Cómo enseñar finanzas divertidas a los niños para que sean adultos que prosperan
Educar a los niños en finanzas es tan importante como enseñarles a lavarse los dientes. En el marco del Día del Niño, que se celebra este 1 junio de 2025, le presentamos esta guía divertida y práctica para hacerlo desde casa, con propósito, conciencia y mucho amor.

Un niño sonríe junto a sus ahorros en un frasco de vidrio.
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Enseñar a los niños a manejar el dinero no solo es útil, es esencial. Así como se les inculca hábitos de higiene o responsabilidad con sus juguetes, también pueden —y deben— aprender desde pequeños a ahorrar, planificar y tomar decisiones financieras. Este Día del Niño representa una oportunidad para sembrar conocimientos que les permitan construir una relación saludable y consciente con el dinero.
Ivanna Zauzich, subgerente de Ciclo de Vida del Cliente de Fideval, lo resume con claridad: “Los niños deben estar involucrados en las finanzas del hogar desde pequeños. Así entienden lo duro que es ganar dinero y se relacionan mejor con él”.
Para acompañarle en este proceso, hemos reunido una serie de recomendaciones prácticas y creativas proporcionadas por Fideval que le ayudarán a formar desde casa una base sólida de educación financiera. Aquí le contamos cómo hacerlo de manera progresiva, con propósito, y sobre todo, disfrutando el camino junto a sus hijos.
Una alcancía, sí… pero con propósito
El punto de partida puede ser tan sencillo como una alcancía, pero debe ser significativa para el niño. Si le gustan los dinosaurios, elija una con esa forma; si disfruta los colores, opte por una llamativa. Lo importante es que conecte con sus intereses.
Durante los primeros meses, usted puede invitar a familiares a contribuir con pequeñas cantidades en cumpleaños o celebraciones. Al finalizar un trimestre, se abre la alcancía para ver cuánto se ha acumulado. Es un momento emocionante que introduce el concepto del ahorro de forma concreta.
Ahora bien, Zauzich advierte que no se trata simplemente de guardar dinero: “El ahorro es un propósito. Si solo le dice ‘guarde en la alcancía’, no le está dando un sentido. Siempre debe haber una meta, para que entienda que el dinero es un medio y no un fin”.
Además, cuando el niño comience a comprender lo que significa ahorrar, manejar dinero y planificar, es recomendable sustituir la alcancía tradicional por frascos transparentes. Esto le permitirá observar visualmente cómo su dinero crece y se transforma a lo largo del tiempo. Este recurso, sencillo pero poderoso, refuerza el vínculo emocional y racional con el hábito financiero.
La inflación también se aprende (y se evita)
Una vez reunidos los primeros ahorros, es un buen momento para hablar sobre el valor del dinero en el tiempo. Un ejemplo sencillo: si hoy un helado cuesta una moneda, es posible que el próximo año cueste dos. Dejar las monedas sin invertirlas puede hacer que pierdan valor.
Zauzich recomienda ser claros desde el inicio: “El dinero tiene que trabajar”. Esa frase resume una verdad que muchos adultos aprenden demasiado tarde. Si un niño comprende que el dinero guardado pierde valor, pero invertido puede crecer, está en camino a tomar decisiones inteligentes.
Pequeñas inversiones, grandes lecciones
Cuando los niños dominan el concepto de ahorro y entienden lo que significa que el dinero genere más dinero, puede introducirse el interés compuesto. Una manera eficaz de explicarlo es con la metáfora de una bola de nieve que rueda y se agranda constantemente.
Para consolidar este conocimiento, Zauzich propone algo lúdico: “Cuando los niños ya entienden qué es la inversión, el movimiento del dinero y las metas financieras a corto y largo plazo, puede implementarse un juego de captación para que sea divertido aprender finanzas”. Una opción es crear una ciudadela imaginaria donde el niño sea el alcalde y deba administrar distintos fondos: emergencia, diversión, hogar, etc. Así se familiariza con la distribución de recursos en un entorno simulado pero realista.
Cambiar la cultura del regalo
En vez de llenar su hogar de juguetes que pronto quedarán olvidados, proponga a los familiares hacer regalos financieros. No se trata de eliminar los obsequios físicos, sino de balancearlos. Por ejemplo, un peluche acompañado de una contribución al ahorro refuerza el mensaje de que el dinero tiene valor y propósito. Incluso una suma simbólica ayuda a construir patrimonio y a reforzar la conexión entre esfuerzo, tiempo y recompensa.
La mesada como herramienta de aprendizaje
Una vez que el niño entienda lo básico sobre finanzas, usted puede introducir una mesada semanal o mensual. No es necesario que esté ligada a tareas del hogar, aunque sí se puede incorporar dinero adicional por logros o actividades especiales.
Zauzich es clara en este punto: “No se debe usar el dinero como un castigo o un premio. Eso distorsiona la relación emocional con él”. Más que un incentivo, el dinero debe verse como una herramienta que se administra con responsabilidad.
Hablar de dinero es hablar de valores
En América Latina, hablar de dinero sigue siendo un tabú. Pero romper ese silencio es urgente. “Hablar de dinero es la diferencia entre un buen inversionista y una persona que solo gasta sus ingresos”, afirma Zauzich. Por eso, mostrarle a sus hijos cuánto cuestan las cosas, cómo se hace un presupuesto y cómo se toman decisiones en familia es una forma de enseñarles valores: transparencia, esfuerzo, planificación.
Hacerlos parte de los planes familiares
Una forma práctica de reforzar esta educación es involucrarlos en las metas del hogar. Por ejemplo, si están planificando unas vacaciones, puede asignársele al niño una pequeña cantidad para que compre algo allí. Si el trabajo educativo ha sido sólido, probablemente no gastará todo en dulces, sino que sabrá administrarlo para disfrutar sin perder el rumbo.
El dinero no cae del cielo (y ellos deben saberlo)
Hablar de los precios, de los esfuerzos para pagar servicios o de lo que cuesta el supermercado no debe verse como una carga emocional, sino como una enseñanza de vida. La transparencia es la clave. Mostrar cómo se ganan los recursos les ayuda a valorar cada moneda y a tomar decisiones más inteligentes.
Aprender a distribuir: la regla 50/30/20
Una técnica sencilla y efectiva es enseñar la regla del 50/30/20. Es decir: 50% para necesidades, 30% para deseos y 20% para ahorro o inversión. Para los más pequeños, esta fórmula puede explicarse con personajes: un elefante que gasta sin pensar, una serpiente precavida y una hormiga sabia. Lo importante es que comprendan que distribuir el dinero no es limitarse, sino priorizar.
Educar financieramente a un niño es una inversión que se multiplica. No se trata solo de números, sino de formar personas que comprendan el valor del trabajo, la importancia del ahorro y el poder de la planificación. Como bien dice la experta, “el dinero es un medio y no un fin”.
Este Día del Niño, más allá de los regalos, ofrézcale algo aún más valioso: las herramientas para que construya su propio futuro, con conciencia, seguridad y libertad. Porque si hoy aprende a cuidar su dinero, mañana sabrá hacerlo crecer.
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