Sábado, 27 de abril de 2024
En sus Marcas, Listos, Fuego

¿Dónde, está, la plata?

Felipe Rodríguez Moreno

Felipe Rodríguez Moreno

PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.

Actualizada:

26 Abr 2023 - 5:28

Las nuevas generaciones seguramente no comprenderán esta pregunta dividida con comas para hacer las pausas necesarias que pronunció Vladimiro Álvarez Grau (Ministro de Gobierno de Osvaldo Hurtado y Jamil Mahuad), allá en los años 90.

Frase que se haría famosa por la parodia de Platimiro, protagonizada por David Reinoso en 'Ni en vivo ni en directo'.

Y es, treinta años después, la pregunta que Wilman Terán, Presidente del Consejo de la Judicatura, se hace una y otra vez.

Antes de intentar una respuesta, les quiero relatar brevemente lo que vive nuestra justicia en lo macro y en lo micro, y luego quiero hacerle una propuesta a Terán, porque anda buscando recursos para la Función Judicial debajo de piedras muy pesadas.

¿Sabían ustedes que un abogado penalista que lleva cinco casos al mes ya trabaja hasta 12 horas diarias (incluidos los fines de semana)?

Con 60 casos al año, por acumulación de trabajo, su saturación llega a tal nivel que resulta imposible manejarlos responsablemente si no contrata unos 10 abogados que lo ayuden.

Sí, 60 casos entre 10 abogados y ya es trabajo excesivo.

Un fiscal, de una unidad común y en una ciudad principal, tiene a su cargo un promedio de 6.000 casos, un secretario y un ayudante. Es imposible, es inhumano que un fiscal sea capaz de manejar tantos casos de forma eficiente sin un ejército de ayudantes.

Por eso cuando la gente se queja de que la justicia es lenta, de que el sistema es una m_ _ _ _ _ (complete usted la palabra), no se equivoca.

Pero no es porque jueces y fiscales sean vagos, ineficientes e inútiles. Es porque ningún ser humano puede manejar tal sobrecarga procesal, a menos que mutemos al 'homo ultra sapiens bionicus'.

¿Y saben por qué no se contrata más fiscales, más jueces, más secretarios y más ayudantes? Porque nadie invierte en Justicia. Porque no hay dinero para lo intangible, porque nuestra putrefacta democracia no se puede permitir desperdiciar dinero en proyectos a largo plazo.

Creo que ahí se lleva un punto Rafael Correa. Debe ser, históricamente, el presidente que más invirtió en justicia, que más dignificó su infraestructura y eficacia (que no es sinónimo de eficiencia). Pero no se emocionen, que también fue quien más le metió la mano…hasta el codo.

Con Lenín Moreno esta inversión cayó abruptamente y con Lasso se la recortó a cifras imperdonables. ¿El resultado? Una justicia saturada, inundada, con operadores que dan lo mejor de sí, pero que no pueden sostener toneladas sobre sus espaldas.

Sí, en fin, una justicia de m_ _ _ _ _ (utilice la misma palabra que completó anteriormente).

Y esto se refleja en la práctica del Derecho en el día a día, cuando hoy, mientras escribo esta columna, los fiscales de unidades normales (soluciones rápidas, patrimonio ciudadano, DACE, fe pública) no tienen papel para imprimir, ni tinta en las impresoras, ni espacios decentes, ni personal.

Viajamos a la época de Lucio y de Palacio, cuando yo era pasante y llevaba resmas de papel en mi mochila, porque vivíamos en el inframundo. Hoy es igual. No hay recursos y ejercer la profesión y la función pública es humillante.

¿Y así, mamiticos, quieren enfrentar al crimen organizado y al narcotráfico? Vayan a cazar tilingos en otro lado, hue_ _ _ _ _ (completen la palabra con dos vocales y tres consonantes).

Pero volvamos a don Wilman Terán, que espero que esté leyendo con atención esta columna (y ayudándome a completar las palabras inconclusas con la retórica y dicción que lo caracterizan).

No voy a dar una solución, pero sí a abrirles un pequeño, humilde, pero cuantioso cofre del tesoro digno de película de piratas: ¿saben dónde está la plata? En los bolsillos de mis colegas, los abogados.

Verán, les cuento: todos los días abogados, cientos de abogados, miles de abogados son sancionados con multas de medio salario, un salario, dos salarios y múltiples salarios básicos por litigar de mala fe, por deslealtad procesal, por no acudir a las audiencias con el fin de dilatarlas, por presentar recusaciones y recursos de hecho infundados y mil etcéteras.

Sí, todos los días los trampositos son multados, al igual que peritos y actuarios que, con sus mañas, hacen más lento un proceso que ya de por sí duerme en arenas movedizas.

Estamos hablando de, sumados, algunos millones de dólares que -les cuento un secreto, pero shhhh..- nadie ha cobrado.

Conozco a algunos bichos que tengo por colegas que son multados con al menos USD 600 al mes desde hace 10 años.

¿Saben dónde consta esa multa? En una sucia y mugrosa providencia (impresa con papel pagado por el propio abogado).

¿Y por qué los jueces no cobran? Porque no tienen esa facultad. Lo que hacen es multar y ordenar que se pague, por ejemplo, dos salarios básicos al Consejo de la Judicatura. ¿Y qué creen? En la mitad de las ocasiones el Consejo de la Judicatura ni se entera y, en la otra mitad, se entera, pero no sabe cómo cobrar.

Mire doctor Terán, no le traigo la panacea financiera, pero sí algunos milloncitos que le van a caer muy bien y, de paso, lea bien, empezamos a sentar precedentes. La porquería, la trampa, la leguleyada, no pueden seguir siendo gratuitas. 

Si el prostituido sistema no les va a suspender la credencial a los mañosos, al menos adelgacemos sus billeteras en beneficio de todos.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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