Martes, 16 de abril de 2024
Leyenda Urbana

Correa y Patiño enfrentan sus propios demonios. A Espinosa se le cae la máscara

Thalía Flores y Flores

Thalía Flores y Flores

Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC de España.

Actualizada:

9 Dic 2019 - 19:00

Rafael Correa debe haber pasado uno de sus peores fines de semana, desde que dejó Ecuador, en 2017.

Las redes sociales que él convirtió en arma de persecución y amenaza, ahora le refrescaron la memoria, al replicar sus propias palabras y conceptos sobre la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Quedó pésimo.

El origen fue la decisión de la CIDH de otorgar medidas cautelares a Paola Pabón, Virgilio Hernández y Christian González, investigados por el presunto delito de rebelión por su supuesta participación en las protestas de octubre pasado.

En la resolución de la CIDH se pide al Estado ecuatoriano que adopte medidas necesarias para proteger los derechos a la vida e integridad personal de Pabón, Hernández y González.

Exultante, Correa en su Twitter usó el hashtag #MedidasCautelaresYa, con lo cual la doble moral quedaba a la vista de todos.

Cuando en 2012, la CIDH otorgó medidas cautelares en favor de los directivos de diario El Universo, César y Carlos Pérez, y el articulista Emilio Palacio, condenados a tres años de prisión y a pagar una multa de USD 40 millones, en un juicio por injurias interpuesto por Correa, el entonces presidente, explotó.

“La Comisión Interamericana de DD.HH es Vachagnon”, dijo, en referencia al nombre de la empresa de recolección de basura que operaba en Guayaquil.

Tal era su aversión a la CIDH que al entonces secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, que visitó Quito, le planteó un nuevo Sistema Interamericano.

Como era de suponer, en estos decires le acolitaba siempre su canciller, Ricardo Patiño.

En 2014, Patiño se enardeció cuando la CIDH otorgó medidas cautelares a Fernando Villavicencio, Kléber Jiménez y Carlos Figueroa, acusados por Correa de espionaje y sentenciados por la justicia correísta.

En Twitter escribió: “Volvemos a reiterar, la CIDH no tiene competencia para solicitar medidas cautelares. Ver Art. 18 de su Estatuto. Lo demás, es politizar DDHH.

Correa y Patiño persiguieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y hasta propusieron cambiar su sede de Washington a la Argentina.

¿Las razones? No podía estar en Estados Unidos porque ese país no ha firmado la Convención de DD.HH y tampoco ningún tratado, decían.

En la III Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el 29 de enero de 2015, en San José de Costa Rica, Correa elogió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), pero a la Comisión la llamó “comisaría”.

Ídolo de bisutería, Correa ha demostrado que sus posturas políticas son deleznables. 

Hoy, al proclamar las medidas cautelaras que él solía repudiar e inadmitir, junto a Patiño enfrentan sus propios demonios. Las redes han hecho su trabajo.

Así estaban las cosas cuando salta al ruedo la excanciller María Fernanda Espinosa, quien nunca ha podido ocultar su alineamiento con Correa, incluso, cuando era funcionaria de Lenín Moreno, quien ya había denunciado la corrupción del correísmo.

Espinosa dice que luego de la decisión de la CIDH, el Estado ecuatoriano debe proteger los derechos humanos de Paola Pabón, Virgilio Hernán y Christian González.

Pero no es este tema, el de su coidearia Pabón, lo que le significó a Espinosa, hoy candidata a secretaria general de la OEA, las más feroces críticas en las redes sociales.

Lo que valió una andanada de comentarios fue el tuit en el que, entre el cinismo y la incongruencia, no solo habló mal del Ecuador, país que le pagó su estancia en Nueva York y del que fue canciller y ministra en varias cartetas de Estado, incluida Defensa, sino que usó mal las palabras y los conceptos.

Respecto de las protestas de octubre pasado, Espinosa escribió en Twitter que “la comunidad internacional está atenta al informe de la CIDH y las conclusiones de Human Rights”. 

Y agregó: “actos de xenofobia, racismo en contra de líderes indígenas y 11 fallecidos deben investigarse”. 

¿Xenofobia y racismo contra los indígenas? A Espinosa se le cae la máscara, y no solo que ofende a su propio país, sino que concuerda con el castro-chavismo que acusa al Ecuador con esas mismas palabras, por lo de octubre.

Pero hay otra caso igual de grave: la candidata a la OEA ignora que indígena es “un habitante nativo del país”, por lo cual es imposible la xenofobia que significa “rechazo a los extranjeros”. Insólito yerro para quien en su biografía decía ser lingüista. ¿Enmendará su error? ¡Habrá que ver!

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

Comentarios
REGLAS para comentar 

0 replies on “Correa y Patiño enfrentan sus propios demonios. A Espinosa se le cae la máscara”

×