“Hay que colocar inteligencia en las cárceles y contrainteligencia en la Policía”, dice sobre Ecuador exasesor de Nayib Bukele
En una visita a Guayaquil, el excomisionado de Derechos Humanos de El Salvador compartirá su experiencia en un ciclo de jornadas internacionales de seguridad en Ecuador.

Imagen referencial de un recorrido por pabellones de la Penitenciaria del Litoral, en Guayaquil, el 9 de abril del 2025.
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El control de las cárceles, incluso con tareas de inteligencia, es clave para enfrentar al crimen organizado en Ecuador, afirma Andrés Guzmán Caballero, excomisionado presidencial para los Derechos Humanos de El Salvador, en el gobierno de Nayib Bukele.
Por dos años, hasta abril de 2025, Guzmán Caballero se vinculó como asesor del gobierno centroamericano en temas de inteligencia, antes se desempeñó como comisionado de Derechos Humanos en la Defensoría del Pueblo de Colombia.
El experto participará los días jueves 11 y viernes 12 de septiembre de 2025 en las Jornadas Internacionales de Seguridad en Ecuador: Retos y Soluciones, que reunirá en la Universidad del Pacífico de Guayaquil a académicos, autoridades y representantes de organismos multilaterales que debatirán sobre temas como narcotráfico, lavado de activos, crimen organizado.
En entrevista con PRIMICIAS, Andrés Guzmán Caballero analiza el desafío que enfrenta Ecuador en su lucha contra las organizaciones terroristas y el tráfico de drogas y su aporte en la reducción de la violencia en El Salvador.

¿Cuando usted llegó a El Salvador dijo 'en qué me metí' o era lo que esperaba?
Era un reto complicado, desde el punto de vista de mostrar los resultados de un gobierno y de una sociedad que quería hacer bien las cosas. El Salvador es un país que ha sufrido muchísimo, un país que toda la vida ha vivido en guerra, una guerra de 80 años, una guerra civil gigantesca, y después llegaron las pandillas que permearon toda la sociedad.
Había una corrupción gigantesca, policial, judicial, militar, era un país muy complicado. Hoy es más seguro de América, donde los niños tienen educación, futuro, nunca lo vi como un problema, me pareció una oportunidad de poder apoyar a una sociedad y a un país después de tanta violencia que había sufrido.
¿Cuál fue la experiencia más fuerte que vivió?
Las víctimas de las pandillas. Yo conocí sobre todo mujeres que sufrieron vejaciones, que estuvieron secuestradas años, que tuvieron hijos con el secuestrador. Conocí a una chica que un pandillero se enamoró de ella, se la llevó a la fuerza y tuvo con ella dos hijos y estuvo 11 años secuestrada.
Lo más difícil fue ver a los hijos de los pandilleros, hijos que se quedaron sin papás, pero más que eso, que fueron criados en la violencia y que a los siete u ocho años ya eran delincuentes, con unos niveles de violencia en su vida, porque no habían conocido otra cosa, creo que fue lo más complicado, el reto más grande.

Los organismos de derechos humanos han criticado el trato, calificado de ‘inhumano’ que se dio a los privados de libertad, ¿cómo enfrentó esas críticas?
He viajado por toda América viendo cárceles y creo que las condiciones de cárceles tan duras como el Cecot (Centro de Confinamiento del Terrorismo) en El Salvador son mucho más dignas que las que tienen personas en México, en Colombia, Ecuador, Perú.
El tema es que los derechos humanos deben realzarse desde el punto de vista de las víctimas, de las personas buenas. En El Salvador no mataron, no existe pena de muerte, el trato que se les dio es el trato que se les debe dar a los delincuentes dentro de una cárcel de máxima seguridad, eran personas terroristas que secuestraban, mataban a niños y un trato distinto sería inseguro porque son personas de alta peligrosidad.
El tratamiento carcelario tiene un fin y un fin es ese, que no reincidan, y salvaguardar a la sociedad.
Las tasas de homicidio bajaron drásticamente.
Imagínese que en el año 2017 había 5.700 homicidios al año, eso es un coliseo lleno de personas muertas, el año pasado hubo 124 y de esos, 100 fueron accidentes de tránsito y 24 feminicidios, robos normales, homicidios, eso no le cabe a nadie en tan poco tiempo.
En una sociedad no había pasado en toda la historia de la humanidad que se hubiera disminuido la tasa a tal punto, la vida es el derecho humano más importante.
La sociedad está cuidando la vida de los mismos delincuentes y de sus familias. Se les salvó la vida a miles de niños que no tenían un futuro distinto que ser pandilleros.

