Remesas en riesgo: la amenaza de los republicanos en Estados Unidos que preocupa a los migrantes ecuatorianos
Un posible impuesto del 5% a las remesas, planteado por congresistas republicanos, afectaría los envíos de remesas que los migrantes hacen a Ecuador.

Decenas de personas acuden mensualmente a enviar dinero a través de diferentes agencias ubicadas en Nueva Jersey y Nueva York.
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Selene Cevallos
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Nueva York, Estados Unidos. Luis dice que no sabe cuánto gana un congresista en Washington, pero sí sabe lo que cuesta reunir USD 1.000 semanales en el Bronx, en Nueva York. Diez horas al día, seis días a la semana, amasando pizzas en una cocina sin ventanas. Sin papeles, sin seguro, sin red. Cada viernes, con las manos cansadas y los dedos aún llenos de harina, se acerca a una oficina de Western Union para enviar ese dinero a Cañar, donde su madre lo espera con la precisión de un reloj afectivo. Ella lo guarda en una vieja lata de galletas, de esas que antes servían para guardar hilos y botones. Con ese giro semanal paga los medicamentos para la presión, el agua, y ayuda a su nieta con los pasajes escolares.
El 5% de impuesto a las remesas que han planteado congresistas republicanos para financiar políticas de seguridad fronteriza le suena a castigo. “Es como si me multaran por querer a mi madre”, dice con rabia contenida.
No es el único. En el andén de otra agencia de envíos en NewJersey, una fila de personas espera. “Le envío semanalmente casi todo mi sueldo a mi madre, que cuida a mis tres hijos”, dice Carmen, de 39 años, “y aunque es poco, con eso pago el gas y la comida”.
En 2024, Ecuador recibió 6.539,8 millones de dólares en remesas —el equivalente al 5,3% del PIB—, siendo Estados Unidos el mayor emisor (73,5%), seguido de España (15,6%) e Italia (3,1%), según cifras del Banco Central del Ecuador. Para muchas familias, ese dinero no representa ahorro, representa supervivencia.
Carmen no sabe de impuestos ni de muros fiscales, pero se indigna con la idea.
“Enviar dinero no debe verse como un delito".
Carmen, migrante ecuatoriana
A varias millas, en Kearny (Nueva Jersey), Henry despacha giros en una pequeña oficina con olor a café. Lleva más de diez años en una agencia de envíos. “Desde la pandemia esto explotó. Muchos migrantes empezaron a enviar más, incluso endeudándose, porque allá la situación está dura. Yo veo familias que solo viven de esto. Si se encarece el envío, el primero que lo sufre es el que está del otro lado”, explica mientras entrega el comprobante a una clienta con acento costeño.
Franklin vive en Queens, tiene 43 años, y trabaja repartiendo paquetes para una empresa de logística. Cada semana transfiere USD 700 a su esposa y sus dos hijos, que viven en Portoviejo, a través de una aplicación. “Imagínate que ahora quieran sacarme 25 dólares por cada envío… ¿con qué derecho?”, se pregunta. “Ya me descuentan aquí, allá, en el banco. ¿Ahora esto también?”. Si el impuesto se aprueba, ya tiene plan B: mandará el dinero por canales informales.
“Tengo amigos que viajan o conocen a alguien que lo hace. La necesidad no entiende de impuestos”.
Franklin, migrante ecuatoriano
Agencias de remesas, en alerta

En Nueva Jersey, estado que alberga a una de las comunidades ecuatorianas más numerosas en Estados Unidos, operan miles de agencias de transferencia de dinero, según datos de Rentech Digital. Newark, Paterson y Jersey City concentran la mayoría de estos puntos, en los que los migrantes envían mensualmente giros a sus familias a través de empresas como Western Union, MoneyGram, Ria y operadores más pequeños como Macará Express o Monty Express.
En Nueva York, los mapas de localización de estas compañías revelan decenas de oficinas distribuidas en barrios como Queens, el Bronx o Brooklyn, donde viven miles de ecuatorianos. Las agencias son parte del paisaje cotidiano y del ecosistema económico de la diáspora.
“Si ponen ese impuesto, muchos clientes van a dejar de venir. Algunos buscarán enviar el dinero por fuera, otros simplemente dejarán de hacerlo tan seguido”, dice Mauricio Lema, dependiente de una agencia de envío en Union City, Nueva Jersey. “Para nosotros, cada envío cuenta. No somos un banco: vivimos de las comisiones y del volumen. Si baja eso, nos afecta directamente”, dice.
Mauricio asegura que su clientela es en gran parte latina, muchos de ellos ecuatorianos que vienen con el dinero justo para ayudar a sus familias. “A veces me dicen: ‘es para mi madre en Loja’, ‘es para el arriendo de mis hijos en Macará’. No están enviando lujos, están enviando vida. Cobrarles más sería cruel”.
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