'Votamos porque allá está la familia'; el sentimiento migrante en Nueva York al votar en consulta popular y referéndum
La votación en Nueva York fue una jornada sin sobresaltos, filas largas, nostalgia y un reclamo común entre los ecuatorianos: seguridad.

Carlos Cajas y Roberto López, dos migrantes ecuatorianos residentes de la zona de Queens, antes de votar este distrito de Nueva York en la jornada de consulta popular y referéndum.
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Selene Cevallos
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NUEVA YORK. A las nueve de la mañana, cuando el recinto electoral de LaGuardia Community College, en Queens, abrió sus puertas, la fila ya doblaba la esquina. A las 09h45, unos trescientos votantes aguardaban bajo un cielo que había prometido lluvia y viento, pero que terminó concediendo un respiro insólito: 54°F, unos 12°C, suficientes para que muchos comentaran que “hasta el clima estaba de buen humor”. En Nueva York, donde viven más de 55.000 ecuatorianos empadronados, el voto migrante empezó puntual y sin contratiempos aparentes.
La jornada arrancó con un ambiente más familiar que solemne. En las veredas del campus, junto a las señales del CNE, aparecieron los olores conocidos de la cocina ecuatoriana. Zoila, cuencana, 25 años viviendo en Queens, llegó como en cada elección con su pequeño puesto: cinco platos que repiten su propia biografía migrante —fritada, mote, colada morada, seco de chivo, y papas con cuero— y que atraían tanto a votantes como a curiosos. “En cada elección es igual: uno viene a votar, pero también a encontrarse”, dijo mientras servía un plato que apenas duraba minutos sobre la mesa.

Pese al movimiento, la dinámica de ingreso tuvo un matiz que llamó la atención de muchos: las mujeres pasaban de inmediato, mientras que solo los hombres hacían fila. No era deferencia social, sino logística. Según explicó el cónsul en Queens Kar Altamaint, responsable del proceso en este distrito, era parte del diseño operativo del recinto.
Pasadas las 11h00, el movimiento ya era alto. Altamaint detalló que todas las mesas se instalaron a tiempo, sin incidencias: “Esta jornada se ha desarrollado con total normalidad. Se han instalado todas las mesas y sus miembros a la hora indicada, a las 9 de la mañana, sin ninguna novedad. Vemos una altísima participación desde la mañana”.
En Queens están empadronadas entre 21.000 y 22.000 personas, lo que lo convierte en el segundo punto con mayor peso electoral en la circunscripción.
Algunos detalles desentonaron ligeramente con la normalidad: una furgoneta estacionada a pocos metros del recinto, con parlantes y propaganda por el NO, fue retirada por personal en el área, aunque simplemente se movió una cuadra más atrás. Desde allí siguió transmitiendo mensajes grabados sobre las preguntas del referéndum. Nadie protestó, pero varios votantes advirtieron su presencia mientras avanzaban en la fila.

La mayoría de los ecuatorianos coincidió en las motivaciones para votar: la crisis de seguridad, el aumento de la violencia en Ecuador y la necesidad —o el deseo— de que el país encuentre una salida. Luis, lojano, de 37 años, llegó desde New Jersey con su esposa y dos niños: “No queremos votar por votar. Estamos acá porque al país lo sentimos más vulnerable que nunca. Si no participamos, ¿quién lo hace?”.
“Votamos porque allá está la familia. La consulta no es perfecta, pero es lo que hay para intentar cambiar el rumbo”.
María Soto, riobambeña residente en Nueva York
El operativo también contó con voluntarios —jóvenes ecuatorianos residentes en Nueva York— coordinados por el propio consulado, quienes se encargaban de guiar a adultos mayores, personas con discapacidad y embarazadas. “Ellos querían tener una relación cercana con su país y esta es una manera de apoyar y sentirse ecuatorianos fuera de casa”, explicó Altamirano
En la práctica, eran quienes lograban que el ingreso no terminara en un embudo.
En el interior del recinto, la logística seguía con orden: acceso controlado, mesas diferenciadas, señalización y personal que recordaba las reglas básicas: presentar pasaporte, cédula o ID consular —vigentes o caducados— pero siempre en físico. No se aceptaban fotos ni copias. Para muchos, ese recordatorio ya es parte del ritual de cada elección en el exterior.

Peekskill, un nuevo punto de sufragio en Nueva York
Nueva York, además, no votaba solo desde Queens. En la ciudad funcionaban otros tres recintos: Bronx (Mott Haven Campus), Hudson Valley (Peekskill), y Long Island (Medford). El de Hudson Valley debutaba este año, una señal de cómo se ha movido y expandido la comunidad migrante, especialmente hacia los suburbios del norte, donde la presencia ecuatoriana ha crecido silenciosamente pero sin pausa.
Hacia el mediodía, las filas se acortaron y el flujo se volvió menos denso. La furgoneta del NO seguía sonando a media cuadra, Zoila terminaba el último lote de fritada y los voluntarios continuaban guiando a quienes llegaban con prisa después del turno de trabajo. A esa hora, muchos votantes repetían la misma frase: “uno vota porque allá está la familia”. Y esa sensación, más que la mecánica del proceso, marcó la jornada. No importaba la distancia ni los años fuera: los ecuatorianos en Queens acudieron para influir, desde donde están, en decisiones que consideran urgentes para su país. La jornada terminó con ese mensaje claro: el voto en el exterior, al menos hoy, fue un recordatorio de que la comunidad migrante quiere seguir siendo parte de las decisiones que afectan a Ecuador.
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