La economía ecuatoriana creció en el primer semestre, pero aún no sale de la fase de contracción
Los datos del Banco Central revelan que, aunque el país registró un crecimiento de 3,8% en el primer semestre de 2025, la economía aún no sale de la fase de contracción.

Un gráfico descendente sobre billetes de dólar.
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Según las Cuentas Nacionales publicadas por el Banco Central del Ecuador (BCE), la economía ecuatoriana creció 3,4% en el primer trimestre y 4,3% en el segundo trimestre de 2025, lo que arroja un promedio de 3,8% en el primer semestre del año.
Estas cifras representan una mejora respecto a 2024, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 2%. Sin embargo, el análisis del ciclo económico del BCE muestra que, pese a este repunte, la economía aún no ha salido de la fase de contracción.
A diferencia de la tasa de crecimiento del PIB, que indica cuánto varía la producción entre un período y otro, el ciclo económico permite observar si la actividad se encuentra por encima o por debajo de su tendencia de largo plazo. Este indicador, elaborado por el BCE utiliza el valor 100 como punto de quiebre. Cuando el índice se ubica por encima de 100, se interpreta que la economía atraviesa una fase de expansión; cuando se sitúa por debajo de 100, refleja una etapa de contracción.
Según los datos del BCE, la actual fase contractiva comenzó en el cuarto trimestre de 2023, cuando el ciclo del PIB cayó por debajo de la tendencia, y alcanzó su punto más bajo en el tercer trimestre de 2024, con 98,8 puntos.
Desde entonces, el indicador ha mostrado una recuperación paulatina: 98,9 en el cuarto trimestre de 2024, 99,3 en el primero de 2025 y 99,7 en el segundo, lo que refleja que la economía ya salió del valle o punto más bajo de la contracción, pero todavía sin iniciar una nueva etapa expansiva.
Para entender estas fluctuaciones, el Banco Central distingue cuatro fases dentro de un ciclo completo, que se definen según la posición del nivel de actividad frente a la tendencia.
• Recuperación sobre la tendencia: marca el inicio de la expansión. La economía se acelera y el nivel de actividad se sitúa por encima de la tendencia, hasta alcanzar el punto máximo del ciclo.
• Desaceleración sobre la tendencia: después del pico, la economía continúa operando por encima del promedio histórico, pero el crecimiento comienza a perder fuerza.
• Desaceleración bajo la tendencia: el nivel de actividad desciende por debajo de la tendencia y la contracción se acentúa. Es la etapa más profunda de la fase recesiva.
• Recuperación bajo la tendencia: tras alcanzar el valle o punto más bajo, la economía empieza a mejorar gradualmente, aunque todavía se mantiene por debajo de la tendencia.
El BCE agrupa estas cuatro etapas en dos grandes períodos: las fases de desaceleración constituyen el período de recesión, mientras que las fases de recuperación conforman el período de expansión.
Bajo esta clasificación, Ecuador se encuentra actualmente en la parte final de la recesión, avanzando hacia una recuperación que podría consolidarse en los próximos trimestres si el crecimiento se mantiene.
25 años de altibajos económicos
Desde el año 2000, el BCE identifica siete picos (máximos) y siete valles (mínimos) en la evolución del ciclo económico, lo que equivale a seis ciclos completos de expansión y recesión. Aunque cada episodio tiene causas distintas, todos muestran un patrón común: los períodos de crecimiento suelen ser más breves y las recuperaciones, más lentas.
El primer ciclo comenzó en septiembre de 2003 y se extendió hasta junio de 2007. Esta etapa estuvo marcada por la entrada en operación del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), un proyecto que impulsó las exportaciones y el crecimiento. Durante ese período, la economía experimentó una expansión, beneficiada por la estabilidad que trajo la adopción del dólar y el auge de los precios del petróleo.
Sin embargo, hacia 2005, el país atravesó una crisis política con la destitución del presidente Lucio Gutiérrez y la posterior declaración de emergencia en el sistema eléctrico. Poco después, en 2006, se decretó la caducidad del contrato con la petrolera Occidental y se aprobó la Ley 50/50, que incrementó la participación estatal en las rentas petroleras. El ciclo culminó en un contexto de transformación institucional con la llegada de Rafael Correa a la presidencia en 2007.
Entre junio de 2007 y marzo de 2010 se desarrolló el segundo ciclo, en el que la economía continuó creciendo impulsada por altos precios del crudo y el gasto público. En octubre de 2007, Ecuador regresó a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y modificó el marco de participación de las petroleras privadas.
Pero la crisis financiera internacional de 2008 alteró el escenario. El colapso de Lehman Brothers, la caída del comercio mundial y la contracción de las remesas afectaron las exportaciones y el crédito interno. En respuesta, el Gobierno declaró ilegítima una parte de la deuda externa y recompró bonos soberanos con grandes descuentos. El ciclo concluyó tras una emergencia eléctrica en 2009.
A partir de marzo de 2010 comenzó un nuevo ciclo de expansión que duró hasta diciembre de 2012. Este período estuvo impulsado por la inversión pública y los altos precios del petróleo. En 2010 inició la construcción de la Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair y entró en vigor una nueva Ley de Hidrocarburos que otorgó al Estado un mayor control sobre las rentas del sector.
Durante esos años también ocurrieron eventos políticos significativos, como la revuelta policial del 30 de septiembre de 2010, la consulta popular de 2011 y el aumento del Bono de Desarrollo Humano (BDH). La economía mantuvo un ritmo dinámico gracias a la inversión y al entorno externo favorable, pero hacia finales de 2012 empezó a desacelerarse, marcando el cierre de la fase expansiva.
