Lourdes Tibán causó un devastador terremoto dentro del correísmo, ¿qué pasará con Marcela Aguiñaga?
La prefecta de Cotopaxi, Lourdes Tibán, se volvió un sorprendente punto de discordia en Revolución Ciudada por su reunión con la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga.

Composición con una fotografía de las prefectas Marcela Aguiñaga y Lourdes Tibán, y otra del expresidente Rafael Correa.
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Dentro del movimiento Revolución Ciudadana la sensibilidad está a flor de piel. La ruptura se huele a kilómetros y eso viene desde la derrota de Luisa González en las elecciones presidenciales. Pero no estaba en los planes de nadie que la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, causaría un terremeto devastador en la organización solamente por reunirse con Lourdes Tibán, la locuaz dirigente indígena sin filtro que ahora es prefecta de Cotopaxi.
¿O esa reunión con una de las detractoras más feroces del correísmo fue un maquiavélico cálculo de Aguiñaga para seguir demostrando su independencia con respecto a la cúpula de Revolución Ciudadana? Es que la animadversión que el expresidente Rafael Correa siente hacia Tibán es pública, y viceversa.
Es imposible que Marcela Aguiñaga no recuerde, por ejemplo, que Tibán acusó a Correa de racista, odiador y de crear un estigma hacia ella por calificarla como "ladilla", un escandaloso insulto lanzado por el expresidente. Ella le devolvió al golpe al cuestionar su virilidad. A ese punto se rebajó esta profunda enemistad.
Por eso, a Rafael Correa debió causarle un volcánico estremecimiento ver que Aguiñaga no solo que se reunió con Tibán para una reunión de trabajo de la Mancomunidad del Río Guayas, porque una junta entre autoridades es plausible, sino que esa cita se realizó en abierto plan festivo, con videos para TikTok, intercambios de halagos, selfies, almuerzos instagrameables y con el alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, como anfitrión, mostrando sus loritos. Incluso la paleta de colores del vestuario de estas tres autoridades estaba coordinado.
Es verdad que, hace seis meses, Aguiñaga visitó a Tibán en Latacunga para otra reunión de trabajo, pero el contexto que sufre Revolución Ciudadana es diferente.
Este es el detalle simbólico: Tibán agrandó el malestar con Luisa González, rival de Aguiñaga dentro de Revolución Ciudadana. Cuando Leonidas Iza, presidente de la Conaie en ese entonces, anunció su respaldo a Luisa González para la segunda vuelta de 2025, Tibán no se guardó nada contra la presidenciable. Dijo estas frases:
- "Ustedes (correístas, ndlr) ponen de candidato una escoba, van a votar por la escoba"
- "Díganme una virtud por la que Luisa debería ser presidenta. Díganme una, porque yo como mujer debería apoyar, pero denme la razón para apoyar"
- "¿Qué papel hizo Luisa en la Asamblea? Díganme uno bueno”
Más impertinente fue el baile de Tibán con un muñeco de una rana verde (¡ah, eso de la rana René ya se volvió un estigma!) en la reciente Mama Negra, que se hizo viral. Y esto lo sazonó con otra frase pos-elecciones:
- "Seré poncho dorado, pero no mafiosa".
Lo importante, en todo caso, no es que Tibán sea capaz de llevarse maravillosamente bien con parte del bando correísta. De hecho, también grabó un video con la prefecta de Pichincha, la correísta Paola Pabón, para promocionar los paseos en globo en la Mitad del Mundo y, que se sepa, no hubo furiosos reclamos desde Bélgica. O no trascendieron.
Lo importante aquí es que Aguiñaga hace una explosiva declaración de fuerza, al anteponer sus obligaciones como prefecta por encima de las particulares consideraciones de Rafael Corra sobre lo indigno (para él) que representa reunirse con un rival como Tibán. Correa ha sido desautorizado.
Y, para más desconcierto, esto ocurre luego de que el propio Correa defendió, ¡esta misma semana!, a Aguiñaga de un ataque de González, quien en una entrevista expresó que la prefecta del Guayas no debiera ser candidatizada para la reelección por Revolución Ciudadana.
Tras la reunión con Tibán, el impulsivo Rafael Correa se retractó y declaró que ahora se opone a que Aguiñaga forme parte de los candidatos de Revolución Ciudadana. "Luisa tenía razón", dijo él. En otras palabras, ahora sí se ha concretado una fractura pública en ese movimiento, con Marcela Aguiñaga en una orilla y Rafael Correa y Luisa González en la otra. Esto ya es un divorcio y será prácticamente imposible que ambas mujeres sigan en la misma organización.
Habrá que ver en qué termina esto, porque no es tan fácil vislumbrar una expulsión de Aguinaga, quien al parecer baraja dos planes. Uno, es quedarse en el movimiento y arrebatarle la conducción a los ultras de Correa, cansados de su apoyo al venezolano Maduro, de la teoría de la tinta bailarina y los continuos fiascos en la Asamblea Nacional. La otra es formar tienda aparte, aprovechando una posible desbandada, y que Aguiñaga y Alvarez han superado la pelea que tuvieron por la obra en Ceibos.
El antecedente más cercano es el cisma que se vivió cuando Lenín Moreno rompió con Correa e intentó formar un nuevo partido. Pero al final, Moreno prefirió tomarse Alianza PAIS y los fieles a Correa debieron irse para crear otra organización, que ahora se conoce como Revolución Ciudadana. Aunque, a este paso, debería llamarse Implosión Ciudadana, porque camina sin freno a la destrucción.
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