Viernes, 26 de abril de 2024

Sobrevivir al Covid-19, un milagro imposible de olvidar

Autor:

Carolina Mella

Actualizada:

27 Dic 2020 - 0:05

pandemia

Autor: Carolina Mella

Actualizada:

27 Dic 2020 - 0:05

Dos mujeres en Quito caminan usando mascarillas, el 18 de septiembre de 2020. - Foto: API

Al inicio de la pandemia y ante la incertidumbre de cómo actuaba el nuevo virus, no se conocían con certeza los tratamientos eficaces. La doctora Julieta Sagnay fue una de las primeras contagiadas y relata cómo sobrevivió al virus.

Será difícil olvidar el 29 de febrero de 2020, cuando se anunció el primer caso importado de Covid-19 en Ecuador. 

La desinformación aumentó el pánico de la gente, que salió a las calles, sin mascarillas, a aglomerarse para comprarlas.

No se comprendía el riesgo que existía. 

Meses después, recién se conoció que quien fue considerada la paciente cero en Ecuador, no fue el primer caso. Mientras que a finales de febrero, el contagio ya era comunitario en Guayaquil. 

Desde el inicio de la pandemia, el Ministerio de Salud ha confirmado 208.828 casos positivos a través de pruebas PCR, de los cuales 181.618 se han recuperado, sin necesitar ir a un hospital.

La doctora Julieta Sagnay fue una de las primeras en contraer el virus. El 18 de marzo comenzó con síntomas. Ese mismo día, el Ministerio de Salud le hizo una prueba de hisopado, cuyo resultado hasta ahora no se lo han entregado. 

“Creí el cuento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que solo era una gripe. Me encerré en el cuarto esperando que fuera otra cosa”, relata la doctora, que después de pasar 10 días internada sabe que es una sobreviviente. 

Entre hospitales y buscando un respirador 

La doctora Sagnay comenta que al inicio de su contagio no había camas en los hospitales de Guayaquil. "En el hospital Ceibos del IESS logré conseguir una, pero cuando entré y vi tantos muertos en los pasillos, no pude quedarme", añade.

En el octavo día de la enfermedad, su saturación de oxígeno llegó a 80, es decir estaba por debajo de lo normal. Sagnay fue al hospital de Milagro donde estaba su hermana, la única persona en la que podía confiar en ese momento. 

Le quitaron el celular y no supo lo que estaba ocurriendo en Guayaquil, pese a que estuvo consciente todo el tiempo. 

“En ese momento nadie sabía qué hacer, ni qué medicamentos utilizar. Experimentaron todos los tratamientos en mí y yo me dejaba”, recuerda Sagnay, porque lo único que quería era sobrevivir. 

Al día 10 llegó a saturar 75. Fue cuando su hermana le dijo directamente que su caso era grave. “Me puso una sonda, me hizo un electrocardiograma, todo ese procedimiento para ir a UCI, y vi que detrás del traje, ella estaba llorando”. 

La bajaron a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pero no había respirador, el último se lo dieron al jefe de esa unidad, que estaba más delicado que ella. 

“Quería toser, porque vi a muchos morir cuando estaban tosiendo. Sentía que si tosía, podía quedarme ahí. Es como estar en un mar ahogándote y ruegas que te saquen”, relata Sagnay. 

Fueron 10 días internada bajo la angustia de que alguno de los tratamientos que probaban en ella funcionara, mientras las imágenes de su familia pasaban por su mente. 

“Mis hijos están pequeños y en ese tiempo el papá de mi hijo también estaba mal en New York”, recuerda la doctora, quien se enfrentó a la realidad al ver su celular y leer los mensajes.

Uno de ellos cambiaría la dinámica de la familia y, por primera vez en todo el relato, su voz se quiebra. 

"Tenía un mensaje de mi hijo que decía: mamá, perdóname por no obedecerte, perdóname por no hacer los deberes, una vez me dijiste que qué haría sin ti, y no sé qué haría sin ti".

Julieta Sagnay, sobreviviente de Covid-19

Para Julieta Sagnay, el contagio y los efectos del virus no han terminado. Minutos antes de esta entrevista había llevado a su sobrina al hospital Bicentenario en Guayaquil porque presenta síntomas.

"Es mejor ser precavidos con esto, porque no se sabe a quién afecta y de qué forma", advierte. 

Está consciente de eso, no sólo por haber superado al Covid-19, sino porque su hermana, su sobrino y su tío enfermaron, pero este último no logró sobrevivir.

Tras superar la infección, aún sufre secuelas pues tiene una fibrosis en el pulmón derecho, y no puede hacer mayor esfuerzo porque se cansa.

"Ojalá la gente no deje de tenerle miedo a este virus, parece que le ha perdido el respeto", reflexiona Sagnay.

En este momento, en la red de hospitales públicos, 458 personas permanecen hospitalizadas estables y 355 bajo pronóstico reservado; es decir, su estado de salud es delicado y están luchando por sus vidas. 

Testamentos y traspasos de bienes

La pandemia tomó desprevenidos a todos. Al punto de que jamás imaginaron que entregar un poder legal para manejar bienes o cuentas bancarias iba a ser necesario. 

“Eso le ocurrió a mucha gente, que nos llamaba desesperada para que les ayudemos a hacer un poder”, relata Humberto Moya, presidente del Colegio de Notarios de Guayas. 

“Había gente enferma con Covid-19 que necesitaba dinero para ayudarse y lo tenían, pero no podían usarlo”

Humberto Moya, presidente del Colegio de Notarios del Guayas

Pero también hubo otros trámites que no se pudieron hacer porque el Consejo de la Judicatura suspendió las atenciones durante dos meses. 

“Hubo el caso de un joven que necesitaba vender su carro para poder ayudar a su padre que estaba enfermo, y no podía hacerlo”, explica Moya.

“La venta de los vehículos tenía que hacerse por notaría. Tenían al comprador, pero no se podía hacer el traspaso porque el notario estaba en su casa”.

Los servicios se retomaron, primero por notarios voluntarios que quisieron atender, hasta que se restablecieron del todo. 

El servicio notarial más demandado al inicio de la pandemia fue la autorización de un poder legal para acceder a cuentas bancarias. 

“Esto era muy complicado porque muchas veces el que debía firmar estaba en el hospital, y el notario debía pensar si es que entraba para tomar su firma”, explica Moya.  

Otro trámite fue la posesión efectiva, es decir que los herederos reclamaron la herencia de quien falleció, pero sin testamento.

Una vez que pasó la primera fase de la pandemia y la gente se dio cuenta de los efectos que causaba, “muchas personas empezaron a actuar con responsabilidad; es decir, pensar qué podía suceder si la muerte les sobreviene y en qué situación quedarían sus familias".

Esto motivó a dos tipos de trámites: los testamentos y las transferencias de bienes en vida, que se pueden hacer como donaciones de usufructo. 

“Eso quiere decir que los dono, por ejemplo, a mi hijo, pero esos bienes son míos hasta que me muera”, añade Moya. 

Según el Presidente de Notarios de Guayas, “si se hace un comparativo de estos trámites entre 2019 y este año, por lo menos se han triplicado". 

Estos trámites, recalca Moya, eran poco comunes. “La cultura sucesoria en Ecuador es mínima”.

Sin embargo, después de mayo, “la gente comenzó a organizar sus patrimonios y se mantiene hasta ahora la preocupación de por lo menos consultar”.