“Hay un círculo vicioso entre inseguridad, impunidad y desapariciones forzadas”
A propósito del caso Las Malvinas, el investigador internacional Carlos Martín Beristain analiza patrones en la indagación de desapariciones forzadas. “La verdad es necesaria para la democracia”, dice.

Militares implicados en el asesinato y desaparición de cuatro menores caminan por una zona del sur de Guayaquil durante la reconstrucción del caso Las Malvinas, el 16 de marzo de 2025.
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EFE
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Pactos de silencio, narrativas manipuladas, colusión entre el crimen organizado y fuerzas del Estado, estigma hacia las víctimas. Carlos Martín Beristain ha dedicado más de tres décadas a desentrañar los complejos entramados procesales tras las investigaciones de desapariciones forzadas y violaciones de derechos humanos en América Latina, desde Guatemala y Colombia hasta México y Perú.
El médico, psicólogo y experto internacional en derechos humanos, fue parte del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que investigó el emblemático caso de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa (México) y ha tomado parte en otras Comisiones de la Verdad.
En Guayaquil participó como ponente en el conversatorio “Desapariciones forzadas como graves violaciones a Derechos Humanos”, organizado por la Universidad de Guayaquil y el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos.
En esta entrevista, Carlos Martín, advierte sobre los patrones que se repiten en casos como el de los cuatro niños de Las Malvinas, sur de Guayaquil, desaparecidos y asesinados tras una detención ilegal el 8 de diciembre de 2024 por parte de dos patrullas de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE).
La Fiscalía concluyó la instrucción fiscal por el presunto delito de desaparición forzada contra 17 militares involucrados con la detención de Ismael, Josué, Nehemías y Steven, de entre 11 y 15 años. La audiencia preparatoria de juicio está prevista para el próximo 27 de mayo de 2025.

¿Cuál es el mayor reto en las investigaciones de casos de desaparición forzada?
Uno tiene que tomar declaraciones y buscar testigos… Pero luego esos testimonios hay que contrastarlos con pruebas tangibles. Hay una cosa que impide avanzar en la investigación de los casos de desaparición forzada y son los pactos de silencio.
Se establecen pactos de silencio entre quienes han participado que impiden poder tener información. Entonces uno tiene que buscar una estrategia para romper estos pactos y eso pasa por una metodología de investigación que usa figuras como la del testigo protegido, que se basa en pruebas duras en base a las cuales se pueden romper los discursos y las narrativas.
¿Por qué en América Latina se vuelve tan complejo llegar a la verdad?
Suele haber todo un entramado, que incluye no solo a funcionarios, sino a redes criminales. Hay que pensar en estos entramados... No pasa solo por quien ejecuta o manda el crimen. Sino quién se beneficia, quien blanquea dinero, por ejemplo, quien tiene control territorial, porque suele ir más allá de la dimensión de la violencia explícita.
En el caso de 2014 de la desaparición de 43 normalistas en Ayotzinapa (México), fue determinante la participación del crimen organizado. Hice parte del grupo de la Comisión Interamericana que investigó este caso, que fue muy conocido en el mundo.
"Los pactos de silencio impiden avanzar en este tipo de investigación. También suele haber todo un entramado que incluye a redes criminales, agentes o funcionarios".
En el caso de Ayotzinapa intervino el grupo Guerreros Unidos, cinco policías municipales, un policía estatal, un policía federal, uno de tránsito. Y en los dos lugares donde se registró la desaparición de los jóvenes, de entre 18 y 22 años, había agentes de inteligencia militar retransmitiendo en tiempo real lo que ocurría y que negaron tener ningún conocimiento de los hechos.
Fue clave encontrar las contradicciones entre los testimonios de los involucrados, con las pruebas de balística, de cobertura telefónica, con las líneas de tiempo de mensajes telefónicos, o inconsistencias periciales sobre el basurero en el que se decían habían quemado a los jóvenes en una gran pira.

