¿Por qué un país petrolero como Ecuador ya casi importa más combustibles que el crudo que exporta?
Aunque es un país petrolero, está a punto de importar más combustibles de los que exporta en crudo. ¿Qué implica para la economía dolarizada de Ecuador?

Estación de bombeo de petróleo de Quinindé, 16 de febrero de 2021.
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Petroecuador (Flickr)
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En medio de una crisis de su sector petrolero, Ecuador avanza hacia una paradoja: pese a ser un país petrolero, está a punto de importar más combustibles que el crudo que exporta. ¿Pero qué significa esto y qué implicaciones tiene para una economía dolarizada como la ecuatoriana?
Como Ecuador no puede emitir su propia moneda, depende de la entrada constante de divisas para sostener la liquidez su economía dolarizada. Una de sus principales fuentes de dólares es la exportación de petróleo, explica Santiago Mosquera, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad de las Américas (UDLA).
Pero añade que si el país comienza a gastar más divisas en importar derivados de las que recibe por exportar crudo, el balance tiende a volverse negativo. Esto reduce el aporte neto de dólares a la economía y puede generar presiones sobre el gasto público.
Mosquera dice que es deseable que una economía no sea dependiente del sector petrolero, pero en el caso de Ecuador esto no obedecerá a políticas estatales para fortalecer otros sectores de la economía, sino a una reducción de la producción petrolera.
Los últimos años la producción de petróleo de Ecuador se ha estancado en torno a los 470.000 barriles por día, dice Mosquera. Y cree que es de esperar Ecuador produzca cada vez menos crudo a medida que avanza el cumplimiento del mandato popular para el cierre del bloque petróleo ITT.
Pero dice que, por otro lado, el consumo de combustibles ha ido en aumento.
Según las proyecciones del Ministerio de Finanzas, Ecuador exportará alrededor de USD 5.926 millones en crudo, pero deberá destinar USD 4.981 millones para importar gasolina, diésel y gas doméstico en 2026. La diferencia es mínima para un país cuya economía ha dependido del petróleo durante cinco décadas.
La diferencia, además, se ha ido achicando en los últimos 20 años.
Durante la última década, Ecuador mantenía un “colchón petrolero”: la diferencia entre lo que ingresaba por exportar crudo y lo que gastaba en importar combustibles.
Ese margen era amplio y le daba al país un respiro financiero. En 2020, por ejemplo, Ecuador obtuvo USD 2.672 millones adicionales después de pagar sus importaciones de derivados.
En 2021, el colchón subió a USD 4.129 millones, y en 2022, con los precios internacionales al alza, alcanzó un récord de USD 5.726 millones.
Ese excedente era clave para sostener las cuentas fiscales, financiar parte del Presupuesto General del Estado y absorber los costos de los subsidios.
Pero ese margen se ha ido achicando. Para 2025, la diferencia se reducirá a apenas USD 662 millones, y en 2026 se recupera levemente a USD 945 millones, lejos de los niveles históricos.
En términos simples, el país perdió casi todo el colchón que lo caracterizaba como economía petrolera. Hoy, Ecuador está muy cerca de un punto crítico: lo que gana por exportar su petróleo apenas supera lo que debe pagar por importar los combustibles que consume.
Ese estrechamiento expone a la economía a cualquier shock de precios internacionales y evidencia el deterioro estructural de la industria petrolera, marcada por menor producción, problemas de refinación y dependencia de combustibles importados.
Además, hay que considerar que el país exporta petróleo crudo a precios bajos, mientras compra combustibles refinados mucho más caros.
En 2026, por ejemplo, el crudo ecuatoriano se venderá en promedio a USD 53 por barril, pero los combustibles que se importan llegarán a USD 74 por barril.
La producción petrolera se hunde
Son dos las razones atrás de esta situación. El primero es la drástica caída de la producción petrolera, que se explica por:
- El principal ha sido la crisis en los oleoductos SOTE y OCP, los dos ductos con los que cuenta el país para sacar su petróleo de la Amazonía hasta sus puertos de exportación. Así, la rotura del SOTE en marzo de 2025 y el avance de la erosión del río Coca en julio paralizaron la operación del SOTE y del OCP y forzaron el apagado de pozos, llevando a Petroecuador a caer hasta 39.000 barriles diarios en su peor momento.
- A ello se sumó la drástica reducción de inversiones, que frenó perforaciones y mantenimiento en áreas críticas como Sacha, y cuyos efectos se sentirán hasta 2026.
- Además, los recortes de personal debilitaron la operación de Petroecuador y obligaron a ampliar turnos y a tercerizar servicios.
- Finalmente, el cierre progresivo del ITT —ordenado por la consulta popular de 2023— restó otro volumen importante: entre enero y octubre, la producción del bloque cayó 17%.
Problemas recurrentes de la Refinería Esmeraldas
Un segundo factor es la caída en la producción de combustibles y el aumento de las importaciones, por los problemas que arrastra la Refinería Esmeraldas. Entre enero y octubre de 2025, la producción de derivados cayó 31%. Tras el incendio de mayo, la planta no ha vuelto a operar al 100% y la inversión en refinación fue mínima: apenas USD 15,6 millones hasta octubre.
Para el 25 de noviembre, la refinería operaba al 69% y la unidad FCC —clave para producir gasolinas y diésel— seguía paralizada. Esto obligó al país a importar más combustibles: entre enero y septiembre, las compras externas subieron 10%.
El mayor problema de que Ecuador dependa cada vez más de derivados importados es que se debilita la seguridad energética de Ecuador, dice el catedrático de políticas públicas de la Universidad de las Américas, José Luis Fuentes.
De ahí que Fuentes cree que el escenario actual es propicio para comenzar a discutir temas como la transición energética del petróleo a fuentes de energía más limpias, así como de eficiencia energética o cómo reducir el consumo de los hogares.
Otras opciones son migrar hacia el uso de carros eléctricos, pero todo pasa por diseñar una política integral.
Para el consultor petrolero Miguel Robalino, Ecuador debería pensar en procesar su petróleo en refinerías en el exterior, de manera directa sin pasar por intermediarios.
Y segunda opción es, según Robalino, construir en la Refinería Esmeraldas un tren alta conversión. El proyecto podría hacerse con un sistema modular que vayan poco a poco incrementando la capacidad de la refinería y, por otro lado, reduciendo la producción de residuos.
Y es que la Refinería Esmeraldas puede procesar 110.000 barriles diarios, pero solo obtiene unos 55.000 barriles de combustibles; el 45% restante se convierte en residuos como fuel oil, de menor calidad y precio. La repotenciación podría sumar 50.000 barriles diarios de combustibles con estándares Euro V y reducir los residuos al 5%.
Es una opción para mejorar la seguridad energética del país. En eso coincide el exministro de Energía, Fernando Santos Alvite, que añade que el proyecto debería licitarse al sector privado en un proceso transparente y público.
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