Salinas de Guaranda: El legado del Padre Antonio Polo y el éxito de una empresa comunitaria
A 20 minutos de Guaranda, en la provincia de Bolívar, la historia de las minas de sal y la visión comunitaria han convertido a Salinas en un referente de turismo y la economía solidaria. Descubre qué ver en este rincón de los Andes.

Antonio Polo, sacerdote de la parroquia de Salinas, provincia de Bolívar. 18 de noviembre de 2025.
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Andrés Salazar / Primicias
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Ecuador está lleno de rincones mágicos. Entre las imponentes montañas de la provincia de Bolívar, donde el paisaje andino se mezcla con la neblina y el verde de los páramos, se encuentra una parroquia que es sinónimo de esperanza y trabajo en equipo: Salinas de Guaranda.
Este lugar, ubicado estratégicamente a 20 minutos de la ciudad de la capital de la provincia, no es solo un destino turístico; es el testimonio vivo de cómo una comunidad puede transformar su destino.
En el centro de esta transformación está el padre Antonio Polo, un sacerdote nacido en Venecia hace 87 años, quien llegó a Ecuador en 1970.
Lo que comenzó como una misión salesiana se convirtió en una vida entera dedicada a este pueblo. Para el padre Polo, estos 55 años han sido de una "vida feliz", una felicidad construida a pulso junto a una comunidad amable y resiliente.
De las minas de sal a la libertad
La historia de Salinas gira en torno a sus vertientes de agua salada y minas, las cuales le dieron nombre al pueblo. Según relata el padre Polo, hubo tiempos de gloria preincaica con las etnias Panzaleo y Puruhá, cuando Salinas era un "pequeño imperio" que comerciaba sal hasta los asentamientos de lo que hoy es Colombia y Perú.
Sin embargo, la llegada de la colonia y el sistema de haciendas marcó el periodo más triste de su historia. Las familias vivían hacinadas en chozas de barro, sometidas por los patrones que exigían cuotas de sal bajo la amenaza de quitarles sus tierras, dice. "La primera tarea fue librarnos de la hacienda", recuerda el padre Polo sobre la llegada de los voluntarios y la misión salesiana.
Endeudándose para comprar su libertad, la comunidad se preguntó: "¿Y ahora qué?". Sin los patrones, y con el comercio de la sal en declive, nació una idea que cambiaría todo: la producción de quesos y la puesta en marcha de un sistsema de economía solidaria.
La respuesta a la pobreza fue la organización. Así nació el "Salinerito", bajo un lema claro, impulsado por el padre Polo y los voluntarios: "toda la materia prima debe tener valor agregado para que el campesino reciba beneficio".
El éxito de Salinas radica, dice el sacerdote, en que nadie es "el patrón". La comunidad decidió ser la dueña de su propio destino. Hoy en día, Salinas no solo produce sus famosos quesos; la autogestión ha diversificado la producción hacia chocolates, embutidos, hongos secos, hilandería y mucho más.
Además, constantemente buscan innovar, rescatando productos ancestrales como el cushuro, un alga andina rica en nutrientes que será su siguiente proyecto y que aseguran que servirá para combatir la desnutrición infantil.
Salinas Yuyay: Memoria viva
Para entender el corazón de este pueblo, es indispensable visitar el museo Salinas Yuyay. El término "Yuyay" proviene del quichua y significa "memoria".
El padre Polo explica que este espacio fue creado para que, en medio de tantas innovaciones y modernidad, el pueblo no olvide sus orígenes. En el museo, los visitantes pueden recorrer la historia desde los tiempos de los incas hasta la era de la hacienda y el posterior renacimiento cooperativo.

Actualmente, el turismo representa el 30% de la economía salinera. Visitar Salinas es encontrarse con un "lugar feliz", donde la naturaleza y el potencial humano se unen.
Los viajeros pueden disfrutar de los paisajes de las antiguas minas de sal, que hoy adornan el entorno como un testimonio geológico y cultural, y recorrer las diversas fábricas comunitarias.
Para quienes buscan una experiencia auténtica, rodeados de gente amable, Salinas de Guaranda se propone como un pueblo mágico óptimo para este segmento de turistas. Es la prueba de que, como dice el padre Polo, es posible compartir "esta maravilla de la naturaleza del Ecuador" a través del trabajo y la solidaridad.
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