El presidente Daniel Noboa vuelve a medir su respaldo con una marcha y un discurso contra la Corte Constitucional
El epicentro fue Guayaquil, pero esta vez el Presidente no llegó al punto de encuentro inicial. Daniel Noboa acortó la ruta e habló por solo dos minutos en contra las decisiones de los jueces.

Los simpatizantes del presidente Daniel Noboa se reunieron en Guayaquil, para marchar, este 11 de septiembre del 2025.
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Los argumentos técnicos y la conexión con los objetivos en las propuestas iniciales de consulta y referendo no son relevantes para el Gobierno. El presidente Daniel Noboa busca el respaldo ciudadano para presionar a la Corte Constitucional (CC) a aprobar su nuevo paquete de temas.
Eso lo dejó claro en Guayaquil, que fue el epicentro de la segunda marcha 'ciudadana' impulsada por Acción Democrática Nacional (ADN). Noboa llamó a la gente a prepararse para "la batalla final" frente a las preguntas importantes que el Gobierno quiere llevar a las urnas.
Esto pese a que el eslogan oficial de la marcha fue "justicia y paz" y el Ejecutivo habló en los días previos de la crisis de inseguridad y de defender a las familias.
Sin embargo, ese mensaje fue recibido con críticas y memes en redes sociales, puesto que la gestión de la seguridad ciudadana es una competencia del Ejecutivo y sus ministros del área, que dirigen las fuerzas públicas.
Otro punto que el Presidente demostró el 11 de septiembre de 2025 es que, incluso cuando pida a la ciudadanía salir a las calles, sus apariciones serán breves. Al igual que en Quito, no importó cuánto viajaron o esperaron para la manifestación, muchos no se enteraron de su llegada y su partida.
Ni la fuerte militarización sirvió para que Noboa encabece todo el recorrido. Los únicos que lo acompañaron en las cuadras finales fueron su madre, la asambleísta Annabella Azin; su amigo y director de Inteligencia, Michele Sensi Contugi; y su mano derecha y secretaria de la Administración Pública, Cynthia Gellibert.
Al final del día, a diferencia de la marcha anterior, donde ADN se llevó el crédito, el Gobierno también emitió comunicados y fotografías, agradeciendo a la gente por su participación en el evento, que congregó a miles de funcionarios públicos.
Algo que no cambió mucho fue la cifra oficial de asistentes. La vez anterior, ADN afirmó que 50.000 personas habían participado en Quito. En esta ocasión el Gobierno anticipaba tener la participación de unas 58.000 personas. Pero ni ADN, ni el Gobierno lanzaron una cifra oficial al cierre del evento.
Un mensaje a medias
Por fuera de los carteles y pancartas, las consignas y el discurso oficial apuntaron a la Corte Constitucional. Lo mismo que sucedió en Quito, el 12 de agosto, cuando el Mandatario arremetió contra el máximo tribunal del país, por suspender temporalmente 16 artículos de sus cuestionadas leyes de Solidaridad Nacional e Inteligencia.
Esta vez Noboa recordó sus dos victorias electorales y acusó indirectamente a los jueces de estar del lado de delincuentes y criminales. Habló de "pura democracia" y que sea la ciudadanía la que decida sobre sus propuestas en las urnas, por encima del filtro de legalidad de la Corte.
Pero sus dos minutos de intervención no alcanzaron para que sus ministros y la mayoría de los manifestantes llegaran al Malecón, a toda velocidad, a escucharlo. Ellos esperaban que el Mandatario llegara al punto de partida de la marcha, lo que nunca sucedió.
El ministro del Interior, John Reimberg, afirmó que los manifestantes exigían a los nueve jueces constitucionales que "dejen de estar en contra (no del Gobierno) sino de los ecuatorianos". Mencionó, por ejemplo, la negativa a la propuesta de aplicar la castración química a los sentenciados por violación.
Lo que no explicó el funcionario al público fue que el planteamiento presidencial no iba a estar en la consulta anunciada para el 30 de noviembre, que ni siquiera estuvo contemplado en ese paquete de temas, porque el tratamiento legal establecido por el mismo presidente Noboa era otro y requería más tiempo y un debate en la Asamblea.
Reimberg tampoco habló de la ausencia de argumentos y especificaciones en el texto remitido por Carondelet a la Corte Constitucional. Un documento sin sin evidencia de que la castración química evite la reincidencia, pues los efectos del tratamiento no impiden al sentenciado volver a cometer el delito y son reversibles al dejar los fármacos.
Los manifestantes
Contrario a los inflamados discursos de las autoridades, como es tradición en las marchas gobiernistas en Ecuador, muchos de los asistentes no sabían a ciencia cierta el objetivo de la movilización, organizada por ministros, directores, autoridades locales y otros funcionarios de rango alto y medio.
Pero muchos otros ciudadanos también salieron a respaldar al Gobierno y marchar para pedir mejor atención de salud, educación, seguridad y oportunidades de empleo. Nuevamente áreas de competencia del Gobierno Central.
Confusiones similares sucedieron en la primera marcha del presidente Noboa, en Quito, donde el discurso oficial llevó a la gente a protestar contra por la liberación de delincuentes, aunque los magistrados de la Corte Constitucional no tienen relación con las decisiones de los jueces penales de la justicia ordinaria.
A la par, también hubo historias de quienes llegaron empujados por un incentivo o el temor a perder un beneficio. Y lo mismo se repitió en denuncias en las redes sociales, especialmente sobre la presión a los funcionarios públicos para que asistan, en medio de los recortes que realiza el Ejecutivo y que se mantendrán con la fusión de entidades.
También hubo beneficiarios de los bonos estatales que admitieron que el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) pidió a las familias que envíen representantes a la manifestación. Padres de familia contaron que les solicitaron la presencia de un representante por cada estudiante. Médicos cursando el internado también fueron obligados a viajar a Guayaquil, con todos los gastos pagados.
La jornada, así, dejó al descubierto las dos caras de la marcha: la de quienes caminaron con esperanza y respaldo, y la de quienes lo hicieron porque había algo en juego, ya fuera un beneficio social, un punto en la libreta escolar o la promesa de un día de descanso.
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