A partir de 2014 el entorno cambió radicalmente: el precio del petróleo cayó un 47%, los términos de intercambio se deterioraron y el Gobierno aplicó salvaguardias a las importaciones para contener el desequilibrio externo. El ciclo terminó con una recesión, profundizada por el terremoto del 16 de abril de 2016, que dejó pérdidas humanas y económicas considerables.
El siguiente ciclo, entre junio de 2016 y septiembre de 2020, fue el más largo registrado, con una duración de 51 meses. Comenzó con la firma del acuerdo comercial con la Unión Europea. En 2017, Lenín Moreno asumió la Presidencia, pero pronto se distanció de su antecesor, generando una reorientación de la política económica.
En 2019, Ecuador firmó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por USD 4.000 millones, que implicaba ajustes fiscales, reducción de subsidios y reformas estructurales. Las medidas generaron protestas sociales y el paro nacional de octubre de 2019, con pérdidas estimadas en más de USD 800 millones. Poco después, la pandemia de COVID-19 provocó el colapso de la actividad productiva: el PIB cayó 9,2% en 2020 y el país enfrentó pérdidas económicas superiores a USD 16.000 millones.
El ciclo más reciente comenzó en el tercer trimestre de 2020, impulsado por la reapertura gradual de la economía tras el impacto de la pandemia. Durante 2021 y 2022, el país experimentó una recuperación apoyada en las exportaciones petroleras y mineras, así como en el repunte del consumo interno. Sin embargo, ese impulso se vio afectado por el deterioro del entorno internacional: el aumento de la inflación global, el encarecimiento de las materias primas y la guerra entre Rusia y Ucrania, que redujeron la liquidez y encarecieron el financiamiento.
En 2022, el paro nacional afectó el crecimiento, provocando pérdidas superiores a USD 1.000 millones. Posteriormente, en 2023, la inestabilidad política y la crisis de seguridad añadieron nuevos factores de incertidumbre, desembocando en las elecciones anticipadas que llevaron a la victoria de Daniel Noboa. La combinación de estos choques marcó el tránsito hacia una nueva fase contractiva, confirmada por los datos del BCE, que ubicó al ciclo del PIB por debajo de la tendencia desde el cuarto trimestre de 2023.
Durante 2024, la situación se agravó por la crisis eléctrica más severa en más de una década. El estiaje extremo redujo los caudales de las principales cuencas hidrográficas y forzó apagones de hasta 14 horas diarias, con pérdidas estimadas en USD 1.916 millones, equivalentes a una reducción de 1,4 puntos porcentuales del crecimiento económico.
¿Cuándo saldrá Ecuador de la fase recesiva?
La historia del ciclo económico ecuatoriano muestra que, desde el año 2000, cada ciclo completo, desde un pico hasta el siguiente, ha durado en promedio 15 trimestres, es decir, casi cuatro años. También ocurre que el país suele tardar cerca de dos años en salir de una recesión y volver a crecer por encima de su tendencia.
Bajo ese patrón, y considerando que la actual fase contractiva comenzó en el cuarto trimestre de 2023 y tocó fondo en el tercero de 2024, Ecuador podría recuperar su posición sobre la tendencia hacia finales de 2025 o inicios de 2026. Los datos más recientes ya apuntan en esa dirección: el ciclo del PIB pasó de 98,8 puntos en el tercer trimestre de 2024 a 99,7 en el segundo trimestre de 2025, mostrando una recuperación, aunque todavía por debajo del umbral de 100 puntos que marca el inicio de la expansión.
Las proyecciones de los principales organismos económicos coinciden en prever que Ecuador retomará el crecimiento en 2025. El Banco Central del Ecuador (BCE) es el más optimista: estima que el PIB crecerá 3,8% en 2025, aunque prevé una desaceleración a 1,8% en 2026. En el otro extremo, el Banco Mundial plantea el escenario más conservador, con un crecimiento de apenas 2,3% para 2025 y 2,5% para 2026.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional proyecta una expansión de 3,2% el próximo año y de 2,3% el siguiente, mientras que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) anticipa 3% y 2,1%, respectivamente.
Con estas cifras, durante 2025 el país seguramente superará el umbral de la tendencia —el punto que marca el fin de la recesión— y entre en una fase de expansión. Sin embargo, la desaceleración (menor crecimiento que en 2025) prevista para 2026 advierte que esa expansión podría ser corta.
El repunte esperado para 2025 también debe leerse con cautela: tras una contracción de 2% en 2024, buena parte de la mejora responde a un efecto de rebote estadístico más que a un cambio profundo en la dinámica productiva. Además, la recuperación se desarrolla sobre una base frágil: las cuentas fiscales siguen en rojo, el déficit limita el espacio para la inversión pública, y la inseguridad continúa afectando la confianza empresarial y el clima de negocios.
A ello se suman desafíos como la dependencia del sector petrolero, la baja productividad y la urgencia de asegurar una matriz energética más diversificada, capaz de resistir choques climáticos y garantizar el suministro eléctrico sin interrupciones. Con todas estas dificultades, el reto de Ecuador es mantener una tasa de crecimiento elevada por el mayor tiempo posible. Solo así podrá prolongar la fase expansiva del ciclo y romper el patrón histórico de crecimientos breves y recesiones prolongadas.
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