Viernes, 26 de abril de 2024
Canal cero

"Roban pero hacen obra"

Enrique Ayala Mora

Enrique Ayala Mora

Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.

Actualizada:

18 Dic 2022 - 5:26

Argumento político frecuente

"¿Dónde está la plata?" fue la frase de Vladimiro Álvarez Grau que sacudió una campaña electoral. La gente quería saber a donde había ido el dinero de la corrupción.

Pero, a veces, esa misma gente vota por personas que sabe se han llevado recursos públicos en el ejercicio de sus funciones. "Claro que roban, pero hacen obra", argumentan entonces. Justifican el robo como inevitable o como mal menor.

"Siempre ha habido corrupción y siempre la habrá", dicen quienes la justifican o sienten que no pueden vencerla. Pero, aunque la honradez hace menos ruido, ha habido siempre quien denuncie y enfrente la corrupción, afrontando los riesgos.

Hay que distinguir. El tamaño de las estafas al Estado está en proporción con el tamaño del propio Estado.

En un presupuesto de 400.000 pesos anuales de los inicios de la República, había menos que "llevar" que en el de más de USD 30.000 millones del Ecuador de ahora.

Las dimensiones de la corrupción son hoy mucho mayores porque los montos de los contratos y las coimas son enormes. Y también lo son los perjuicios que la corrupción causa.

Es decir, que no solo se roba o desvía recursos, sino que también se deja de atender necesidades.

Si se pagan USD 3.000 por metro en las obras públicas en vez de lo normal, que es menos de USD 1.000, se quita fondos a las escuelas, a los hospitales y las comunidades rurales.

Se ha dicho que el dinero que empresas beneficiarias de la contratación pública entregan a funcionarios son "donaciones privadas" que vienen del patrimonio particular de esas empresas, que no son fondos públicos y no afectan al Estado.

Eso lo repitió Rafael Correa cuando le sorprendieron a él y a sus cercanos asociados pidiendo y repartiendo coimas.

Al Capone y los atracadores del Banco Ambrosiano lo habían dicho antes. Pero quien coima a un funcionario lo hace con el compromiso de recibir un contrato con sobreprecio. El dinero que entrega saldrá luego del pago producto del contrato obtenido con la coima.

Es verdad que la historia nos enseña que la corrupción es un mal persistente, pero a veces se trata de casos puntuales, en otras se la descubre como la constante de un régimen, compañera inseparable del despotismo.

En algunos regímenes se ha organizado estructuralmente la corrupción desde la cúpula del poder.

Eso de que "siempre ha habido corrupción y siempre la habrá", es una verdad a medias. Constata una realidad, pero jamás puede ser argumento para justificarla.

Primero, porque una cosa es que haya un caso aislado y otra que el propio régimen organice el robo y el encubrimiento como sistema.

Segundo, porque constatar un hecho, como la existencia de una enfermedad, no quiere decir que se la acepte como normal, mucho menos que se deje de combatirla.

Tercero, y principal, porque a lo largo de la historia la corrupción ha sido enfrentada y vencida. Felizmente, "siempre ha habido gente honrada y siempre la habrá".

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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