Sábado, 18 de mayo de 2024
Leyenda Urbana

Candidatos buscan a mujeres y médicos en Quito. Xavier Lasso e Isidro Romero se promueven en videos

Thalía Flores y Flores

Thalía Flores y Flores

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC de España.

Actualizada:

27 Jul 2020 - 19:00

Quién se hubiera imaginado que la capital de los ecuatorianos, sede del poder, epicentro del debate nacional y dónde se respira la política no tendría, por lo menos hasta ahora, un nombre solvente y con posibilidades ciertas para terciar por la Presidencia de Ecuador en 2021.

Con partidos y movimientos en decadencia, las organizaciones se han desentendido del activismo, al haber preferido la zona de confort desde donde apenas si logran divisar lo que sucede en el país, evitando involucrarse.

De cara a los comicios del 7 de febrero próximo, conmueve la orfandad política de Quito cuando, hasta hace poco, solía copar la papeleta.

Qué pasó para que la capital de los ecuatorianos haya llegado a esta situación es una pregunta que ni los más avezados analistas han podido responder. Pero escudriñar en la historia reciente podría dar indicios.

Una mirada a las administraciones municipales de la última década deja como evidencia que, ante la carencia de liderazgo, los quiteños han perdido el entusiasmo y han preferido moverse de manera individual o en grupo.

Augusto Barrera, Mauricio Rodas y Jorge Yunda, con sus propias características, tendrían responsabilidad en esta conducta social. 

Barrera sometió al Municipio a los humores del huésped de Carondelet. La capital perdió autonomía; hubo decepción. Si Correa lo catapultó también impidió su reelección. El falaz intervencionismo en asuntos de la ciudad desmoralizó a la gente.

La alcaldía de Mauricio Rodas, que comenzó con buenos augurios, pronto se deslució. Complaciente, le faltó coraje a la hora de exigir; sus bailes en Carondelet tampoco ayudaron. Los quiteños miraron a otro lado.

Dos momentos han marcado los 14 meses y días de gestión del alcalde Yunda: octubre de 2019, cuando Quito quedó a expensas del vandalismo incrustado en las manifestaciones y sin una autoridad que la defienda. Y la sobre exposición en las primeras semanas de la pandemia.

Fue una gran simulación hacer creer que el Alcalde encaraba la crisis por la pandemia. El globo que había elevado la imagen de Jorge Yunda se desinfló tan pronto como las denuncias de la adquisición de pruebas falsas, inadmitidas por él, quedaron demostradas en rigurosos informes académicos y en el anuncio de devolución de 50.000 de las 100.000 adquiridas. 

El secretismo legal que cobija ese contrato y el cinismo para pretender torcer la realidad han lastrado la gestión de una administración con graves denuncias, allanamientos y renuncias de funcionarios. Los quiteños sienten que están a merced de la pandemia y sin autoridad. Así, la campaña electoral no entusiasma.

En este escenario, solo Lucio Gutiérrez, depuesto de la Presidencia por los forajidos, en 2005, ha confirmado su candidatura por Sociedad Patriótica. Gustavo Larrea, de Democracia Sí, tiene dudas. Los dos son de Quito.

Guayaquil, en cambio, tiene un listado de figuras tras la primera magistratura.

Guillermo Lasso, Álvaro Noboa, Otto Sonnenholzner y Fernando Balda son los más visibles.

También está Xavier Lasso, precandidato del correísmo. En un vídeo promocional habla de “derrotar al traidor”. Compite con Pierina Correa, Jimmy Jairala y Carlos Rabascall, todos de Guayaquil.

De los cinco precandidatos del PSC-Madera de Guerreo, excepto César Rohón (nacido en Quito) y de Luis Fernando Torres, de Ambato, todos son de Guayaquil. Y si el PSC termina apoyando a alguien por fuera del partido, también será de esa ciudad. 

Riobamba tendrá a Isidro Romero. El empresario que ha vivido en Guayaquil y España, es de Chimborazo. Su idea fuerza es volver al campo. En un video habla de millonarios créditos de Canadá para la agricultura. 

De Azuay está Yaku Pérez, precandidato junto a Leonidas Iza y Salvador Quisphe. Guillermo Celi es de Manabí y Galo Lara, de Los Ríos.

Algunos de estos aspirantes ni siquiera tienen partido ni movimiento, pero sí ansias de llegar a Carondelet. 

Ecuador se apresta a una suerte de simulacro democrático en el que habrá inimaginables mutaciones ideológicas y verdaderas metamorfosis políticas, a la hora de rentar partidos. Pero hay más.

Una campaña en medio de la pandemia impone un nuevo relato. Los candidatos estarán obligados a hablar de la vacuna para Covid-19, de cómo cubrir sus costos y de atender la crisis sanitaria y la económica. 

El virus llevará a los presidenciales a buscar un médico como binomio. Algún candidato ya habría hecho esa apuesta. 

En esta andadura electoral, el equilibrio regional y la equidad de género serán gravitantes y, aunque para los políticos ecuatorianos propiciar la equidad de género sigue siendo ciencia ficción, por estrategia, lo intentarán.

Así, rumbo a 2021, la primera batalla será por la Vicepresidencia. Y por la Asamblea Nacional. En ese momento, los que le han descuidado y olvidado, se acordarán de Quito.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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