inconfundible de puntuación. Jamás pondría tres puntos antes de desarrollar una idea. El estilo de mi papá es profundo, con un humor inteligente. El humor le cuesta: lo piensa una y otra vez. Para él, escribir con humor es escribir de la forma más seria posible.
Más de una vez, dentro de sus artículos, cuando ya se los compartía de manera digital, alguna persona inescrupulosa aumentaba cosas dentro de los párrafos, añadía frases que él jamás diría y malograba el texto.
Y yo pensaba que es la falta de respeto más grande que alguien puede cometer. Entrar a un escrito, cambiarlo a su antojo y luego compartirlo como si nada hubiese pasado. ¿Cuál es la intención de hacer algo así? ¿Será maldad? ¿Será arrogancia? ¿Qué le puede llevar a una persona a entrar en un texto y, con descaro, escribir cualquier barrabasada?
Por eso, ahora que existe la inteligencia artificial, uno lee un ensayo o un artículo y reconoce enseguida si tiene esa huella digital única que solo un buen escritor posee.
Tomarse el nombre de otra persona para publicar un pésimo artículo debería dar vergüenza. Y, sin embargo, parece que la vergüenza se ha vuelto un recurso escaso. Mi papá ha pasado décadas construyendo una voz propia, afilada, exacta, profundamente humana. No se llega ahí copiando ni improvisando tres chistes flojos para parecer ingenioso. Se llega escribiendo todos los días, leyendo más de lo que se habla, dudando, tachando, reescribiendo y hundiendo furiosamente las teclas.
Por eso duele. No solo por el daño a su nombre, sino porque banaliza el oficio. Porque da por sentado que cualquiera puede armar un texto y poner la firma de otro. Y no, no es así. Un estilo es un trabajo de vida. Y la vida de un escritor merece respeto.
Y quizá eso es lo que más molesta: la ligereza con la que algunos tratan la palabra. La palabra no es un juguete ni un disfraz para chantárselos cuando conviene. La palabra es responsabilidad. Y más aún cuando va firmada. Mi papá siempre ha dicho que el humor es lo más serio que existe, porque requiere precisión, sensibilidad y una profunda comprensión del ser humano. Usar su nombre para un texto mal escrito no solo es una falta de respeto: es una muestra de ignorancia sobre lo que significa realmente escribir, sobre el peso que tiene una firma, sobre el peso que tiene un estilo.