En sus Marcas Listos Fuego
La muerte del Gatekeeper
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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No se imaginan cuánto urge hablar sobre esto. Quizá nos ayude, tras reflexionar, a hacer como yo: interactuar lo menos posible en redes sociales. ¿Cómo? Quitándole credibilidad a todo lo que leen.
¿Cómo llegamos a este punto? Se los explico.
Gatekeeper hace referencia al jugador que cuida el arco, la puerta, que evita que a través de éste pase información incorrecta o irrelevante.
Su figura es esencial en el periodismo, pues el periodista, formado universitariamente para ejercer su profesión, cuenta con las herramientas, bases deontológicas y conceptuales para tener la capacidad para filtrar y seleccionar la información que se publica en los medios de comunicación.
El periodista se gana su credibilidad en la medida en que es fiel a los hechos y los relata con la máxima objetividad posible. Cuando sucumbe al engaño o a la distorsión, pierde su credibilidad y por consiguiente deja de ser digno de crédito.
El periodista selecciona, desde su rol de comunicador social, entre todos los hechos que suceden cada día, cuál será publicado y cuál no. Es decir, descarta los hechos que no pueden ser periodísticamente catalogados como hechos noticiosos.
Pensemos en la portada de un periódico de papel. ¿Qué contenía? La síntesis de la relevancia y sus jerarquías. El periodista tiene formación técnica para saber qué es un titular, qué debe ir en primera plana, qué es noticia pero que al mismo tiempo podía perderse en la página diez de la sección segunda, etc.
El periodista fue formado para eso: para ejercer el derecho a informar y permitir que la ciudadanía ejerza su derecho a ser informada.
El problema de las redes sociales y de los espacios digitales es que matan, de un tajo, al Gatekeeper. El Gatekeeper es irrelevante en, por ejemplo, X o Facebook.
En un entorno donde el hombre masa digital impera, el Gatekeeper es decorativo y, por lo tanto, su existencia es intrascendente.
La irrupción de las audiencias digitales activas ha roto esta función del periodismo y el internauta es el <<Gatekeeper de facto>>. Sí, ahora cualquier homo digitalis, sin formación en periodismo, sin responsabilidad ulterior, sin deber profesional de veracidad, es Gatekeeper.
De hecho, repitámoslo: todo homo digitalis cumple el rol dictatorial de Gatekeeper. ¿Cómo ejerce este rol arbitrario?
Primero: selecciona datos sin contrastación ni verificación de fuentes.
Segundo: crea su propia jerarquía de hechos noticiosos sin técnica periodística.
Tercero: disemina información con su propia carga emotiva.
Cuarto: La información es recibida por las masas como información veraz.
Quinto: Las masas digitales, apabulladas por la información, reciben minuto a minuto información falsa y la graban en su memoria como hechos irrefutables.
¿Cuáles son las consecuencias de esta barbaridad? Un círculo vicioso que aniquila a la verdad:
1. La información se comunica sin contexto.
2. La información navega huérfana de sentido.
3. La información llega a su destinatario sin marco interpretativo.
4. El ciudadano no ejerce su derecho a ser informado.
5. Se enquistan en la sociedad mitos y aforismos.
Y así, se forma el mejor caldo de cultivo para las fake news. Quizá este sea el momento de comprender que resulta intolerable la tolerancia a la defensa de la difusión de fake news como un derecho de libertad.
Defender la libertad de desinformación no es una defensa a la libertad, sino una forma de atentar directamente contra ella. ¿Nos atreveremos a oponernos a ella? Yo me atrevo.
El problema se agrava puesto que este escala de lo informativo a lo político. ¿Y qué ocurre con el Estado con la muerte del Gatekeeper?
a. El político puede acceder a los internautas sin Gatekeeper, generando un sucedáneo de democracia ante la aniquilación del cuarto poder.
b. Sin cuarto poder no hay contrapoder.
c. Las fake news se consolidan.
d. La información falsa se democratiza sin filtros.
e. La mediatización de la comunicación hace que los periodistas parezcan superfluos y anacrónicos.
f. La verdad se va al carajo.
Quizá sea por estas razones que cada vez abro menos redes sociales, que me importa cada vez menos lo que comunican los don nadies; porque sin Gatekeeper, no me interesa leer a cualquier pendejo que gana credibilidad en un mundo increíble.
Creo que es momento de reflexionar más sobre esto. ¿A quién le creemos? ¿Por qué le creemos? ¿Qué información leemos? ¿Qué información diseminamos con re-post o con likes? ¿Cuándo dejamos de amar la verdad?
Ahí les dejo el mea culpa.