Columnista invitada
Guayas, el punto estratégico que Trump no puede ignorar

Experta en prevención de crimen organizado. Docente de la UG, con más de 5 años de expertise en prevención de crimen organizado y lavado de activos. Licenciada en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas. Máster en Seguridad.
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La administración de Trump está decidida a instalar bases del Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) en Ecuador. Estas instalaciones se centrarán en la recopilación de inteligencia, el desarrollo tecnológico y las operaciones de control fronterizo destinadas a combatir el crimen organizado y la migración ilegal. En términos generales, esto es positivo para Ecuador, ya que el país carece de control marítimo y aéreo. El principal objetivo de Estados Unidos en Ecuador es mejorar la eficiencia comercial y garantizar un tránsito más seguro, en particular reduciendo la migración ilícita de ecuatorianos hacia su territorio. Desde el principio, Washington ha mostrado un claro interés en ampliar su presencia militar en el país.
Sin embargo, el próximo referéndum, programado para el 16 de noviembre, es un paso necesario antes de que Ecuador pueda “invitar nuevamente” a Estados Unidos a operar bases militares en su territorio. Según ciertos funcionarios de inteligencia estadounidenses, las Islas Galápagos han despertado especial atención por su ubicación estratégica, que ofrece una ventaja no solo sobre el papel de Ecuador como punto de tránsito del narcotráfico, sino también sobre Centroamérica. Es un punto de observación para la recopilación de inteligencia que proporcionará información sobre cómo operan el Clan del Golfo y los carteles mexicanos en la región.
El principal problema de establecer una base del Departamento de Seguridad Nacional o una base militar en las Islas Galápagos radica en la inevitable reacción internacional que provocaría. Las islas son reconocidas como un santuario internacional y como Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO, por lo que cualquier intento de militarización sería altamente controvertido. Permitir que esto ocurra no solo sería poco recomendable para Ecuador, sino también políticamente desastroso para Estados Unidos. Desde la perspectiva de Washington, una decisión de este tipo podría dañar gravemente su imagen global, y para Donald Trump, significaría prácticamente el fin de sus aspiraciones de obtener el Premio Nobel de la Paz que tanto ha buscado.
Kristi Noem visitará nuevamente Ecuador en los próximos días para evaluar, de manera “estratégica”, dónde se establecerán las nuevas bases estadounidenses, ya sean con fines militares o de inteligencia. La principal interrogante que buscan responder los especialistas en crimen organizado es si Estados Unidos realmente pretende combatir el crimen transnacional en la región o si, por el contrario, se trata de una jugada política orientada a fortalecer una nueva reelección republicana y reducir la migración irregular hispana.
Las recomendaciones que Noem haga sobre la ubicación de las bases en Ecuador ofrecerán una respuesta directa a esta compleja cuestión. Si el interés de Washington es meramente político, las bases se ubicarán en zonas remotas, lejos de los principales puntos de salida de droga en la costa ecuatoriana. Particularmente, las provincias costeras desde donde parte la mayor cantidad de cocaína mediante lanchas go-fast —utilizadas para el método de narcotráfico conocido como drop-off-, en el cual la droga es trasladada mar adentro para su transferencia a semisumergibles o embarcaciones de carga.
En cambio, si el objetivo es realmente reducir el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos, las bases deberían instalarse en las provincias costeras más violentas y estratégicamente relevantes del país. Desde una perspectiva operativa, la opción más conveniente sería la provincia del Guayas, dado que alrededor del 80 % de la cocaína que sale de Ecuador con destino al hemisferio norte se exporta a través de puertos de aguas profundas, oculta en contenedores. El crimen organizado, además de ser un fenómeno que exige la convergencia de múltiples delitos, siempre opera asociado a la carga, la congestión portuaria y la infraestructura logística: busca grandes puertos con intenso movimiento de contenedores y una infraestructura significativa que sostenga el comercio legal. Esa rapidez operativa del comercio internacional es una mina de oro para las organizaciones criminales cuando los sistemas de seguridad son insuficientes; la falta de tecnología, controles adecuados y personal en número y capacitación adecuada incrementa la probabilidad de que se trafiquen toneladas de droga fuera de Ecuador.
La provincia de Guayas es la segunda más violenta de la región costera de Ecuador, después de Los Ríos. Según el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, financiado por la PADF, Guayas registra una tasa de homicidios de 47,81 por cada 100.000 habitantes, mientras que Los Ríos alcanza 61,32 por cada 100.000. La criminalidad en ambas provincias está vinculada a la presencia de grupos de crimen organizado, aunque con actividades diferenciadas: Los Ríos funciona principalmente como corredor de tránsito de droga, aprovechando los contenedores de banano que cruzan la provincia rumbo a Guayas, mientras que Guayas es el punto de salida preferido de la droga, lo que explica la presencia de todos los principales grupos delictivos nacionales en esta provincia.
La presencia de inteligencia estadounidense en la provincia del Guayas permitiría ejecutar operativos más potentes y rápidos sobre la carga que sale de Ecuador —que representa alrededor del 80%—, generando además un efecto disuasivo en la provincia y contrarrestando la actuación de las 37 organizaciones de crimen organizado identificadas en el país. Mientras tanto, los puertos de aguas profundas de las demás provincias podrían ser abordados por las fuerzas militares nacionales dentro de los planes operativos en curso. Esto facilitaría los decomisos, ya que la concentración de esfuerzos en un puerto de aguas profundas reduciría la capacidad de congregación de carga ilícita; en contraste, en Guayas existe la complejidad adicional de cuatro puertos principales que actualmente diversifican las salidas.
Guayas se perfila como la provincia más estratégica para la intervención del Departamento de Homeland Security de Estados Unidos, no solo por su ubicación, sino porque ofrece información clave para comprender los operativos ilícitos en Ecuador y aplicar de manera efectiva la estrategia de “follow the money” para desmantelar estructuras delictivas. Es importante destacar que este enfoque está centrado exclusivamente en la salida de drogas del país y debe complementarse con políticas públicas multidimensionales para enfrentar integralmente el crimen organizado. Debido a que las estrategias no deben ser un copy y paste, es decir, usar la idea de “one size fits all” es terriblemente peligroso.
Las estadísticas recientes evidencian la urgencia de esta intervención: hasta el 18 de septiembre de este año, los decomisos de droga cayeron a 161,73 toneladas, frente a las 294,62 toneladas de 2024. En paralelo, la violencia continúa en ascenso: se registraron 6.455 homicidios, acercándose al total de 7.063 de 2024. Esta situación se explica en gran medida por la cooptación de personal portuario y el uso de rutas “frías” que los operativos nacionales aún no cubren. Concentrar esfuerzos en Guayas permitirá optimizar recursos, aumentar los decomisos y ejercer un efecto disuasivo sobre todos los grupos criminales que operan en el país.