Ecuatorianos en Estados Unidos cambian hábitos de consumo por alza de precios en supermercados, tras aplicación de aranceles de Trump
Hay impacto en productos que llegan desde Ecuador. Los exportadores ecuatorianos enfrentan sobrecostos que minan su competitividad, sobre todo en rubros de agroindustria.

Rosa muestra la diferencia de precios entre productos ecuatorianos y locales.
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Selene Cevallos
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NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS. En los estantes de un supermercado latino en Corona, Nueva York, las latas de atún ecuatoriano ya no rotan como antes. “Se mueven más lento”, dice don Jorge Tapia, Jefe de línea. “Mis clientes ecuatorianos preguntaban directamente por la marca tal, ahora se fijan en el precio. Y si el atún colombiano está a 80 centavos menos, se llevan ese”. El nuevo impuesto del 10% impuesto por Estados Unidos ha comenzado a reconfigurar no solo los precios, sino también las lealtades.
Aunque el arancel se anunció como una medida general para todos los socios comerciales de Estados Unidos, su efecto en Ecuador es especialmente punzante. A diferencia de Perú, Colombia o Costa Rica, que cuentan con tratados de libre comercio (TLC) vigentes, los exportadores ecuatorianos enfrentan sobrecostos que minan su competitividad, sobre todo en rubros de agroindustria. En productos como snacks, frutas procesadas y café tostado, la diferencia entre cerrar un trato o quedarse fuera del mercado puede depender de un 5%.
En las calles de Queens, la ecuatoriana Rosa Méndez maneja uno de los supermercados más surtidos del barrio. Dice que en 2024 compraba 30 cajas mensuales de snack ecuatoriano; ahora, solo 18. “El aumento de precios no lo absorbió el importador, ni el distribuidor. Cayó en nosotros. Y si no rotas el producto, pierdes”, dice con el tono de quien ya aprendió a sobrevivir en la selva del retail latino en Estados Unidos.
Los más golpeados son los pequeños y medianos exportadores, que carecen de la escala y el músculo financiero para adaptarse con rapidez. Ante ello, muchos han optado por cambiar su modelo: establecer filiales en Estados Unidos, vender directamente a través de canales como Amazon o adoptar términos DDP (Delivered Duty Paid). Bajo este esquema, el producto llega al cliente final con todos los impuestos y trámites cubiertos, sin costos adicionales ni gestiones engorrosas. Esta modalidad permite al exportador controlar toda la experiencia de compra y competir en igualdad de condiciones en plataformas como Amazon, eBay o sus propias tiendas digitales.
“Lo que está pasando no es un castigo a Ecuador, sino una llamada de atención”, dice Manuel Echeverría, director de Trade and Business Partners. “El problema no es el arancel en sí, sino el vacío: Ecuador sigue sin TLC. Y en este tablero, cada punto porcentual cuenta”.

Este lunes 3 de junio, el ministro de Producción, Luis Alberto Jaramillo, viajó para negociar el fin del arancel con el representante de la oficina comercial del gobierno de Donald Trump. La semana pasada, representantes de los gobiernos de Ecuador y Estados Unidos se reunieron en Washington para discutir una posible hoja de ruta hacia un acuerdo comercial. Sin anuncios formales, pero con gestos prometedores, la delegación ecuatoriana, encabezada por funcionarios de esta cartera de Estado, presentó una propuesta para avanzar en temas como inversión, propiedad intelectual y comercio agrícola. Para muchos, el encuentro fue simbólico, pero necesario.
Mientras tanto, el escenario comercial se vuelve más creativo. Algunos exportadores han comenzado a mirar más allá del corredor Nueva York–Nueva Jersey, saturado y ultracompetitivo. Florida, Texas, las Carolinas y California aparecen como nuevos polos para productos diferenciados: frutas con certificaciones orgánicas, snacks veganos, cafés de altura. “La Costa Oeste paga más, pero exige más”, dicen los asesores. Y eso puede ser una ventaja.
La paradoja, sin embargo, es que Estados Unidos sigue siendo uno de los principales destinos de exportación ecuatoriana, con más de USD$ 5.000 millones en 2024. Pero el peso específico de este mercado ha disminuido en porcentaje: China, Europa y Oriente Medio ganan terreno. No porque Estados Unidos importe menos, sino porque Ecuador diversifica, se adapta y se arriesga.
“Nosotros seguimos vendiendo a Estados Unidos porque ahí hay consumidores que ya conocen nuestros productos”, reflexiona Echeverría. “Pero si no avanzamos hacia un acuerdo, lo que hoy es resiliencia mañana puede volverse resignación”, explica.
Desde Trade and Business Partners, Echeverría lidera un esfuerzo de acompañamiento directo en territorio estadounidense. Su firma colabora con gremios como CORPEI, Amcham, la Cámara de Industrias de Guayaquil y CEIPA para ayudar a exportadores a cumplir normas FDA, posicionarse en ferias como Fancy Food en Nueva York o Expo West en California, y desarrollar estrategias de entrada en las principales ciudades del país.
En medio del pulso diplomático por un acuerdo comercial entre Ecuador y Estados Unidos —cuya primera ronda de negociaciones se anunció en mayo—, los supermercados latinos y los pequeños exportadores viven el impacto real del arancel: menos cajas despachadas, márgenes reducidos y clientes más exigentes.
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