¿Cómo analiza el caso de Ecuador?
Todas las sociedades son distintas, creo que hay soluciones que se pueden importar. Ecuador tiene gente muy linda, pero hay criminales muy malos, que tienen que ser tratados como tales.
Hay que colocar inteligencia en las cárceles, contrainteligencia en la Policía, para ver quiénes son policías buenos y malos. Ecuador va por buenos pasos, pero hay que trabajar más como sociedad para poder garantizar los derechos a la población, que es el objetivo fundamental.
¿En qué hay que trabajar más?
Las normas que ha propuesto el gobierno, el paquete normativo es bien importante, hacer una regulación coherente con lo que el país está pasando, uno no puede pensar que podemos tener normas para Suiza cuando tenemos una violencia y un fenómeno de narcotráfico y crimen organizado grande y que está desbordado.
Segundo es el tema carcelario, las comunicaciones de las cárceles, fue un eje fundamental haberlas suspendido. Quienes delinquen y son detenidos, desde ahí mandan y organizan, son sus fortines, traen a sus mujeres y desde allá organizan todo el crimen, está demostrado que si no hay cárceles seguras no hay ciudades seguras, el tema carcelario es el eje importantísimo.
Lo más importante es que una sociedad quiera salir de un problema tan grande de seguridad ciudadana es que exista voluntad política y gente buena y honesta que trabaje para hacerlo.
¿Qué papel jugó la sociedad?
Hay dos papeles importantes, el primero es de comunicación del gobierno, no se pueden hacer las cosas bien y no contarlo, y lo segundo es el rol de la sociedad, en El Salvador no se les pagó ni se dieron premios para que hicieran delaciones, se instó a la sociedad a decir quiénes eran los malos, así comenzaron a denunciar, incluso los mismos pandilleros presos comenzaron a denunciar a los demás.
La sociedad tiene un rol muy importante, denunciar, pero si los jueces no generan confianza, pues no se puede nada, el refuerzo institucional es un sumamente importante, es el pilar del proceso. La credibilidad de las instituciones es importante. El fortalecimiento institucional es la base para que la sociedad vuelva a creer en el Estado.

¿Cómo ve la región a Ecuador?
Es un país pujante, de gente buena, pero el crimen ha permeado muchas partes de la sociedad y creo que el trabajo que se está haciendo es importante y hay que apoyar ese trabajo para superar este problema.
Las organizaciones terroristas se expanden en toda la región.
El crimen organizado es una multinacional, el Tren de Aragua habla de un fenómeno que va de México a Argentina, por eso es importante que los países nos unamos. El respaldo de Estados Unidos al decir que hay grupos que están al margen de la ley y que son declarados terroristas internacionales es algo importantísimo.
Tenemos que ver el fenómeno criminal como un fenómeno regional, el trabajo de la inteligencia es vital. Es importantísimo verlo como transnacional, son movimientos transnacionales que están permeando todos los países y tiene negocios por dentro y fuera de todos los países.
El desafío es trabajar todos juntos.
Uno tiene que quitarse los sesgos políticos, la seguridad es transversal, si elegimos un presidente tenemos que ayudarle a que saque adelante los proyectos que beneficien al país.
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