Jueves, 28 de marzo de 2024

La biblioteca municipal custodia la memoria histórica de Guayaquil

Autor:

Redacción Primicias

Actualizada:

3 Abr 2022 - 0:03

Cien libros donados en 1862 por el patriota guayaquileño Pedro Carbo Noboa y la constitución provisional de la provincia de Guayaquil, de 1820, son los tesoros que guarda la biblioteca municipal.

Autor: Redacción Primicias

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3 Abr 2022 - 0:03

Libros donados en 1862 por el político, escritor y diplomático guayaquileño, Pedro Carbo Noboa, a la Biblioteca Municipal de Guayaquil. - Foto: PRIMICIAS

Cien libros donados en 1862 por el patriota guayaquileño Pedro Carbo Noboa y la constitución provisional de la provincia de Guayaquil, de 1820, son los tesoros que guarda la biblioteca municipal.

La tenacidad de don Pedro Carbo Noboa y las valiosas donaciones literarias de ciudadanos ilustres fueron las bases en las que se fundó la Biblioteca Municipal de Guayaquil, guardiana de la memoria histórica, el 24 de marzo de 1862.

Carbo, escritor, político y diplomático guayaquileño (1813-1894), presidía la municipalidad cuando propuso la creación de la biblioteca, ofreciendo donar 100 libros de su colección sobre una variedad de temas para enriquecer las estanterías.

La municipalidad invitó a los ciudadanos a sumarse a esta iniciativa, entre ellos personajes ilustres como el doctor Francisco Aguirre Abad, Juan León Mera, Ildefonso Coronel, Alcides Destruge y Sixto Juan Bernal.

La biblioteca se armaba de a poco, con la ayuda de Ignacio Ycaza y del expresidente de la República, José María Plácido Caamaño, que entregaron estantes para libros, o del abogado argentino Santiago Navarro que donó un escritorio.

Para mayo de 1862, el sueño de Carbo ya contaba con 832 volúmenes de autores como Aristóteles, Heródoto, Restrepo, Ovidio o Hallan.

En la actualidad, estas obras, y miles de textos, como actas de la época colonial y gacetas municipales de los siglos XVIII y XIX, son consideradas como las joyas de esta biblioteca, que se fundó en la antigua Casa del Cabildo.

Aquí reposan textos como La Biblia del Diablo -el libro medieval más grande del mundo-, La Celestina y Don Quijote de la Mancha.

La institución tiene 13 salas y cuenta con una hemeroteca nacional, la biblioteca Carlos A. Rolando, una comicteca con 18.000 títulos y el archivo histórico Camilo Destruge.

Aquí reposa el acta de reglamento provisorio de gobierno de la provincia de Guayaquil de 1820, escrita a mano y firmada por José Joaquín de Olmedo.

Los territorios que abarcaba la provincia de Guayaquil incluyen a lo que hoy es Esmeraldas, Guayas, Manabí, Santa Elena y la mayor parte de Los Ríos y El Oro.

Son al menos 1.645 tomos de documentos históricos, empastados en cuero de venado, que fueron recopilados por Destruge en 1908.

El acta del cabildo colonial más antigua data de 1634. Por eso los cuidados son extremos y la manipulación de obras se realiza con guantes.

El área de la biblioteca debe permanecer a una temperatura de 17 grados para prevenir la humedad. Además se realizan fumigaciones mensuales con el fin de prevenir las plagas, en especial polillas y termitas que pueden destruir los papeles de tela de trapo.

Sin embargo, hay dos joyas históricas que las autoridades pusieron a buen recaudo, en una bóveda de un banco local: El acta original de fundación de la ciudad y el Canto a Junín, un poema escrito por Olmedo después de las batallas de Junín y Ayacucho en 1824.

Los desafíos para el futuro

La Biblioteca Municipal de Guayaquil ocupa una manzana entera, rodeada por las calles Chile, Diez de Agosto y Pedro Carbo, en el centro de la ciudad. El edificio fue diseñado por el arquitecto Guillermo Cubillo Renella en 1958.

Es aquí donde se custodian 2 millones de obras en la actualidad.

Su directora, la artista plástica Hellen Constante, recuerda que en la década del 90 la biblioteca recibía la visita de al menos 50.000 personas al mes.

Sin embargo, en 2019 el número se redujo a entre 700 y 1.200 visitantes mensuales por el impacto global de Internet. La pandemia de Covid-19 en 2020 obligó a la biblioteca a cerrar sus puertas, pero ya existen programas de reactivación.

Ahora la biblioteca sale a las calles de Guayaquil para regalar libros a los transeúntes del género que prefieran gracias al programa Lectura en Tránsito. Quienes se llevan los textos deben dejar su nombre y correo electrónico para formar clubes de lectura.

La Biblioteca Municipal tiene un programa de lectura en las calles de Guayaquil.

La Biblioteca Municipal tiene un programa de lectura en las calles de Guayaquil. Cortesía Biblioteca Municipal.

"Nosotros rompemos paredes y salimos de la biblioteca a ciertos lugares de Guayaquil para promover la cultura"

Hellen Constante, directora de la Biblioteca Municipal.

Constante indica que este año la entidad será remodelada y construirán una cafetería en el sitio para crear un ambiente acogedor. Además trasladarán el Museo Municipal a un espacio más amplio en el norte de la ciudad, para dedicar toda el área a la biblioteca.

En el sitio hay 15 bibliotecarios. Casi todos llevan 30 años trabajando ahí, como Estrella Chele, Alexandra Tamayo, Gladys Cisneros y Juan González, quienes han entregado su vida a la conservación de las obras.

Aunque la comunidad ha preferido la tecnología a visitar las bibliotecas, el trabajo de estos expertos está a orientado a preservar la memoria histórica de un país plasmada en valiosos documentos que se niegan a desaparecer, pese al paso del tiempo.