Miércoles, 24 de abril de 2024

Madres, nietas, hijas: el fútbol en familia de la Universidad Católica

Autor:

Martha Córdova

Actualizada:

14 Nov 2021 - 0:06

Ahí están ellas, regateando los miedos y los complejos; las miradas y el "qué dirán". Ellas están en la cancha, haciendo lo que siempre han soñado, jugar al fútbol.

A la izquierda, Jenny Cajas junto a su abuela Cecilia Chillagana. Y a la derecha, Kerly Herrera con su madre Concepción y su hermano Ángel. Ambas, jugadores de la Universidad Católica.

Autor: Martha Córdova

Actualizada:

14 Nov 2021 - 0:06

A la izquierda, Jenny Cajas junto a su abuela Cecilia Chillagana. Y a la derecha, Kerly Herrera con su madre Concepción y su hermano Ángel. Ambas, jugadores de la Universidad Católica. - Foto: Armando Prado

Ahí están ellas, regateando los miedos y los complejos; las miradas y el "qué dirán". Ellas están en la cancha, haciendo lo que siempre han soñado, jugar al fútbol.

Mientras ellas corren por toda la cancha, afuera, en una improvisada tribuna están ellos: los abuelos, los padres, los hermanos, los hijos.

Las atletas tratan de cumplir con el libreto táctico que repasaron durante la semana con las entrenadoras. Marcan y presionan. Desbordan y rematan. Convierten goles espectaculares de tiro libre o como las circunstancias lo dicten.

"Gritar un gol de mi hija me llena de felicidad, es un orgullo", relata Concepción Vite, la madre de Kerly Herrera, una de las jugadoras clave en el equipo de la Universidad Católica.

En el partido frente a Santo Domingo, por el ascenso a la Superliga 2022, la jugadora convirtió un 'golazo' de tiro libre.

"Estábamos en pleno festejo, cuando lo anularon, pero a minuto seguido convirtió otro gol. Festejamos el doble", añade Ángel, el hermano de la mediocampista de 17 años.

Hasta 10 miembros de la familia asisten a la cancha donde Kerly juega los partidos oficiales. "Si a ella le gusta el fútbol, tiene todo el respaldo del mundo", añade doña Concepción.

A los cinco años, Kerly tomó un balón para jugar con sus hermanos. Desde entonces los zapatos de fútbol y la pelota no faltaron en su lista de Navidad.

"No tenía que pedirlos, ellos ya sabían lo que me gustaba", detalla la futbolista que jamás pensó que aquel juego infantil se iba a transformar en el propósito de su vida.

Ángel relata que entre los vecinos del barrio, en Santo Domingo de los Tsáchilas, Kerly es muy respetada por su forma de jugar, por los títulos logrados y por su capacidad goleadora.

"Nunca se han burlado o ha recibido bromas machistas. Al contrario, cuando los amigos se enteran de que va a jugar, me piden el link para ver la transmisión. Le envían sus mensajes o comparten fotos en redes sociales como respaldo".

Ese prestigio se lo ganó desde los torneos escolares. "Las profesoras se peleaban por ser la dirigente del grado porque sabían que el equipo de Kerly y de una compañerita iba a ser campeón", acota Ángel.

Doña Concepción desde su posición de madre le envió un mensaje a los otros padres de las jugadoras para que respalden su decisión de ser futbolistas, pues no todas llegan al partido con sus familias.

"Ellas nacieron con este don y Dios dice que hay que apoyarlas. Además, es bonito mirar jugar fútbol a una niña".

Doña Concepción.

Kerly se siente orgullosa y agradece la compañía de su familia. "Antes de los partidos, mis compañeras me preguntan si viene mi familia. Les digo que sí y que el respaldo no es solo para mí sino para todas".

La abuelita cantora

Jenny Cajas es la nieta que encanta en la cancha por su forma de tocar el balón. María Cecilia Chillagana es la abuela que dirige la barra de la Universidad Católica durante los partidos. No para de cantar.

El fútbol y las circunstancias de la vida han fortalecido esta relación. "Es un sentimiento especial que la persona que me crió desde muy pequeña siga luchando conmigo por mis sueños", dice Jenny.

En algún momento "pensamos que no se iban a hacer realidad, pero con el esfuerzo de las dos hemos logrado este objetivo", agrega Jenny, quien actualmente estudia inglés.

Juntas superaron momentos duros, cuando el resto de la familia se enteró de que Jenny quería ser futbolista.

"Es largo el camino, todavía nos falta mucho por recorrer, pero las ganas que tenemos las dos, de salir adelante, nos han mantenido de pie", añade la jugadora de apenas 17 años.

Ese amor incondicional de doña María Cecilia se comparte con todo el equipo. Ella mueve la barra y le pone letra a las canciones del club.

"Lo hago desde que mis hermanos jugaban fútbol. Escucho una canción y le invento la letra. Hoy hay emoción por verla jugar", dice la abuelita.

Sin importar sol o lluvia, viento o frío, doña María Cecilia llega provista de un sombrero y un bolso con algún refrigerio, para gritar que la "U. Católica será campeona".