El electorado ecuatoriano cambió: ¿cómo entender a profundidad la votación del 13 de abril?
La contienda electoral entre Daniel Noboa y Luisa González reveló un país dividido regionalmente pero con sorprendentes rupturas de patrones históricos. El estancamiento del correísmo y el crecimiento masivo de Noboa en la Sierra rural configuraron una victoria inesperadamente amplia.

El cambio electoral entre ambas vueltas refleja una transformación clave con impacto en el futuro político del Ecuador.
- Foto
Flickr CNE
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Las elecciones presidenciales ecuatorianas de 2025 marcaron un hito en la historia electoral del país. Lo que inicialmente se perfilaba como una contienda reñida entre el presidente-candidato Daniel Noboa y la representante del correísmo, Luisa González, se transformó en una victoria contundente para Noboa, quien obtuvo el 55,63% de los votos válidos frente al 44,37% de González (Gráfico 1).
Este resultado, analizado en profundidad por los académicos Carlos Larrea y Malki Sáenz de la Universidad Andina Simón Bolívar, en el webinar “Geografía del voto en el Ecuador: resultados sobre la segunda vuelta presidencial 2025”, reveló patrones geográficos, sociales y políticos que trascienden la simple división tradicional entre Costa y Sierra.
El comportamiento electoral mostró una transformación significativa entre primera y segunda vuelta, con implicaciones importantes para el futuro político del Ecuador. Radicalmente, el electorado ecuatoriano cambió para siempre.
La metamorfosis de la Sierra rural
El fenómeno más sorprendente de la segunda vuelta electoral es el masivo crecimiento de Noboa en la Sierra rural ecuatoriana. Mientras en la primera vuelta, el candidato mostraba un perfil predominantemente urbano, con fuerte presencia en ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca (Gráfico 2), la segunda vuelta reveló un patrón completamente distinto.
Noboa no solo consolidó su dominio urbano, sino que logró un incremento extraordinario en zonas rurales de la Sierra, especialmente en provincias como Cotopaxi, Tungurahua, Bolívar, Chimborazo y Cañar.
Gráfico 2 - El correísmo perdió terreno clave en segunda vuelta
(datos parroquiales)

Los mapas electorales muestran claramente este fenómeno: mientras Luisa González mantuvo su base electoral en la Costa, con pequeños enclaves en zonas indígenas de la Sierra central, Noboa experimentó crecimientos de hasta 22% en algunas parroquias rurales.
“El grueso del incremento comparativo de Noboa en la segunda vuelta respecto a la primera se da en la Sierra central”, explicó Larrea, destacando que este crecimiento no se limitó a zonas urbanas donde ya era fuerte, sino que se extendió significativamente a zonas rurales.
Los análisis socioeconómicos elaborados por Larrea y Sáenz muestran que el apoyo a Noboa creció significativamente entre electores de todos los estratos sociales, pero particularmente entre sectores populares no urbanos. Este comportamiento sugiere que su campaña logró transmitir un mensaje que resonó tanto en las élites urbanas como en comunidades rurales tradicionalmente menos receptivas a su perfil político.
¿Qué mismo pasó con el voto indígena?
Uno de los aspectos más interesantes del análisis fue el comportamiento del voto indígena, particularmente de quienes habían apoyado a Leonidas Iza (candidato de Pachakutik) en la primera vuelta. Contrario a lo que podría esperarse dado el apoyo oficial de la Conaie a Luisa González, los resultados muestran que el voto indígena no se trasladó en bloque a ninguno de los dos candidatos finalistas.
En parroquias con mayor proporción de población indígena, especialmente en zonas de páramo de Cotopaxi, el sur de Chimborazo y Cayambe, se observó un incremento en el apoyo a González. Sin embargo, este patrón no fue uniforme en todas las zonas indígenas del país. “Hubo un incremento, esto quiere decir que una buena parte de los votos de Pachakutik sí se trasladaron a Luisa González, no todos”, aclaró Carlos Larrea durante la presentación (Gráfico 3).
Gráfico 3 - González creció levemente en votos, pero pierde presencia geográfica