¿El que haya miembros de la fuerza pública cooptados por el crimen organizado propicia este tipo de casos dolorosos?
Sí, sin duda. Hay pruebas de eso en el caso guatemalteco, en el caso colombiano. No podemos mirar para otro lado, eso es el peor servicio que se le puede hacer a la verdad, a la democracia, a la seguridad de un país.
México declaró la guerra contra el narcotráfico en el año 2006. Tres gobiernos después, tenemos 120.000 desaparecidos. Y no se puede pensar siempre que las víctimas son sospechosas. Hay que escuchar a los familiares, hay que acercarse a las víctimas, hay que tener una actitud positiva frente a ellas, porque las formas de justificación que terminan legitimando las atrocidades.
“No podemos mirar para otro lado. No se puede pensar siempre que las víctimas son sospechosas”
Ecuador es cuarto país del mundo con más denuncias de desapariciones forzadas entre 2024 y 2025, según la ONU ¿Cómo lidiar con el problema?
Hay factores que aumentan la incidencia de la desaparición, como el control territorial del narcotráfico y del crimen organizado de amplias zonas urbanas o rurales, el incremento de las capacidades criminales, casos de desplazamiento forzado, desplazamientos internos, la colusión de autoridades…
Todo esto genera y aumenta un contexto de impunidad. Hay un círculo vicioso entre inseguridad, más impunidad, más violaciones de derechos humanos como las desapariciones forzadas. Eso trae siempre más violaciones de derechos humanos. Invisibiliza la desaparición forzada.
Cuando hablamos de cifras masivas como las de Colombia o México, también puede haber una estrategia de invisibilización para que eso no genere crisis. Se comienza a culpar a la víctima y es la peor estrategia frente a una desaparición, porque como sociedad estamos llamados a frenar estas prácticas y a darles una respuesta temprana, antes que se conviertan en masivas.
¿Qué peligro entraña la culpabilización sistemática de las víctimas?
El estigma hacia poblaciones afros, indígenas o campesinas, por ejemplo, suele empezar desde la autoridad, que emite criterios y comentarios….
El problema es que a veces parece más importante la lealtad que la verdad. Se vuelve más importante la lealtad institucional y las consecuencias para la sociedad son desastrosas.
"La verdad es saludable, es necesaria para el Estado, es necesaria para las víctimas y es necesaria para la construcción de la democracia".
Ese estigma es una marca moral negativa contra las víctimas y es un factor que facilita la agresión. Funcionan como una forma de justificación. La falta de empatía con esos sectores y con las víctimas genera un clima de mayor impunidad, la sensación de que no importa nada, hasta que te toca a ti, a tu familia o a alguien cercano.
Esto tiene que ver también con la construcción de la democracia, porque hay sectores de los países que parece que no cuentan, que viven en la desigualdad y el abandono, a los que nunca llega el desarrollo.

¿Qué podemos extraer en Ecuador de un caso como el de la escuela rural de Ayotzinapa?
Los muchachos fueron desaparecidos, 43 de ellos, algunos terminaron asesinados. En los casos de desaparición forzada no solo se trata de la negación de los agentes estatales en reconocer lo que pasó, sino con la historia que cuenta de lo que pasó. Una historia que a menudo no tiene que ver o tiene poco que ver con la realidad.
El problema de muchas de las investigaciones de violaciones de derechos humanos es que se hacen en base a declaraciones. Muchos de los detenidos que pertenecían al crimen organizado fueron torturados y entonces mentían, todo estaba pervertido por la tortura. En estos casos, las "verdades" construidas son una mera forma de ocultamiento.
¿Cuál fue la clave para resolver ese caso?
Perseguimos el dinero. El narcotráfico es una industria y el corazón del narcotráfico es el dinero, necesitamos metodologías para investigar el movimiento de dinero, porque allí también hay una manera de frenar no solo al crimen organizado, sino de mitigar la incidencia de graves violaciones de derechos humanos.
En el caso de Ayotzinapa, descubrimos que había tráfico de heroína de la estación desde donde desaparecieron los chicos. Todos los viernes salía un camión cargado de heroína entre esa estación de autobuses y Chicago, y volvía cargado de dinero.
El motivo de la desaparición fue que los chicos se habían llevado, sin saberlo, un camión del narco de esa estación de autobuses. Ellos iban a tomar buses en la estación para asistir a una marcha política en conmemoración de la masacre del 2 de octubre del año 68, la matanza de Tlatelolco en México.
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