Las bandas criminales de Ecuador y guerrilla de Colombia se reparten el control en la frontera
El gobierno ecuatoriano busca acabar con la presencia de grupos irregulares colombianos en la zona de frontera, con operativos que se intensificaron tras el asesinato de 11 militares en Alto Punino.

Imagen referencial de un operativo militar de control en la frontera norte, el 12 de febrero de 2025.
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@DefensaEc
Autor:
Redacción primicias/EFE
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El asesinato de once militares ecuatorianos durante una emboscada en la Amazonía marcó un punto de quiebre. Ya no se trata de escaramuzas aisladas en zonas fronterizas. Ecuador ha dejado de ser un simple corredor logístico o santuario pasivo de grupos armados colombianos y hoy es también un campo de operaciones, con actores armados cada vez más enraizados y mejor equipados.
Así lo confirma la creciente presencia de las disidencias de las FARC, especialmente el Frente Oliver Sinisterra y los Comandos de Frontera. Las autoridades también denuncian un patrón de alianzas entre grupos armados ilegales colombianos y bandas ecuatorianas para controlar puertos clave en la exportación de droga.
El presidente Daniel Noboa, que en enero de 2024 declaró que en Ecuador existía un “conflicto armado interno”, ha catalogado a estas estructuras colombianas como "grupos irregulares armados", el mismo lenguaje que ha reservado para bandas locales como Los Lobos o Los Tiguerones.
Con ello, busca legalizar el uso de fuerza militar contra estas amenazas, incluyendo operaciones ofensivas con apoyo de inteligencia, como ocurre en Colombia desde hace décadas.
Una violencia que no es nueva, pero sí más profunda
Tras la desmovilización de las FARC en 2016, apareció el frente Oliver Sinisterra de las disidencias de la guerrilla, que mantuvo el control territorial del municipio colombiano de Tumaco, ubicado en el corazón de la frontera y que en esa época concentraba las mayores hectáreas de coca sembradas en el país.
El primer gran impacto de estas disidencias en Ecuador ocurrió en marzo de 2018, cuando fue perpetrado el secuestro y posterior asesinato de un equipo del diario ecuatoriano El Comercio, conformado por el periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra, en la zona de Mataje, provincia de Esmeralda, donde recababan información sobre los ataques guerrilleros registrados en esa región.
El crimen, que conmocionó al país, fue atribuido al Frente Oliver Sinisterra, entonces liderado por Walter Patricio Arizala, alias ‘Guacho’. Fue abatido ese mismo año por las fuerzas de seguridad colombianas en una zona selvática de Nariño.
Desde entonces, las operaciones de estas disidencias no han cesado. En 2024, fue capturado en Ibarra (provincia de Imbabura) Carlos Arturo Landázuri, alias 'Comandante Gringo', y otro miembro fue condenado por narcotráfico. Los indicios apuntan a una red criminal que se ha expandido hacia zonas estratégicas como Alto Punino, en la Amazonía, donde se registró la reciente emboscada mortal.
En esta región, ubicada a 60 km del límite con Colombia, las disidencias han impulsado la minería ilegal a gran escala, respaldadas por fusiles de largo alcance y lanzagranadas. “La capacidad de fuego revela un nivel de organización que supera lo puntual”, dicen fuentes militares.
La frontera ya no detiene a nadie
Desde Colombia, expertos como el profesor Luis Fernando Trejos (Universidad del Norte, Barranquilla) advierten de que el territorio ecuatoriano ha pasado de ser “refugio logístico” a “plataforma operativa” de las disidencias.
El caso de los Comandos de Frontera es ilustrativo: surgidos en 2019 como parte de la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano (CNEB), una disidencia de las FARC, esta estructura se ha expandido desde el Putumayo hacia Ecuador, aliándose con bandas como Los Lobos para controlar rutas de narcotráfico y enclaves mineros.
Aunque Trejos subraya que aún no hay evidencia de un reclutamiento masivo de ecuatorianos —como sí ocurrió con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Venezuela—, señala que el fenómeno tiene rasgos binacionales. “No se puede entender lo que pasa en Ecuador sin mirar lo que ocurre en Colombia”, afirma.
Otra hipótesis es que los ceses de fuego pactados entre el Gobierno colombiano y las disidencias de las Farc han sido aprovechados para consolidar su estructura financiera.
Relaciones diplomáticas en tensión, pero sin ruptura
Este escenario se da en medio de un enfriamiento en las relaciones entre los Gobiernos de Gustavo Petro y Daniel Noboa, agravadas por la negativa del presidente colombiano a felicitar al ecuatoriano tras su victoria electoral.
Aunque el Gobierno colombiano tomara decisiones de fuerza en contra de los Comandos de Frontera, un mayor despliegue militar tampoco garantizaría que esta organización dejara de cruzar hacia Ecuador, advierte el profesor Trejos.
Las disidencias de las Farc ya no son un remanente del conflicto colombiano. Se han transformado en actores transnacionales del crimen organizado, con capacidad de proyectar violencia, reclutar, extraer recursos y desafiar fronteras.
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