El gráfico presentado por Malki Sáenz muestra una correlación positiva entre el porcentaje de población indígena en una parroquia y el incremento de votos para González entre primera y segunda vuelta; sin embargo se tiene una dispersión considerable que sugiere otros factores influyentes (Gráfico 4).
Gráfico 4 - Apoyo parcial pero clave del electorado indígena

Este comportamiento contradice a las directivas oficiales tanto de Pachakutik como de la Conaie, que habían expresado su apoyo a González, mientras la Confenaie se había inclinado por Noboa. La división dentro del movimiento indígena se reflejó así en un voto fraccionado que, aunque favoreció parcialmente a González en ciertas zonas, no fue suficiente para contrarrestar el masivo crecimiento de Noboa en el resto de la Sierra rural.
Las mujeres eligieron a Noboa y los hombres a González
Un hallazgo contraintuitivo pero significativo del análisis electoral es la marcada diferencia de género en las preferencias electorales. Contrario a lo que podría esperarse, Luisa González, siendo mujer candidata, recibió un apoyo predominantemente masculino, mientras que Daniel Noboa obtuvo una proporción significativamente mayor de votos femeninos en todas las regiones del país (Gráficos 5 y 6).
Gráfico 5

Gráfico 6

Larrea destaca que estos resultados son “contraintuitivos”, porque “la mujer candidata recibió un apoyo masculino que probablemente no esperaba”. Los gráficos de comportamiento electoral por sexo presentados por los investigadores muestran que en todas las regiones, el voto femenino por Noboa superó consistentemente al masculino por varios puntos porcentuales. Esta tendencia se mantuvo tanto en la primera como en la segunda vuelta, consolidándose como un patrón estable.
En el caso de González, el fenómeno fue inverso: su apoyo entre votantes masculinos superó al femenino en todas las regiones, especialmente en la Costa, su bastión electoral. Los datos presentados por Sáenz muestran que esta brecha de género se mantuvo consistente entre ambas vueltas y en las diferentes regiones del país, reflejando patrones profundos de comportamiento electoral que trascienden las coyunturas específicas de la campaña.
Esta brecha de género sugiere que factores más allá de la simple identificación por género influyeron decisivamente en el comportamiento electoral. Elementos como la percepción de liderazgo, la efectividad de los mensajes de campaña dirigidos a distintos segmentos poblacionales, y posiblemente consideraciones sobre seguridad económica y personal parecen haber pesado más que la identificación de género en la decisión de voto.
El correísmo en declive aparentemente irreversible
Uno de los análisis más evidentes de Larrea y Sáenz es la trayectoria histórica del correísmo en segundas vueltas electorales desde 2006 hasta 2025. Los datos muestran una clara tendencia declinante que sugiere el agotamiento progresivo de este movimiento político como opción mayoritaria en Ecuador (Gráfico 7).
La presentación incluyó un análisis comparativo del apoyo electoral al correísmo, desde el 56,9% de votos válidos obtenidos por Rafael Correa en 2006, pasando por el 51,3% de Lenín Moreno en 2017, el 47,4% de Andrés Arauz en 2021, hasta llegar al mínimo histórico de 44,6% alcanzado por Luisa González en 2025. “Claramente hay un proceso de debilitamiento que se ha profundizado”, comentó Carlos Larrea al mostrar esta evolución temporal.
Los gráficos de comportamiento social del voto muestran que mientras en 2006 Correa obtuvo un apoyo mayoritario entre los sectores más pobres, con un respaldo que superaba el 80% en algunas zonas, este patrón ha cambiado radicalmente.
El correísmo actual, representado por González, mantiene una base electoral concentrada principalmente en sectores populares de la Costa, particularmente en Manabí, Los Ríos y zonas de Guayas, con un apoyo mucho más débil en grandes ciudades y en la Sierra.
“El correísmo como movimiento tiene escasas oportunidades de superar el 50% en una segunda vuelta en el futuro”, afirmó Larrea, subrayando que “perder tres elecciones consecutivas es bastante, y perder con proporciones que cada vez son mayores refleja un proceso de erosión estructural”.
Esta transformación refleja cambios demográficos importantes (el electorado casi se ha duplicado desde 2006), así como un distanciamiento progresivo entre el mensaje correísta y las nuevas generaciones de votantes.
Errores tácticos enterraron las aspiraciones de González
