Lunes, 29 de abril de 2024
Canal cero

Daquilema, insurgente y rey

Enrique Ayala Mora

Enrique Ayala Mora

Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.

Actualizada:

23 Jul 2023 - 5:55

Como en tiempos coloniales, los censos y el cobro de impuestos fueron causa de protestas y conflictos. La mayoría de las veces esos actos terminaban con una demostración de fuerza de los militares.

Pero en diciembre de 1871, en la provincia de Chimborazo, la población se alzó contra el pago de tributos y el hecho devino en un baño de sangre. En Cacha aprehendieron a un cobrador de diezmos que había cometido muchos abusos y lo mataron. Luego mataron a otras 10 personas.

Reunidos frente a la capilla de El Rosario, en la actual comunidad de Cachatón San Francisco (Hatun Cacha), una gran cantidad de indígenas resolvieron profundizar la resistencia y eligieron a Fernando Daquilema como su jefe al grito de "Ñucanchi Jatun Apu" (Nuestro Gran Señor).

Luego le pusieron el manto y la corona de un santo y le nombraron rey. Daquilema era un joven de 23 años que había nacido en 1849. Su padre Ignacio Daquilema trabajaba en la hacienda Tungurahuilla y su madre era María Ruiz. Se casó con Martina Lozano. Se había destacado como líder desde muy temprano.

Bajo el liderazgo de Daquilema, los indígenas tomaron Yaruquíes y atacaron Cajabamba, armados de piedras, palos e instrumentos de labranza. Eran muchos, pero no tenían armas, y fueron reprimidos por las fuerzas militares enviadas por el gobernador de la provincia, que había recibido la orden del presidente Gabriel García Moreno de actuar con fuerza.

Los soldados tomaron muchos presos, pero los indígenas lograron reorganizarse y encabezados por Manuela León, atacaron Punín. Centenares de hombres y mujeres enfrentaron a los soldados.

Manuela atacó a un teniente, le clavó una garrocha en el pecho y luego le arrancó los ojos con su topu. Era su reacción por haber sido salvajemente violada. Los insurrectos se tomaron el pueblo y liberaron a los presos, pero se retiraron ante la noticia de que venían soldados de refuerzo.

Algunos dirigentes presos pidieron indulto ofreciendo deponer el levantamiento. Se les indultó. Daquilema se sintió traicionado y se entregó a las tropas del gobierno. Pudo haber huido de Cacha pero no lo hizo.

El 8 de enero, un consejo de guerra, sin juicio previo, había ordenado la ejecución a Julián Manzano y Manuela León, considerada una “cabecilla”. Nacida en 1844, hija de Hermenegildo León y de María Guamán, su acción se volvió legendaria.

El 23 de marzo de 1872 se inició en Yaruquíes el juicio por motín, asesinatos, robos e incendios. Daquilema fue condenado al fusilamiento.

Como era analfabeto, un testigo firmó por él aceptando la pena. No pidió ni le fue concedido indulto. A las 11 de la mañana, el reo, vestido de blanco, marchó con dos sacerdotes a su lado.

El capitán del pelotón le preguntó si quería alguna gracia. Daquilema contestó “Manapi” (ninguna). Dijo unas palabras en quichua y luego lo mataron a balazos. Desde lejos, muchos vieron en silencio la escena. Él y Manuela León fueron desde entonces considerados héroes de la resistencia indígena, que es más que ser reyes.

Las opiniones expresadas por los columnistas de PRIMICIAS en este espacio reflejan el pensamiento de sus autores, pero no nuestra posición.

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