Los aliados occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, están tratando de impedir la reagrupación del Estado Islámico con una estrategia cruel, pero eficaz: matar a sus líderes.
Al empezar 2014, con la guerra civil siria en fases intensas, el Estado Islámico avanzó arrolladoramente y en seis meses se apoderó de enormes territorios de Irak y Siria, donde estableció su califato.
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