El Chef de la Política
4 veces NO: la primera gran derrota del gobierno
Politólogo, profesor de la Universidad San Francisco de Quito, analista político y Director de "Pescadito Editoriales"
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En Ecuador, las consultas populares siempre han sido un termómetro de la popularidad de los presidentes y una evaluación general de sus gobiernos. Esta no es la excepción. El país, mayoritariamente, le ha puesto un alto a la gestión de Noboa y de su entorno. Es el momento, por tanto, en el que el presidente tiene que revisar lo que ha hecho bien, para profundizar los cambios, y lo que ha hecho de forma deficiente, para tomar los correctivos. Si no asume de esta forma el NO de esta noche, mañana, más temprano que tarde, las alarmas de la movilización social y la furibunda oposición política estarán rondando Carondelet. Hay que recordar que los aliados están allí, en primera fila, cuando las cosas marchan viento en popa, pero suelen ser los primeros en abandonar el barco cuando el temporal no acompaña. A este gobierno lo reorienta Noboa y nadie más que él.
Si hay una apertura del gobierno a valorar críticamente la derrota de hoy, por ejemplo, en las próximas horas el país debería tener una crisis de gabinete ministerial. Urge una reingeniería tanto en la distribución territorial de las secretarías de Estado como una renovación de la conducción en los principales sectores de la vida pública. Si no se leen los resultados en clave de rechazo a la política social, la de salud a la cabeza, o a la gestión de la seguridad, ministerio de Defensa Nacional como primer punto álgido, entonces el gobierno tendrá otros traspiés en el futuro inmediato. No se trata solo de las seccionales que se avecinan sino también de la rearticulación de la organización social en sus diferentes frentes.
A la par, el gobierno requiere ahora más que nunca, un relato político que lo identifique. Hasta el momento nadie sabe cuál es la orientación que el presidente quiere dar a la política o a la economía nacional. Definir a Noboa como neoliberal es un flaco favor al pensamiento surgido del Consenso de Washington porque lo que se ha visto hasta ahora, en general, camina por una senda muy distinta. En la misma línea, enmarcar al presidente como estatista o social demócrata tampoco es justo pues las declaraciones y acciones del gobierno en muchos aspectos van en contramano de esa línea de pensamiento. Noboa, a la fecha, no es Milei y tampoco Bukele. No es liberal ni conservador. Así no es posible generar política pública.
Por ello, si este apabullante NO se lo mira con ojos críticos, el gobierno debería pensar ya en la necesidad de un ideario político y en tener presente que las redes sociales y la parafernalia de la comunicación mal entendida son solamente el medio, no el fin. Sin ideas políticas de por medio, pronto el rechazo de esta consulta popular se puede exteriorizar en forma más contundente no solo para la popularidad del presidente sino para la estabilidad de su gobierno. Basta ver cómo terminaron los gobiernos con consultas populares fallidas para que la actual administración tome los recaudos del caso.
Como consecuencia natural de lo ocurrido en las urnas, trasladar la responsabilidad de la gestión del gobierno a la Constitución de Montecristi o a la Corte Constitucional ya no será una alternativa. Noboa requiere reinventarse a la brevedad y si en ese proceso kafkiano intenta señalar a su principal opositor político, la RC, como autor primario de los males del país, pues habrá que concluir que el NO de esta elección ha sido relativizado al máximo. Acá la gente ha dicho que está descontenta con el gobierno y nada más que eso. El electorado, dicho claro y fuerte, le ha expuesto al presidente que desaprueba su gestión, que le fastidian las poses y trivialidades de sus funcionarios, que le enardecen los abusos y los intentos de coartar la opinión contraria.
Luego de la evaluación, al presidente le vendrá bien un momento de autocompasión también. Le quedan más de tres años de gobierno y la oportunidad de enmendar y sacar al país adelante. Ha perdido una batalla, y en los peores términos, pero la vida política sigue. Si hay intención de cambiar, que es lo que espera la ciudadanía, el gobierno puede tomar un mejor rumbo. Ojalá los comensales de Carondelet no hagan lo suyo y le vendan al presidente una idea distorsionada de lo ocurrido en este proceso electoral. Noboa está a tiempo de enmendar y evitar que esto solo sea el preludio de peores momentos.