Un factor determinante en el resultado electoral fue el desempeño de ambas campañas durante el período entre primera y segunda vuelta. Los gráficos comparativos presentados por Malki Sáenz son contundentes: mientras Noboa logró un crecimiento notable en prácticamente todas las regiones del país, González experimentó un estancamiento y, en muchas zonas, una disminución en su porcentaje de apoyo.
“Lo que está mostrando es que el efecto de la campaña y el efecto del desempeño de Daniel Noboa es ampliamente superior al estancamiento que tuvo Luisa González en la segunda vuelta”, explicó Sáenz. Este contraste fue particularmente evidente en la Sierra, tanto urbana como rural, donde González no solo no creció sino que en muchas parroquias perdió apoyo respecto a la primera vuelta.
Varios errores tácticos marcaron la campaña de González. Larrea mencionó específicamente declaraciones poco afortunadas sobre temas económicos sensibles como la dolarización, referencias al “exitoso modelo venezolano” que generaron incertidumbre en el electorado, y la falta de un mensaje unificado dentro de su movimiento político.
La fragmentación de comunicación, con diferentes voceros enviando mensajes contradictorios, parece haber afectado negativamente su capacidad para ampliar su base de apoyo más allá de sus bastiones tradicionales.
En contraste, la campaña de Noboa se caracterizó por un mensaje más homogéneo y consistente, fuertemente apoyado en redes sociales. Larrea describió la estrategia de Noboa como “un discurso plano”, refiriéndose a que no estaba “focalizado en las necesidades de cada lugar o cada parroquia”, sino que fue “una campaña dirigida fundamentalmente desde las redes sociales con un mensaje más o menos homogéneo”. A pesar de esta aparente limitación, su efectividad resultó indiscutible.
Un elemento sorprendente fue la disminución del porcentaje de votos nulos y blancos entre primera y segunda vuelta (de 8,99% a 7,40%), contrario a lo que suele ocurrir en segundas vueltas donde el voto nulo frecuentemente aumenta como forma de protesta.
Esta reducción, junto con una disminución del ausentismo del 16,39% al 15,53%, sugiere una polarización efectiva del electorado y una campaña que logró movilizar incluso a votantes previamente indecisos o apáticos.
Patrones electorales inéditos
Las elecciones presidenciales de 2025 revelan un Ecuador en profunda transformación política. La victoria de Noboa representa mucho más que un simple cambio de gobierno; sugiere transformaciones estructurales en el comportamiento electoral ecuatoriano que podrían marcar tendencias políticas para los próximos años.
- Entre la primera y la segunda vuelta electoral, Daniel Noboa logró quitarle 25 cantones al correísmo
La aparente declinación del correísmo como fuerza política mayoritaria, el comportamiento independiente del voto indígena respecto a las directrices oficiales de sus organizaciones, la notable brecha de género en las preferencias electorales, y el crecimiento de Noboa en zonas rurales tradicionalmente poco receptivas a su perfil político, configuran un panorama complejo que desafía interpretaciones simplistas.
Sin embargo, tanto Larrea como Sáenz señalaron los enormes desafíos que enfrenta el próximo gobierno. “El Ecuador atraviesa una crisis económica de larga duración”, advirtió Larrea, mencionando que en 2024 “el crecimiento de la economía fue negativo, 2% para abajo”, lo que combinado con el crecimiento poblacional significa “una caída del ingreso por habitante en el 3%”.
Todo esto en un contexto de violencia creciente vinculada al narcotráfico, problemas energéticos crónicos, vulnerabilidad ante el cambio climático y tensiones sociales persistentes. En este escenario, la amplia victoria electoral de Noboa podría no traducirse necesariamente en estabilidad política a mediano plazo.
“No veo fácil que el gobierno mantenga un apoyo como el que obtuvo en las elecciones en el futuro por mucho tiempo”, pronosticó Larrea, subrayando la dificultad de satisfacer expectativas tan diversas con recursos limitados y problemas estructurales profundos.
La geografía electoral ecuatoriana ha mostrado un dinamismo sorprendente en estas elecciones, con transformaciones que pocos analistas anticiparon. Queda por verse si estos nuevos patrones representan un cambio permanente en la estructura política del país o si son respuestas coyunturales a circunstancias específicas de esta elección.
(*) Economista, analista económica Revista Gestión.
Compartir: